Azúcares naturales, pero no tan buenos
Ahora sabemos que los endulzantes engañan al metabolismo, le hacen creer que obtiene calorías que no llegan y los desequilibrios se profundizan. Además muchos tienen efectos secundarios que pueden llegar a ser graves.
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Algunos edulcorantes son obtenidos de materias primas naturales pero no por ello son recomendables, al menos para la población en general.
El jarabe de maíz, por ejemplo, sustituye a los derivados de la caña de azúcar en la industria alimentaria. Para su elaboración se somete al almidón de maíz a un complejo proceso donde se calienta, se hidroliza en varias etapas con diferentes enzimas, se filtra, purifica, decolora y concentra hasta obtener un producto muy rico en fructosa que se encuentran en productos cotidianos como panes, cereales para desayino, salsas y platos preparados.
La fructosa en granulado puro también puede ser un problema. Tiene menos calorías que el azúcar, endulza más y se asimila lentamente, pero a partir de cierta dosis —unos 20 gramos diarios— puede producir alteraciones indeseables en el metabolismo: influye sobre los mecanismos de control del apetito y eleva los triglicéridos. Hay estudios que relacionan el consumo excesivo de fructosa con tendencias a la resistencia insulínica, la obesidad, el colesterol alto y el síndrome metabólico.