Cómo crear un grupo de consumo eco

21.11.2012
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Solo hace falta encontrar a las personas interesadas y ponerse manos a la obra.

Cuando hay muchas personas, se puede crear una cooperativa de consumo.

Las personas que desean consumir alimentos ecológicos a un precio ajustado pueden organizarse en grupos de consumo. A través de estos se pueden adquirir los productos directamente al distribuidor o incluso al agricultor, con la consiguiente reducción de gastos. Para empezar, solo hace falta encontrar a las personas interesadas y ponerse manos a la obra. En tiempos de crisis, no sólo ayuda a ahorrar sino que representa una apuesta por la economía social, más justa y solidaria.

¿Dónde hallar los socios? Muchos grupos de consumo se organizan a partir de personas que poseen un vínculo común previo. Por ejemplo, los miembros de la asociación de madres y padres de un colegio pueden organizar el grupo para abastecer el comedor escolar y las cestas de la compra familiares. Asociaciones de todo tipo pueden ampliar sus actividades organizando un grupo de consumo ecológico. La web Grupo a Grupo, iniciativa de la ONG SodePaz, también permite a gente de una misma ciudad o pueblo encontrar a otras personas para crear un grupo de consumo.

Para empezar, hace falta que haya un número mínimo de familias. Los proveedores suelen pedir un gasto mínimo semanal que se sitúa en torno a los 150 euros

¿Cuáles son las ventajas? Es importante que el grupo tenga claro cuáles son las motivaciones, porque habrá que tomar muchas decisiones que deben responder a criterios claros y compartidos. Las inquietudes pueden ser diversas:

Proveerse de alimentos sanos a un precio justo. De esta manera, los alimentos ecológicos no resultan más caros que los convencionales.
Reducir el gasto de recursos y la emisión de contaminantes, desde el huerto a la mesa (disminuyendo la cantidad de bolsas, embalajes y transportes).
Apoyar métodos de producción que no tengan un impacto negativo sobre el entorno.
Fortalecer las redes locales de colaboración entre personas y colectivos, basándose en el interés general y la solidaridad. Mientras que las relaciones comerciales convencionales están dominadas por la competitividad y la búsqueda del máximo beneficio, los grupos de consumo optan por trabajar de manera respetuosa y por mutuo acuerdo.
Muchos grupos se plantean entre sus objetivos revitalizar las huertas cercanas y reflexionar sobre los aspectos económicos, políticos y culturales en torno a la producción de alimentos y el consumo.

¿Cómo empezar? No hay dos grupos iguales. La manera de organizarse de cada uno responde a las características de las personas que lo componen y del entorno social y geográfico. Para empezar, hace falta que haya un número mínimo de familias. Los proveedores suelen pedir un gasto mínimo semanal que se sitúa en torno a los 150 euros y que suele cubrirse sin problemas con diez familias. También hay que plantearse hasta dónde se puede crecer.

Los grupos más grandes suelen constar de 40-50 familias. En la primera reunión es conveniente que se hable de lo que espera cada uno del grupo y sobre cuáles son los objetivos comunes, poniéndolos por escrito. Es normal que una o varias personas actúen como animadoras, pero debieran preocuparse de que nadie deje de ser escuchado.

Forma jurídica. Para facturar a los proveedores hace falta contar con un Número de Identificación Fiscal. Para obtenerlo, la mayoría de grupos optan por crear una asociación sin ánimo de lucro. Puede ser muy útil ponerse en contacto con un grupo con experiencia para resolver dudas burocráticas. Muchos no tienen inconveniente en ceder sus estatutos y otros documentos útiles para el funcionamiento de una iniciativa nueva.

Los grupos más grandes pueden organizarse bajo la forma jurídica de Sociedad Cooperativa Limitada. Para ello es necesario que cada socio aporte inicialmentre 3.000 euros, cantidad que puede recuperar si se retira del proyecto. Las cooperativas pueden contar con personas que realizan un trabajo remunerado e incluso pueden organizar un almacén-tienda donde los socios adquieren los alimentos al precio mínimo y el público a otro ligeramente superior (entre un cinco y un diez por ciento).

Elegir proveedores. Hay decidir los criterios de selección de productos. Habrá que debatir si siempre se elegirá el producto con aval ecológico, si en ocasiones será más deseable la cercanía, o si se preferirá un alimento más barato producido lejos u otro más caro y cercano.

Además de alimentos frescos, pueden buscarse también proveedores de alimentos de vida más larga (pasta, legumbres, cereales...)

Una decisión importante es si se acude a distribuidores o directamente al agricultor. La segunda opción es seguramente más ventajosa económica y ambientalmente, pero obliga a ceñirse estrictamente a los alimentos de temporada y a disponer de menor variedad de productos. Además, para comprar al agricultor suele hacer falta una furgoneta para recoger el pedido.

Una o varias personas deben encargarse de buscar y proponer los proveedores. Además de alimentos frescos, pueden buscarse también proveedores de alimentos de vida más larga (pasta, legumbres, cereales...) y de productos de higiene doméstica y personal.

Una decisión importante concierne al local donde se recibirá el pedido. Si no se van a almacenar productos, se puede llegar a un acuerdo con alguna entidad para disponer de un espacio durante unas horas a la semana: el tiempo suficiente para colocar los alimentos en las cestas de las familias y que estas las recojan. Pero es más cómodo tener un lugar fijo donde guardar alimentos no perecederos, colocar una nevera, un ordenador y una balanza.

Funcionamiento cotidiano. Los grupos pequeños suelen funcionar a base de cajas semanales: los socios hacen semanalmente un pedido y lo recogen unos días después. Todos los miembros participan en las tareas.

Las cooperativas grandes mantienen un local abastecido, donde los socios pueden realizar su compra en un horario amplio. Se turnan en los trabajos o pueden pagar a uno o varios de ellos para que se dediquen profesionalmente. En este caso se contribuye a la creación de puestos de trabajo dentro de la economía social.

Realizar el pedido. Los proveedores suelen proporcionar hojas de cálculo informáticas que pueden adaptarse para que las familias realicen individualmente los pedidos y obtener los totales a solicitar. Una persona debe encargarse de enviar los pedidos a los proveedores.

Colocar en los cestos. Una o varias personas deben recibir el pedido, comprobando que se corresponde con lo demandado, pagarlo y distribuirlo en las cestas familiares, que quedarán listas para ser recogidas. Para ello es conveniente que cada unidad familiar cuente con una o dos cajas identificadas con el nombre o un número. 

Las cuentas. Antes de realizar el primer pedido, cada familia aporta una cantidad que permite hacer la primera compra. Luego, cada semana se paga en función de lo adquirido. Una persona debe encargarse de recaudar los pagos de las familias y guardar las facturas de los proveedores. 

Actividad social. Como las decisiones se toman democráticamente, es necesario realizar periódicamente asambleas. También hace falta elaborar el calendario de turnos en las tareas. Además, se pueden hacer visitas a los proveedores o agricultores, mantener contactos con otros grupos de consumo –incluso es posible coordinarse para hacer compras en común– y explicar esta alternativa de consumo en centros cívicos, asociaciones de vecinos u otras entidades sociales.