Aforismos de la mirada admirada
Debemos mucho, acaso demasiado, pero lo todavía más pendiente, la gran deuda de esta sociedad es devolver alguna mirada admirada hacia el derredor.
Si eres capaz de contemplar con la suficiente intensidad formarás parte del espectáculo.
Los sentidos solo alcanzan su pleno sentido cuando sientes al paisaje dentro de ti.
Paisaje, quieto o discurriendo al otro lado de la ventanilla: ¡pobre del que no mira!
Si acompañas a tu mirada en su viaje aéreo, acaso tras un ave, tendrás condición atmosférica: leve, limpia, inmensa…
Los amores del ojo con la luz nos han preñado de la más necesaria descendencia: ¡una mirada admirada!
Ida y vuelta: Sales de ti con la mirada que te trae las caricias de la lontananza.
Mira hasta que mirada fertilice a lo mirado.
Absorto pues absorbo el paisaje.
Todos los horizontes son buenos poemas.
A veces no hay mejor vestido para lo que ves que tu vista.
Nada tan veloz como la absolutamente quieta contemplación. Cuando sales ya has llegado.
¡Cómo se desprecian a sí mismos todos esos que desprecian el ponerse sencillamente a mirar!
Contemplando me abandono para reunirme con lo mejor de mí mismo.
De hecho contemplar es acudirte.
Todo paisaje no sentido está ya muerto.
Suma ese gran alivio de que lo contemplado no demanda nada más de ti que una grata y gratuita admiración.
En el lenguaje de la contemplación todo se escribe con luz.
Si te alcanza la fortuna de contemplar con admiración te conviertes en contenedor de lo que te contiene. Y entonces el paisaje sonríe.
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