Vino ecológico, respeto por el consumidor y por el planeta

Con más de 57.000 hectáreas, España es líder mundial en superficie de viñedos ecológicos o en conversión.

Actualmente, los vinos ecológicos son capaces de ganar en las catas a las marcas de caldos con más solera.

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Las fiestas de invierno pueden ser más alegres si las regamos moderadamente con vinos y cavas de verdad. De verdad porque han sido elaborados sin recurrir a plaguicidas ni otros productos químicos que dan “sabor” a los caldos convencionales. Nos referimos a los ecológicos, los más saludables, elaborados con respeto a la naturaleza y a los consumidores.

Un sector en auge

El sector español de los vinos ecológicos ha experimentado un crecimiento espectacular en los últimos años. Por sus particularidades climáticas, España cuenta con unas condiciones óptimas para el desarrollo de la agricultura ecológica. Actualmente, con más de 57.000 hectáreas, España es líder mundial en superficie de viñedos ecológicos o en conversión, según los datos presentados por la Asociación de Empresas de Agricultura Ecológica de Navarra (AEN) durante la última edición de la Feria Internacional del Vino Ecológico (FIVE) en Pamplona. De este modo, se sitúa por delante de Italia, que cuenta con 52.273 ha, y de Francia, con 50.208 ha.

Por otra parte, si echamos la vista atrás y repasamos los datos del Ministerio de Agricultura, podemos observar que en 2001 España contaba con apenas 11.840,86 hectáreas de cultivo de viña ecológica y 135 bodegas y embotelladores de vino, mientras que en 2011 esta cifra subió hasta alcanzar un total de 456.

A pesar de todo, lo cierto es que todavía queda mucho camino por recorrer, sobre todo en lo que a relación entre producto y consumidor se refiere. El consumo interior de vinos y cavas ecológicos va aumentando poco a poco, pero el principal destino de los mejores vinos nacionales sigue siendo la exportación, principalmente a Alemania, Suiza, países nórdicos y el sudeste asiático, con Japón, China y Corea del Sur a la cabeza.

Diferencias entre ecológico y convencional

Las diferencias entre los vinos ecológicos y los convencionales empiezan en el cultivo de la viña. De entrada, en los viñedos ecológicos no se utilizan fertilizantes químicos. Éstos, además de contaminar con nitratos la tierra, provocan una uniformización de los terrenos que atenta contra la diversidad en los sabores. En la viticultura ecológica únicamente se emplean compost vegetales, a menudo elaborados con los sarmientos de las podas de las cepas y los residuos de la propia elaboración del vino. De este modo se preserva la fertilidad de la tierra y se evita la contaminación del terreno, el agua y la atmósfera con productos tóxicos.

Contra las plagas, en lugar de plaguicidas sintéticos se utilizan feromonas y sales minerales, como el sulfato de cobre y el azufre. Además, las barricas no pueden limpiarse con detergentes. Solo sirve el agua caliente o a presión. Una vez obtenido el mosto, el filtrado se realiza con elementos naturales que no liberan sustancias contaminantes y, como agente antimohos, se utiliza la cantidad mínima posible de anhídrido sulfuroso. Como resultado, aparte de carecer de residuos de plaguicidas, los vinos ecológicos contienen un 33% menos de sulfuroso, lo que reduce el riesgo de sufrir problemas gástricos y resacas.

Además de ser más saludables, su otra gran baza es la calidad. Actualmente, los vinos ecológicos son capaces de ganar en las catas a las marcas de caldos con más solera. Al elaborarse según métodos artesanales, desde el cuidado de la cepa al embotellado, resultan vinos de sabor original, con mucha personalidad y una alta calidad organoléptica. En gran parte estas particularidades se deben a su origen, pues las plantas de las que procede su uva deben reaccionar a las condiciones de su entorno y expresarse por sí mismas, sin los apoyos que proporcionan los aditivos sintéticos.