Conecta con tu tantién, tu centro vital

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Por debajo del ombligo, en el punto denominado tantién, que coincide con el centro de gravedad corporal, se halla la gran reserva de energía vital del organismo.

Mediante determinadas técnicas podemos cultivarla y movilizarla para incrementar el bienestar.

¿Cuál es el centro vital de una persona? Si nos hicieran esta pregunta, muchos responderíamos colocándonos la mano en la cabeza o quizá en el corazón, y algunas y algunos en otras partes. Sólo las personas con formación en disciplinas orientales señalarán su vientre. Allí se encuentra el tantién que, según la medicina tradicional china, es el lugar donde se acumulan nuestras reservas de energía vital. Por tanto participa de manera muy importante en el mantenimiento de la salud y el bienestar.  

Tantién, que también se transcribe tan tien o dan tian, significa literalmente “campo de cinabrio”, el mineral del que se obtiene el mercurio, que a su vez se emplea en la elaboración alquímica del elixir de la inmortalidad. 

Aunque existen diferentes opiniones sobre su ubicación exacta en el cuerpo, la mayoría de autores coinciden en que se encuentra aproximadamente unos tres dedos por debajo del ombligo –de 4 a 6 cm– y a unos 3 cm de profundidad. Según la medicina tradicional china, es el lugar donde se almacena el chi o energía vital desde donde fluye a todo el cuerpo a través de los meridianos. Por eso los practicantes  de taichí, chikung y el resto de disciplinas psicofísicas orientales se concentran en el tantién para mantener e incrementar el propio potencial energético y de salud. 

Nuestra verdadera raíz

  
Los otros dos tantién
 
  

Además del tantién inferior propiamente dicho, existen otros dos tantien de importancia similar.  

• El tantién superior o shen tantién se encuentra en el cerebro, justo por detrás del “tercer ojo” que se ubica entre las cejas. Anatómicamente se corresponden  con las glándulas pituitaria y pineal. Se asocia con la conciencia y la percepción, y es la sede de la energía espiritual. Algunos autores lo ubican en la parte más alta del cráneo, en el cruce de fontanelas. 

• El tantién medio o zhong tantién se halla en la zona del corazón y del pulmón. Se corresponde también con una glándula hormonal, el timo. Se relaciona con la vida emocional y la comunicación interna y externa. 

Los tres tantién no se corresponden en la medicina china con ningún órgano o tejido. Funcionan como centros directores del cuerpo energético. 

• El mantra om, pronunciado “aum”, actúa sobre los tres tantién. El sonido “a” resuena en la cabeza. La “u” se dirige al corazón. Al pronunciar la “m” resuena cerca del ombligo. Hace sentir la vibración del chi en cada uno de los tantién.

 
    
    

Para referirse a esta zona a menudo se recurre  a la palabra japonesa tanden o seika tanden, el centro energético del hara o “vientre”, que se relaciona con la sabiduria y la vitalidad. Como dice Osho en El Libro del Hara (Ed. Arkano), “el ser humano no está conectado con su energía vital ni a través de la cabeza ni a través del corazón”, sino de ese misterioso lugar cercano al ombligo por donde está conectado a la madre durante la gestación. Es la conexión básica; luego se desarrollan el corazón y el cerebro. 

“Hay que descender de la cabeza al corazón y del corazón hasta el ombligo”, dice Osho. Sin embargo, en nuestra sociedad tendemos frecuentemente a sobrecargar la mente, las emociones se ocultan o se desatan y la fuerza instintiva que reside en el vientre se ignora. 

El tantién es el punto desde donde mana la energía que utilizan los practicantes de las artes marciales, porque es donde se conjugan la fuerza física y la espiritual. Es el lugar donde se cultiva la confianza, la voluntad y la valentía necesaria para vivir. Es también el punto desde donde se genera el movimiento y su control permite a los practicantes avanzados desarrollar potencias y gestos que resultan increíbles al resto de los mortales. Sólo cabe admirar, por ejemplo, las hazañas físicas y mentales de los monjes de Shaolin.

El mismo punto se corresponde con el manipura o chakra del ombligo en la cultura india. En la filosofía yogui se considera la residencia del prana o energía vital que irradia todo el cuerpo.

No sólo la sabiduría oriental llama la atención sobre este rincón del organismo. También la ciencia occidental le confiere cada vez más relevancia. Actualmente se sabe que el sistema nervioso tiene un “segundo cerebro” en el intestino, que está directamente relacionado con el control de las emociones y del sistema inmunitario. Por eso cuando el miedo, la rabia o la preocupación son intensas podemos descomponernos. A medio y largo plazo, la salud parece depender en gran medida de lo que ocurre a esa altura del cuerpo. 

Lo interesante de la perspectiva oriental es que otorga a cada persona la responsabilidad de cuidar su centro energético y ofrece para ello una serie de técnicas. 

