De gran sabor, fácil digestión y rico en proteínas, el fonio es un tipo de mijo (Digitaria exillis) que se cultiva en África occidental. Hasta ahora era difícil encontrarlo fuera de su área geográfica, pero dadas sus numerosas propiedades nutricionales, su rápido crecimiento y su facilidad para adaptarse a climas áridos, está empezando a ser conocido en Europa.

Se puede emplear como sustituto del arroz en cualquier receta o para preparar cous-cous. Además, con su harina se elaboran pasteles, panes o crepes, tortitas, papillas… También puede añadirse a la masa de panes y bizcochos, en combinación con harinas más panificables (como pueden ser la de centeno, espelta, trigo, etc.).

A la hora de cocinarlo, es muy importante lavar bien el grano sumergiéndolo en agua con la ayuda de un colador muy fino, ya que los granos son muy pequeños. Es necesario ir cambiando el agua hasta que salga transparente. A continuación, se cuece el fonio con la misma cantidad de agua que de grano (por ejemplo, para un vaso de fonio, se necesita un vaso de agua).

Desde el punto de vista nutricional, 100 gramos de fonio nos aportan 380 Kcal, 1,8 g de grasas (0,3 g de las cuales son saturadas), 84 g de hidratos de carbono, 6,5 g de fibra y 8 g de proteínas.