Elegir una alfombra artesanal
Son de materiales naturales, pero tienen inconvenientes que hay que conocer.
Una buena alfombra es todo lo que hace falta para que una casa se convierta en un auténtico hogar. Puedes encontrarte entre cuatro paredes, sin muebles, sin objetos personales, pero si puedes extender tu alfombra preferida, te sentirás acogido. Esta magia es atributo especial de las alfombras orientales, quizá porque cada una atesora en su diseño y confección una herencia de siglos.
Por otra parte, las alfombras tupidas ayudan a insonorizar y a evitar las pérdidas de calor. Las artesanales, confeccionadas con pura lana, seda o algodón, son duraderas y versátiles. Tienen la cualidad de convertir en único el espacio que visten. Su secreto reside seguramente en que han sido confeccionadas con una técnica tradicional única: en un ejemplar típico hay unos cincuenta nudos hechos a mano por centímetro cuadrado. Es el fruto de un trabajo concienzudo, que garantiza la calidad estética y la durabilidad.
Las auténticas alfombras orientales son apreciadas también por sus colores y diseños. En las confecciones artesanales -que se han de preferir siempre- los tintes son obtenidos de materias primas naturales.
Colores sintéticos
Las imitaciones industriales recurren a los tintes sintéticos que contaminan las aguas a su paso por las factorías. Los colores de una alfombra artesanal cambian con el paso de los años, pero esto forma parte de su encanto y valor. Por otra parte, las alfombras artesanales no contienen colas adhesivas que puedan desprender compuestos volátiles tóxicos, a menudo cancerígenos, como el benceno, el tolueno o el formaldehído.
Las imitaciones sintéticas están elaboradas con productos derivados del petróleo, como nylon, poliéster o polietileno. En cambio, las fibras naturales proceden de fuentes renovables, son biodegradables y no contribuyen a que el ambiente se cargue de estresantes iones con carga eléctrica positiva.
El lado oculto
Pero no todo es bonito en el mundo de la alfombra. Sea natural o artificial, si se descuida, es terreno idóneo la proliferación de mohos, ácaros y toxinas ambientales que no desaparecen ni con la limpieza al vapor. Las de lana, además, están inevitablemente contaminadas con plaguicidas antipolillas, aunque los expertos discuten si se liberan de la alfombra a la atmósfera hogareña en cantidades preocupantes. Por todo ello no es extraño que las alfombras estén en el punto de mira de los médicos [Artículo relacionado: Pon una alfombra de lana en tu vida].
Por otra parte, disfrutar de una alfombra exige asumir responsabilidades, como si se tratara de una mascota. Para evitar reacciones alérgicas y problemas respiratorios, los expertos recomiendan una limpieza profesional cada tres meses... pero la alfombra puede llegar de la tintorería con nuevos contaminantes, a menos que sus métodos sean suaves y ecológicos. Una auténtica alfombra artesanal nunca debe limpiarse con detergentes agresivos que estropean la fibra y los colores. Además resultan peligrosos para la salud –especialmente de los trabajadores– y el entorno.
Otros materiales naturales
Las últimas tendencias apuestan por modelos discretos elaborados con materiales naturales. Se trata de alfombras más baratas que las clásicas de nudos, suelen ser muy fáciles de colocar y casan casi con cualquier tipo de decoración.
Hay todo tipo de materias vegetales en el mercado: yute, coco, algas, sisal, bambú, papel... El más común y asequible suele ser el yute, mientras que el sisal y las algas son los más resistentes. Las alfombras de coco son más rugosas y rústicas. Las alfombras de papel entrelazado, muy vistosas pero menos habituales, son muy finas y más delicadas.
Su principal inconveniente es que no son muy sufridas respecto a las manchas y tienen mucha menos vida por delante que las de lana, algodón o seda. Por cierto, los gatos suelen elegirlas para hacerse las uñas.
El mantenimiento de un tesoro
• Cuando se produce un desperfecto en la alfombra vale la pena recurrir a un experto para su reparación. Así se impide que el roto vaya a más y se alarga la duración de una alfombra que puede haber supuesto una inversión cuantiosa.
• La alfombra nunca debe quedar expuesta a la luz del sol. Tampoco es buena idea que se encuentre en un lugar de mucho paso. De vez en cuando podemos cambiar su orientación para que toda la superficie se use por igual. En cualquier caso, se debe andar descalzos sobre la alfombra, que no debe soportar ningún mueble pesado.
• Se deben aspirar diariamente, las manchas han de limpiarse inmediatamente, y cada tres a cinco años deben ser lavadas a mano por un profesional.