Rejuvenecer con el ayuno

0 comentarios

El ayuno es una práctica terapéutica capaz de resolver numerosas dolencias. Además, permite que el cuerpo se libere de grasas y toxinas y eche mano a su sabiduría interna para resolver tensiones y recuperar la paz. Durante el ayuno se suele tener a menudo la sensación de «regresar a casa».

El ayuno bien realizado puede ser una terapia de primer orden. Colesterol, hipertensión arterial esencial, cansancio, alergias, dolor crónico, asma, reumatismo, artritis reumatoide... Hay pocas «enfermedades de la civilización» que no mejoren gracias a él. Por eso existen clínicas y hospitales que ofrecen el ayuno como una vía válida tanto para restablecer la salud como para ganar claridad interior y para personas sin dolencias graves está la opción de hacer ayunos en casa, accesibles a todos e incluso trabajando, como por ejemplo La Cura de Savia y zumo de limón (Cura Neera). 

UNA CAPACIDAD DEL CUERPO 

Si nuestro cuerpo no fuera capaz de alimentarse eficazmente de sus propias reservas nuestra especie ya habría desaparecido de la Tierra. El acceso permanente a alimentos no deja de ser una novedad para el ser humano, y por desgracia no lo es aún para muchos de nuestros congéneres. Por supuesto, el cuerpo nos impele a alimentarnos a diario –¡se trata del sistema más sostenible!– pero está capacitado para conservar sus capacidades físicas y mentales hasta que surja una nueva oportunidad de obtener comida.

En el ayuno, ante la ausencia de alimentos, primero se consume la glucosa circulante y después las reservas de glucógeno de hígado y músculos, que proporcionan energía de 24 a 48 horas. En ese proceso intervienen hormonas como el glucagón, implicado en el metabolismo del glucógeno, y el cortisol, que ejerce un efecto antiinflamatorio. Ambas son responsables de la autorregulación y de buena parte de los efectos del ayuno: disminuyen la glucosa, el colesterol, los triglicéridos y la insulina, se ralentizan el ritmo respiratorio y cardiaco y desciende la tensión arterial.

La segunda fase del ayuno se caracteriza por el consumo de grasa corporal, una de cuyas funciones es precisamente almacenar energía. La hipoglucemia pone en marcha los mecanismos que activan ese proceso. Un kilogramo de grasa suministra 9.000 kilocalorías, lo que aporta energía al cuerpo para varios días. En esta fase, que puede prolongarse dos o tres semanas (mientras haya reservas de grasas), desaparece el apetito y aumenta el nivel de serotonina, hormona que incrementa la tranquilidad y la confianza. 

Se constata una mejora significativa del humor, una reducción del dolor y una mejora de la sensibilidad de los receptores celulares de la insulina. Algunas proteínas no indispensables para el organismo también son eliminadas.

TAN NATURAL COMO EL SUEÑO 

Quien realiza un ayuno debe superar sobre todo el escollo de los primeros días, al variar de hábitos. Más tarde sorprende la claridad mental y la estabilidad de ánimo que se experimenta. 

Digerir alimentos consume una buena cantidad de energía, que en este caso se ahorra, e implica un notable trabajo del sistema inmunitario, encargado de identificar los elementos útiles y eliminar los patógenos. Esto libera al cuerpo de tareas derivadas del intercambio con el mundo exterior y le permite centrar sus energías en reequilibrarse internamente. 

La inapetencia que causan ciertas enfermedades posee por ello a menudo una finalidad curativa y debería respetarse dentro de ciertos límites. Como en el sueño, nuestro ser está en reposo y se potencia la capacidad autocurativa del organismo. 

Quien ayuna evoca -en cierto sentido- a una persona que limpia a fondo su casa, saneando la despensa o el trastero, dirimiendo entre aquello de lo que es factible desprenderse y aquello que es preciso valorar y conservar. Lo notable es que en el ayuno descubrimos que podemos confiar plenamente en el cuerpo. Posee una sabiduría y unos recursos que quizá no habríamos imaginado. ese proceso físico tiene su correlato a nivel mental e incluso espiritual. Tras el ayuno las personas quieren adoptar una vida más sana y tienen más claro qué desean hacer y qué no. 

