La sauna en casa, un lujo para la salud
Una sauna en casa. La idea suena a lujo nórdico, sin embargo la realidad es que resulta más asequible que otros muchas comodidades o accesorios domésticos con menos ventajas para la salud.
Cualquier hogar, incluso un piso de ciudad, puede acoger una pequeña sauna donde relajarse, fortalecer el sistema inmunitario, mejorar la circulación y eliminar toxinas.
Existen pequeñas cabinas para una o dos personas cuyo tamaño no supera el metro de lado y los 2,10 de altura. Se pueden colocar hasta en un cuarto de baño espacioso, con la única condición de que disponga de una ventana al exterior y se mantengan separadas de las paredes unos 10 cm para evitar condensaciones. Pero resulta evidente que si uno se puede estirar para sudar es mejor. Para ello basta una cabina de dos por dos metros. Quien quiera sudar en familia o con amigos debiera plantearse instalar una sauna con cinco o más metros cuadrados. Lo ideal sería tener una salida al exterior para poder refrescarse al aire libre.
El suelo donde se quiera colocar la sauna debe ser completamente plano para que la cabina esté apoyada correctamente. La superficie más recomendable es la de cerámica, que se recubre con las típicas rejillas de madera, porque se deja limpiar de forma sencilla. La instalación de la cabina no supone obras mayores.
Buena madera
La calidad de la madera elegida justifica las diferencias de precios. Para el forrado de las paredes interiores los fabricantes de calidad utilizan abeto canadiense o abeto nórdico (cada una se encuentra en diferentes calidades). Ambos tienen los anillos muy juntos y no se resienten por el calor ni la humedad. Gracias a eso la cabina se mantiene más aislada y estable.
Es más difícil ver saunas de otras maderas clásicas como la de álamo temblón, aliso o chopo. Éste último es adecuado para los bancos de asiento porque es de poro abierto, no tiene resinas ni astillas y apenas reacciona a las fluctuaciones de temperatura y humedad. Muchos fabricantes utilizan abachi africano porque tiene propiedades similares. Aún no se pueden encontrar saunas construidas con maderas de origen ecológico controlado, como las que poseen el sello FSC.
La termomadera es un producto de reciente aparición en el mercado. Se trata de madera expuesta durante muy poco tiempo a temperaturas entre 160 y 250 grados para disminuir su absorción de humedad, reducir su capacidad de deformación y aumentar su capacidad aislante. Lo malo de la termomadera es que tiene tendencia a astillarse, por lo que a menudo se trata para evitarlo.
Caliente o húmedo
El corazón técnico de toda sauna es el horno que está regulado por un termostato en el que se puede indicar la temperatura deseada. La mayoría de los hornos, que deben ser capaces de llevar la temperatura interior del habitáculo hasta los 100 grados, se calientan con electricidad. Para un rendimiento de 6 a 10 kW/h es necesario una conexión de 380 voltios con la toma de corriente, que debe ser realizada por un electricista autorizado. Sólo las cabinas más pequeñas pueden funcionar con un enchufe ordinario.
La electricidad calienta unas resistencias metálicas que transfieren el calor a unas piedras volcánicas. Éstas almacenan el calor durante mucho tiempo y sobre ellas puede verterse agua para que se evapore y aumente la humedad en el habitáculo (no obstante, no hay que olvidar que en la sauna el calor debe ser seco la mayor parte del tiempo).
Tipos de sauna
Una vez se ha encontrado el lugar idóneo para montarla se tiene que elegir el modelo de sauna más adecuado.
• La sauna de elementos independientes se construye con planchas de madera dotadas de un elemento aislante, generalmente una fibra mineral, corcho o lana de oveja. Su precio, para una sauna de 4 metros cuadrodos se sitúan entre los 2.000 y los 5.500 euros, incluido el horno eléctrico.
• La de tablones de madera maciza, de 44 a 60 mm de espesor, que se encajan entre sí con elementos metálicos es más tradicional, pero debido al calor y a la variación de la humedad se pueden deformar. Para evitarlo se prensan las maderas y se ajustan periódicamente mediante sistemas sencillos. Su precio es algo más caro que el de la sauna de elementos, pues está entre los 2.500 y los 7.500 euros.
• En ambos tipos de sauna, para una hora de baño de sudor se calcula un consumo de 6 a 9 kw/h, es decir, menos de un euro según las tarifas vigentes, lo que representa un placer asequible.
• Existen saunas de elementos en kit para montarlas unos mismo. Bastan dos personas un poco mañosas y en un día, con la única ayuda de un destornillador eléctrico y un nivel, se pueden levantar su sauna. No es necesaria ninguna herramienta profesional. Sólo la conexión eléctrica puede ser cosa de un especialista.
• Quien tenga sitio en el jardín o la terraza puede hacerse una casita de sauna. La construcción es parecida a la sauna de interior. Sólo se precisa un espacio cementado y un buen aislamiento de la humedad. Para cabañas de sauna de hasta 30 m cúbicos no suele ser necesario ningún permiso, sólo mantener las distancias debidas con el vecino.