Según los maestros taoístas y budistas, concentrarse en el tantién ayuda a controlar los pensamientos y las emociones. Quien está conectado con su tantién experimenta seguridad física y mental. Es capaz de desarrollar su potencial y siente que controla las riendas de la vida. Por el contario, la desconexión provoca cambios incontrolables en los estados de ánimo y una propensión a sentir todo tipo de molestias físicas. Con el tiempo se corre el riesgo de agotar la vitalidad.

Centro de gravedad

Los escépticos pueden pensar que el tantién es una entelequia cuya existencia no está demostrada. Es cierto que no se corresponde con ninguna estructura física ni se puede detectar con tecnología alguna. Sin embargo, en posición de pie normal coincide con el centro de gravedad corporal, un punto concreto que puede determinarse mediante cálculos matemáticos. La ubicación exacta depende de las proporciones corporales, pero suele encontrarse un poco por delante de la segunda vértebra sacra o a un 55-60% de la altura. 

El centro de gravedad es el punto donde se concentra la máxima fuerza de atracción hacia la Tierra. En consencuencia es fácil entender por qué se le da tanta importancia en las artes marciales: la conciencia del centro de gravedad permite adaptar la postura para mantenerlo sobre la base de apoyo y no ser tumbado. Al tiempo favorece la aplicación de la máxima intensidad a cada movimiento, sin perder el equilibrio y realizando el mínimo esfuerzo. Como dicen los maestros, todo movimiento armónico y eficaz tiene su origen en el tantién. En cambio, los gestos y posturas que se adoptan sin tener en cuenta el centro de gravedad son vulnerables. 

Que el tantién sea el centro teórico de gravedad corporal no es un asunto que importe sólo a los practicantes de las arts marciales o los deportistas. Tenerlo presente ayuda a mantener posturas corporales óptimas que favorezcan la armonía entre las partes superior e inferior del organismo. Para ello es necesaria una alineación vertebral correcta. La postura alineada, centrada, permite moverse sin tensiones innecesarias y favorece las funciones fisiológicas, entre ellas la transmisión nerviosa desde la columna vertebral. Según las medicinas tradicionales orientales, también es preciso para la buena conexión entre el cuerpo estructural y físico, y el cuerpo sutil o energético. 

Conexión con la tierrra

Los maestros de taichí, chi kung y otras disciplinas psicofísicas orientales insistenen la necedad de asentarse y enraízarse en la tierra. Este objetivo se cumple a través del trabajo con el tantién. 

En el nivel corporal significa reforzar la estabilidad física a través de la conciencia del centro de gravedad, tanto estando quieto como en movimiento. 

En el nivel mental implica tomar contacto con la realidad en el aquí y ahora. Para ello se acalla el parloteo de la mente y se refuerza la percepción del propio cuerpo y del espacio que lo rodea. 

En el nivel cósmico, el cuerpo está expuesto a las energías del Cielo y la Tierra, del Macrocosmo y el Microcosmo. El tantién inferior recibe la energía de la Tierra. Es el vínculo con nuestra naturaleza básica, de tipo animal. Está detrás del instinto de supervivencia y de la sexualidad.

Trabajar el centro

Sacro abierto, músculos perineales fuertes y diafragma relajado son requisitos previos para el trabajo sobre el tantién.

Abrir el sacro. La mayoría de las personas acumulan tensión en los pliegues de las ingles y zonas anexas, afectando los músculos, los nervios y el flujo de la sangre y linfa, así como del chi. Para “abrir” la zona, con los pies en paralelo y separados a la altura de los hombros, las rodillas ligeramente flexionadas y hacia afuera. Intentamos mover el sacro hacia adelante y atrás sin mover las caderas.

Fortalecer el periné. Contraemos y relajamos el esfinter anal y la uretra, sin hacer demasiada fuerza, intentando distinguir entre todos los músculos implicados. Podemos hacerlo en cualquier lugar, en cualquier tiempo muerto. En la posición anterior de abrir el sacro, podemos incorporar la contracción y la relajación al balanceo. 

Relajar el diafragma. La tensión del diafragma bloquea el chi y puede provocar ansiedad crónica. Para liberarla, nos sentamos con la espalda recta y los hombros relajados. Colocamos las yemas de los dedos por debajo del plexo solar e inspiramos profundamente, llevando el aire al abdomen. Al exhalar, hacemos un poco de presión al tiempo que nos inclinamos hacia delante. Repetimos de 5 a 10 veces. 

