Ecología del útero
El vientre materno es nuestro primer hogar y las vivencias que experimentamos en el útero influyen decisivamente en cómo será nuestra vida de adultos.
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Cientos de estudios relacionan la salud de las personas adultas con situaciones que experimentaron en el vientre de la madre. En la calidad del ambiente uterino se puede hallar la causa inicial de una variedad de problemas, desde la obesidad a la esquizofrenia. A las madres que deseen quedarse embarazadas les interesará saber que pueden mejorar el estado de su entorno uterino.
Evitar el exceso de intervencionismo. Las medicinas y los médicos pueden ser una amenaza para el bienestar del feto. Los medicamentos poseen evidentes efectos tóxicos y los médicos generan ansiedad con la sucesión de pruebas en busca de problemas durante el embarazo. Las madres pueden acabar liberando demasiadas hormonas del estrés. Para evitar todo esto, conviene ponerse en manos de doulas, comadronas y médicos partidarios del parto natural y respetuoso. También cuidarán adecuadamente los aspectos emocionales del embarazo.
Para eliminar las sustancias tóxicas que se han acumulado en el cuerpo de la madre a lo largo de la vida, conviene que realice ayunos –con la dieta de jarabe de arce, por ejemplo– y haga ejercicio para renovar el tejido graso antes de la concepción. Luego, convendría que se alimente con una dieta sana, en la que abunden los productos ecológicos.
Recuerdos de la vida en el útero
La experiencia del doctor Yoshiharu Morimoto le indica que los niños tienen la capacidad de recordar sus experiencias en el vientre de la madre hasta los seis años de edad. Luego, la memoria de la vida uterina se desvanece.
Provocar recuerdos. Los padres pueden provocar los recuerdos de sus hijos aprovechando determinados momentos, especialmente cuando se encuentran en la bañera o cerca de corrientes de agua. La madre puede empezar hablando de cómo fue el nacimiento para iniciar un diálogo con el niño. Conviene esperar a que el niño cuente por sí mismo, aunque se le pueden hacer preguntas –sin insistir– del tipo: “¿Cómo te sentías dentro de mamá?” o “¿cómo lo hiciste para nacer?”.
Dibujos sorprendentes. Los dibujos realizados por los niños de cinco años cuando se les pide que plasmen su vida uterina pueden resultar muy sorprendentes. En algunos puede verse la placenta o el cordón umbilical con sus tres vasos interiores.
Sincronicidad madre-hijo. Los cerebros de madre e hijo pueden funcionar de manera sincrónica, lo que explica cómo algunos niños recuerdan haber oído y visto cosas que en realidad fueron percibidas la madre.