Kanimambo, miradas de Mozambique
Es Kanimambo una película extraña, mezcla de documental y ficción; un film seccionado en tres partes y con un marco y tema en común: Mozambique y las enfermedades y/o minusvalías (síntomas, a su vez, de un país que sufre y padece desde hace décadas). No es casual que la película esté centrada en Erati, donde se desarrolla desde 2005 un programa sanitario, y que se muestre con especial cuidado la labor y dedicación del médico al que interpreta el excelente actor Abdelatif Hwidar, director a su vez de la primera parte, reforzando así el mensaje positivo y esperanzador que se pretende transmitir.
Kanimambo es una película desigual, pero con cierto encanto y hasta misterio, gracias a la manera con la que cada uno de sus tres directores (Hwidar, Carla Subirana y Adán Aliaga) se enfrenta a la propuesta (a su parcela y al conjunto). De los tres cortometrajes, quizás el de Subirana, “Madalena”, cuenta con más entidad propia, alejándose un tanto de la forma y el estilo al que se acogen Hwidar y Aliaga, manifestando así una mayor implicación personal a través de la búsqueda de una mujer enferma de sida a la que prometió hacer una película. Si bien esta muy presente primera persona, voz en off mediante, puede suponer un lastre, su documental resulta al cabo interesante para comprender, efectivamente, cómo la implicación del cineasta con su obra puede afectarle personalmente, convirtiéndose su trabajo no ya en una mera exposición de la realidad, sino en una herramienta de autoconocimiento. La forma con la que Subirana se expresa está muy ligada a ella, casi procede del subconsciente (imágenes oníricas inclusive) y es precisamente esto lo que más puede achacársele: teniendo que hablar de una cierta realidad social, finalmente habla más de sí misma. Con toda su entidad, “Madalena” resulta la más dispar de las tres historias y podría sacarse del puzle final sin que el conjunto se resintiera, pero perdería, eso sí, una mirada única y auténtica.
Aún con su distancia, los episodios de Abdelatif Hwidar y Adán Aliaga guardan mayor relación: ambos se acercan más a la ficción, aunque el documental fluya internamente, e incluso cuentan con la figura del doctor. En su relato, “Custodio”, Hwidar es más convencional, centrándose en la relación del médico, su paciente (un hombre que ha tenido una bala en la espalda desde hace 20 años, evidente metáfora de las heridas sin cicatrizar, como ya ha apuntado algún que otro crítico) y el hijo de este, un chaval que representa el esfuerzo titánico al que los niños han de enfrentase en sus tareas cotidianas.
El fragmento de cierre, “Joana”, correspondiente a Adán Aliaga, desprende una mayor fascinación gracias a una especie de fábula protagonizada por una niña sordomuda que ayuda a un ciego cantor anciano, simbiosis vital para sobrevivir en un país donde la solidaridad debiera ser fundamental y que adquiere especial significado cuando la pequeña logra “oír” / sentir las canciones del ciego en una imagen que podría trascender como el necesario entendimiento al que personas, y pueblos, deben acogerse.
Kanimambo (2012). España.
Directores: Abdelatif Hwidar, Carla Subirana, Adán Aliaga. Color. 100 minutos.
En cines.
Texto: José Manuel Serrano Cueto.
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