Conciencia del centro

El cuerpo se mueve alrededor de este centro al sentarse, ponerse de pie o practicar cualquier movimiento. La conciencia del centro de gravedad nos lleva a posturas ergonómicas que evitan trastornos musculoesqueléticos y fisiológicos. Por otra parte, sabemos que en el quilibrio participan factores biomecánicos, neurológicos y psicológicos. Por eso es comprensible que el trabajo sobre es el centro de gravedad o tantién pueda provocar efectos beneficiosos sobre la psique y en todos los niveles de la organización corporal. Cuanto más completo sea este trabajo, mejores serán los resultados. Los ejercicios meramente físicos pueden ser útiles, pero si se incorporan técnicas que influyen sobre los sistema nervioso y endocrino, los efectos se multiplican. 

Mejorar el equilibrio

Determinados ejercicios, que pueden realizarse como parte de las rutinas diarias, son útiles para incrementar la conciencia corporal y mejorar el equilibrio. Por ejemplo, si trabajamos sentados, cuando necesitemos descansar del esfuerzo intelectual y estirar los músculos podemos aprovechar para ejercitar el equilibrio y la experiencia del centro de gravedad.

• Nos sentamos con la espalda recta, sin apoyarla en el respaldo y con los brazos en cruz. Nos ponemos de pie y nos sentamos de nuevo sin utilizar los brazos. En las primeras ocasiones repetimos el ejercicio tres veces y en días sucesivos vamos aumentando hasta llegar a diez. Es una práctica recomendable si se sufre de tendencia a marearse al incorporarse después de haber estado agachado.

• Caminamos con un pie detrás de otro como lo haría un equilibrista sobre la cuerda floja. Para conseguirlo, nos concentramos en la línea vertical que debe trazar el cuerpo desde la cabeza a los pies. El ejercicio se hace mejor sobre una superficie firme, sin alfombra, y contrayendo los músculos del estómago. Caminamos así un mínimo de tres metros y lo repetimos dos o tres veces al día.

• También es un ejercicio útil dar pasos hacia los costados. Frente a una pared, damos un paso hacia el lado con una pierna y luego acercamos el otro pie. Lo hacemos diez veces hacia la derecha y diez veces hacia la izquierda.

Cuando nos sintamos seguros haciendo los ejercicios podemos intentar hacerlos con los ojos cerrados. Además conviene hacer diariamente una rutina de taichí (una “forma”), cuyos movimientos lentos y continuos han demostrado ser muy eficaces en la mejora del equilibrio. También el método Pilates o los ejercicios inspirados en la técnica que refuerzan el abdomen o se realizan con grandes pelotas de equilibrio ayudan a conocer y potenciar el tantién. 

Ejercicio de respiración consciente

Cualquier disciplina que sirva para potenciar la conciencia corporal incorpora la respiración como una herramienta básica. A través de la respiración profunda y consciente, acompañada por la concentración en el tantién, se puede recuperar la calma y la seguridad. La respiración actúa directamente sobre los centros de control más profundos del organismo y, según la medicna china, aporta energía vital. 

• La primera hora de la mañana es un momento crucial. Si tras despertarnos nos entregamos inmediatamente a las urgencias y preocupaciones de la jornada, nos agotaremos antes de tiempo. En cambio, si dedicamos los primeros minutos del día a realizar una sesión de respiración consciente podemos obtener  energía para gozarla todo el día. 

 Lo ideal es situarse frente a una ventana abierta. Nos sentamos con la espalda recta, sin apoyarla, y la nuca estirada. Colocamos las manos sobre el tantién.  
 No prestamos atención a los pensamientos y nos concentramos unicamente en el movimiento del aire que entra y sale de nuestro cuerpo. Inhalamos por la nariz y dirigimos el aire hacia la parte baja del abdomen. Retenemos el aire durante dos o tres segundos y lo exhalamos por la nariz, con lentitud, mientras el abdomen va descendiendo. Es recomendable que la espiración dure el doble que la inspiración.
 Mientras respiramos, podemos visualizar cómo acogemos una esfera de luz dorada bajo las palmas de las manos, a la altura dell tantién. Sentimos cómo esta esfera se hincha y se desincha cuando entra y sale el aire. La esfera está llena de energía que fluye desde el centro vital hacia todos los rincones del cuerpo, inundando cada una de nuestras células. Según la medicina china, la mente actúa como un general que puede dirigir el flujo de la energía. Para la medicina occidental, se ha demostrado que a través de la relajación y la visualización se puede estimular el funcionamiento de las células inmunitarias. Pueden ser formas de ver las caras de la misma moneda. 
 Realizamos 15 respiraciones profundas. Al terminar, dejamos las manos cruzadas sobre el tantién, volvemos a respirar normalmente y nos tomamos unos minutos antes de iniciar las actividades diarias. En total podemos invertir unos 15 minutos en el ejercicio.
Es posible que las primeras veces resulte difícil realizar la respiración abdominal estando sentados. En las personas no acostumbradas, el aire llena primero la parte de los pulmones.En ese caso podemos realizar el ejercicio tumbados boca arriba. En esta posición es más fácil mantener el pecho relajado y dirigir el aire hacia la barriga. Si durante la jornada alguna circunstancia altera nuestro estado de ánimo, podemos volver a respirar concentrándonos en el tantién. Colocamos las manos por debajo del ombligo y sentimos cómo recuperamos rápidamente la calma. Cuanto más hayamos practicado el recurso, más rápido y eficaz será el resultado.

Alquimia corporal

Los antiguos sabios taoístas ubicaron en el tantién el laboratorio donde se combinan las energías del individuo con las procedentes del cosmos a través del aire o de los alimentos. Sólo en en este “taller alquímico” podía elaborararse el elixir de la inmortalidad o, al menos, el de la salud permanente. Por eso, la zona debe estar libre de tensiones que puedan dificultar el flujo energético y alterar los procesos fisiológicos. 

Para conseguirlo, a lo largo de milenios se han ideado todo tipo de técnicas y disciplinas. El taichí, el chikung hacen incapié en llevar la energía a la región umbilical, con el fin de recogerla y distribuirla por todo el cuerpo. 

• Podemos aplicarnos un automasaje sobre la zona abdominal que favorece la percepción del tantién, a la vez que lo fortalece.
 Buscamos un lugar tranquilo donde podamos estar tranquilos. Permanecemos  sentados o tendidos con las piernas flexionadas y la parte baja de la espalda y las plantas de los pies bien apoyadas en el suelo.
 Comenzamos colocando las palmas de las manos sobre el vientre, con los pulgares tocándose sobre el ombligo. Realizamos varias respiraciones, observando cómo sube y baja el vientre. Luego, al exhalar hacemos una presión con la yema de los dedos por debajo del ombligo. Lo hacemos tres veces.
 A continuación ejercemos presión sobre una serie de puntos, siguiendo el sentido de las agujas del reloj. Empezamos cerca de la ingle, luego debajo de las costillas y en la boca del estómago. Continuamos bajando por el lado izquierdo del abdomen, presionando debajo de las costillas, cerca de la otra ingle, en el centro del reborde púbico y, para terminar, en el tantién. Después de cada una de las presiones deslizamos las palmas de las manos desde el tantién hacia los lados. 

De la misma manera que ejercemos presión desde el exterior para potenciar el tantién, también se puede hacer desde dentro mediante ejercicios musculares. En este sentido están indicados las técnicas de fortalecimiento del suelo pélvico, tanto en mujeres como en hombres. Mantak Chia sostiene en su opúsculo Tan Tien Chi Kung que gracias a las contracciones del periné y el empuje del diafragma, el chi ejerce una presión estimulante sobre los órganos internos, las glándulas endocrinas y los vasos sanguíneos y linfáticos.       

Siete ejercicios para fortalecer el tantién

1. Océano de chi. Ponemos las manos sobre el tantién y realizamos unas cuantas respiraciones abdominales. Detenemos cada inspiración por la mitad y contraemos el periné. Completamos la respiración y espiramos lentamente. El pecho debe permanecer relajado. 

2. Lados del tantién. Colocamos las palmos a los lados del tantién e inhalamos hasta la mitad de un inspiración completa. Contraemos el ano, intentando sentir como asciende en dirección a las manos. Espiramos lentamente. 

3. Vejiga. Ponemos las manos sobre la vejiga e inspiramos. Aguantamos la respiración y contraemos el ano, sientiendo que se dirige hacia las manos. Exhalamos lentamente. Repetimos hasta que percibamos una presión fuerte en la zona de la vejiga.

4. Plexo solar. Colocamos las manos sobre la parte superior del abdomen, en el plexo solar. Inhalamos hasta la mitad, paramos y continuamos mientras ascendemos el ano. Presionamos con el abdomen contra las manos. Después espiramos lentamente.

5. Costados. Colocamos las manos sobre las caderas. Inspiramos hasta la mitad, sostenemos la respiración, continuamos inspirando, contraemos el ano e intentamos sentir como asciende en dirección a ambas manos. Espiramos lenta y conscientemente, mientras sentimos cómo se expande el tantién hacia los lados. 

6. Riñones. Colocamos las manos a la altura de los riñones, a ambos lados de la columna, e inspiramos hacia la mitad. Contraemos el ano y sentimos como asciende hacia las manos. Los riños se expanden y toda la zona lumbar se abre. Continuamos inhalando, aguantamos la respiración y espiramos lentamente. Esta respiración favorece la conservación de la energía original de los riñones.  

7. Con presión. Podemos repetir cada uno de los ejercicios anteriores, pero añadiendo una presión que ejerceremos con la yema de los dedos y que contrarresta la presión del chi desde dentro. Cada vez que se propone dirigir el ano hacia las manos, presionaremos con los dedos en dirección hacia el periné.

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