CONSEJOS PARA AYUNAR BIEN

En el primer ayuno es útil el apoyo de alguien con experiencia. Conviene seguir ciertos consejos. Escoger el tipo de ayuno. Puede ser total (solo se bebe agua, unos 3 litros al día); el ayuno Buchinger (se toman caldos, infusiones y zumos,  es más llevadero que el total); o con la  popular Cura de Savia y zumo de limón (un ayuno completo o intermitente a base de los sirope de arce y palma). 

La cura de savia y zumo de limón [clicar aquí para conocer más detalles de cómo hacerla] es muy conocida, acaso la más adecuada si se tiene que realizar trabajando o como no, hacerla en unas vacaciones o días de descanso.

Si se trabaja hay que recordar que el ritmo del cuerpo es más lento (no conviene exigirle un alto rendimiento); aumenta la sensibilidad hacia las agresiones e injusticias; conviene asearse y desplazarse con tiempo; el aliento podría ser desagradable, y hay que intentar acostarse pronto. Se debe beber agua pura en abundancia y con regularidad. Muchos problemas de malestar al inicio del ayuno se evitan con un día de preparación. Puede tomarse solo fruta (1,5 kg repartidos en tres comidas) o bien arroz integral o copos de avena cocidos y compota de manzana. 

UNA OPCIÓN TERAPÉUTICA AVALADA POR LA CIENCIA

La esperanza de vida aumenta en los países occidentales paralelamente a la incidencia de numerosas enfermedades crónicas, que siguen un curso ascendente, a pesar de la aparición de nuevos medicamentos. La escasa eficacia real de muchos de esos fármacos o sus efectos secundarios alientan la búsqueda de alternativas terapéuticas por parte de los pacientes. Si consideramos el tratamiento farmacológico de las enfermedades crónicas, es evidente que nos hallamos en un puerto muerto en bastantes sentidos.

Para superar esas y otras dolencias existe una opción terapéutica muy personal: la antigua tradición del ayuno, avalada por las religiones, ignorada por la ciencia durante mucho tiempo y que genera desconfianza en un amplio sector de la población. Pero desde hace más de un siglo en muchos países, sobre todo en Alemania y Estados Unidos, se profundiza en diferentes métodos de estudio donde un número creciente de personas está adoptando la práctica de realizar ayunos periódicos.

Los investigadores indagan qué pasa en nuestras células durante la restricción calórica del ayuno. Y también: ¿mediante qué mecanismos el ayuno puede curar?, ¿en qué patologías resulta eficaz?

Según el bioquímico Dr. Valter D. Longo (Universidad de California), que lleva años estudiando los beneficios del ayuno, empezó investigándolo como una manera de propiciar la longevidad, pero más tarde comprobó que también tenía implicaciones en el tratamiento del cáncer. En sus últimas investigaciones, Longo, uno de los mayores expertos del mundo en medicina tumoral, afirma que el ayuno o ayunos intermitentes logran debilitar las células cancerígenas, el sistema inmune se refuerza y el cuerpo está más preparado para poder superar la enfermedad.

Valter D. Longo acaba de publicar un libro ‘El ayuno contra el cáncer’ (editorial Grijalbo), que recoge los resultados de diez ensayos clínicos sobre ayuno intermitente y oncología, además de plasmar sus conocimientos sobre la llamada dieta de la longevidad. En su libro anterior, ‘La dieta de la Longevidad’, recomendaba el ayuno intermitente en la prevención de la enfermedad y como complemento para terapias contra el cáncer, cosa que ahora está promoviéndose en centros hospitalarios de Los Ángeles (EEUU).

El doctor Longo dará una conferencia titulada "The Longevity and Fasting Mimicking Diets in Longevity and Diseases" (sobre longevidad y ayunos cortos) durante las XXVII Jornadas Internacionales de Nutrición Práctica que se llevarán los días 15 y 16 de marzo de 2023 en Madrid.

Más información sobre el libro y la dieta de la longevidad y los ayunos cortos del Dr. Valter D. Longo en un próximo artículo de El Correo del Sol. 

Archivado en: