¿El aceite de coco puede ser sostenible y ecológico?
La popularidad del aceite de coco se ha disparado debido a sus atributos naturales y su amplia versatilidad. Especialmente entre aquellos con un estilo de vida ecológico y saludable, pues un producto que resulta tan útil en la cocina como en los tratamientos de belleza caseros representa una gran victoria para la sostenibilidad.
El aceite de coco tiene una historia controvertida. En el mundo occidental, el producto fue vilipendiado en la década de 1950 por su alto contenido de grasas saturadas, pero volvió a ganar popularidad a principios de la década de 2010 cuando se descubrió que podía reducir los niveles de colesterol, gracias a sus ácidos grasos de cadena media. Antes de eso, el aceite de coco tenía una larga historia de uso en las regiones tropicales donde crecen los cocoteros, incluidas Indonesia, Filipinas e India.
Actualmente el aceite de coco gana terreno en las cocinas europeas y se utiliza ampliamente en la industria cosmética, donde se encuentra en productos como bálsamos labiales y barras de labios, hidratantes, autobronceadores, cremas de afeitar y after shave, jabones, geles, champús, acondicionadores, protectores solares, mascarillas faciales y muchos otros productos de higiene y belleza.
¿Cómo se hace el aceite de coco? Los métodos de extracción en frío generalmente son más amigables con el medio ambiente, ya que no requieren solventes ni procesos de refinación, como desodorización y blanqueo, y requieren menos energía.
Algunas técnicas utilizan un proceso de extracción a baja presión a partir de la pulpa fresca, que ahorra energía y al mismo tiempo produce biomasa sostenible, como cáscaras y cáscaras de coco que se pueden reutilizar como combustible.
El aceite de coco se elabora presionando la pulpa de coco fresca o seca, que también se usa para producir leche de coco y hojuelas o copos de coco secas.
Mejor el aceite de primera presión en frío
Existen básicamente tres tipos de aceite de coco: virgen o virgen extra, refinado y parcialmente hidrogenado.
- El aceite de coco virgen puede ser prensado en frío o con ayuda de vapor o calor.
- El aceite de coco refinado se consigue filtrando el aceite prensado para eliminar cualquier impureza o bacteria, así como el sabor y el olor. En el proceso de refinado a menudo se usa un solvente químico llamado hexano, un líquido incoloro que se ha relacionado con neurotoxicidad en animales (por eso, cada vez más marcas anuncian “sin hexano” en sus etiquetas de aceite de coco).
- En el aceite de coco parcialmente hidrogenado, la pequeña cantidad de grasas insaturadas presentes de forma natural se combina con hidrógeno para prolongar la vida útil y mantener una textura sólida incluso en temperaturas cálidas.
Los cocoteros no son un problema tan grave como la palma de aceite
En general, el principal problema ambiental asociado con el cultivo de coco es la deforestación, pero los cocoteros no están asociados con el mismo nivel de destrucción de la selva que las palmas de aceite.
Por otra parte, los cocoteros generan más productos, como leche de coco, crema, agua y carbón activado, y crecen bien junto a otros cultivos como el banano, el café y el cacao, integrándose de manera más natural con el entorno circundante, mientras que las palmeras de aceite no se mezclan bien con otras plantas.
Los cocos también se cosechan a mano en lugar de con maquinaria que consume mucha gasolina.
Un problema es que los cocoteros se vuelven menos productivos a medida que envejecen, y reemplazarlos con árboles más nuevos para satisfacer la demanda puede afectar negativamente la calidad del suelo y hacer que los agricultores dependan más de los fertilizantes químicos para mantenerse productivos.
En este sentido, la elección de aceite de coco de producción ecológica, que se cultiva sin utilizar pesticidas y herbicidas sintéticos, es una garantía.
En definitiva, el aceite de coco tiene el potencial de ser una alternativa mucho más sostenible que otros aceites, como el de palma, especialmete si el producto es ecológico.
¿El cultivo de cocos puede ser “justo”?
Es muy común ver el aceite de coco anunciado como de "comercio justo''. El cultivo del coco se ha ganado una mala reputación por el uso de trabajo infantil y, en algunos casos, trabajo de monos, así como de trabajadores mal pagados y trabajadores ilegales.
Según el Departamento de Trabajo de los Estados Unidos, los cocos representan una de las principales fuentes de trabajo infantil y trabajo forzado en Filipinas, con casi el 45% de toda la población infantil trabajadora (entre 5 y 14 años) en la industria agrícola.
En 2020, una nueva investigación de PETA Asia descubrió que todavía se usaban monos para recoger cocos en al menos ocho granjas importantes en Tailandia, y se observó que explotaban a los animales.
La certificación de “comercio justo” ayuda a identificar marcas que brindan a los agricultores un salario digno y utilizan métodos de cultivo que tienen en cuenta la sostenibilidad ambiental y los derechos de los animales.
El problema del transporte
No es ningún secreto que el transporte de alimentos a largas distancias es una preocupación creciente en lo que respecta a las emisiones de gases de efecto invernadero.
Cuando un producto que se produce principalmente en un número limitado de países gana una inmensa popularidad en otras partes del mundo, como cuando la gente en los Estados Unidos y Europa se obsesiona con el aceite de coco producido en Indonesia y Filipinas, contribuye enormemente a las emisiones del transporte.
Además del mero transporte, ya sea por barco, camión o avión, el aceite de coco requiere ser envasado en vidrio o plástico para aumentar la vida útil mientras va del punto A al punto B.