"Voci nel tempo" y Piavoli
Desconocido en España, apenas (re)conocido en el resto del mundo, “delicatessen” pues para unos pocos cinéfilos, el cine del italiano Franco Piavoli supone una atrevida ruptura con la narrativa convencional, incluida la del documental, modalidad en la que se mueve su cine (y al que se parece y no se parece), por su manera interior de contar las cosas. Sus argumentos, sus conflictos se desarrollan de manera sutil, subterránea, dentro de una forma falsamente contemplativa, pues en sus imágenes hay más reflexión humana que en algunas aparentemente profusas disertaciones verbales. No necesita diálogos Piavoli: el susurro de sus imágenes lo cuenta todo.
El cine de Piavoli es un cine alegórico, que no críptico. Pausado, sensitivo, llega al alma. No apto para impacientes. En Voci nel tempo (1996), el director italiano nos habla de la vida y su transcurrir, de la infancia y la vejez, de los temas universales: el amor, el desengaño, la soledad… Le basta colocar la cámara, colorear la fotografía de una manera hermosa, mirar hacia las cosas pequeñas, grandes en su sentido, para hablar de todo eso que realmente nos importa. Su cine parece sencillo, pero no lo es. Cada uno de los sus encuadres, muchas veces verdaderos cuadros, están seleccionados y meditados, sin dejar al azar más que la espontaneidad de los seres que estén en ellos. Piavoli es meticuloso, un artista de la imagen, un autor: escribe, produce, dirige, fotografía, monta… Y este control absoluto de las distintas facetas que componen la realización de una película ofrece un cine auténtico, personal. Único. Podríamos encontrar vasos comunicantes con Jaime Rosales, pero básicamente en la forma, ya que sus posicionamientos ante el mundo se encuentran enfrentados: cada uno de ellos retrata la vida de una manera, el italiano desde la exaltación, el español desde el pesimismo.
Hay mucho detrás de los surcos en el cuello de un anciano labrador, de la mirada perdida de una mujer madura, de los niños jugando de Voci nel tempo… A Piavoli, además, le interesa especialmente el mundo rural, aquel donde la vida parece desarrollarse de una manera más auténtica, pero no es el costumbrismo lo que le importa, sino la vida interna de sus personajes, siempre en relación con el entorno en el que viven, de ahí que dedique largos planos a contextualizar el espacio físico en el que habitan, de las pequeñas cosas (los insectos, las flores...) a las grandes (el pueblo visto desde lo alto). En Voci nel tempo asistimos a la niñez y a la vejez, la juventud y la madurez, con alegría, nostalgia, serenidad...
Admiro y envidio a Franco Piavoli porque ese, y no otro, es el cine que realmente me gustaría hacer, un cine aparentemente normal, casi doméstico en sus formas y en su contenido, pero con una profunda reflexión sobre la vida. No es por esto, empero, por lo que me gustaría parecerme a él, sino por su capacidad para rodar el entorno, de una manera absolutamente bella, relajada, sin aspavientos, con la mirada de quien sabe observar. Poner la cámara sobre el trípode, captar las espigas de trigo al viento, las gotas del rocío cayendo, como si fuera un documental sobre naturaleza, pero sin serlo, porque a Piavoli no le interesa solo mostrar, sino que la imagen, poética, sugiera significados.
Hay que descubrir a Piavoli. Merece la pena.
Texto: José Manuel Serrano Cueto.
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