"El desarrollo sostenible no tiene marcha atrás"

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Pinta oscuro para el medio ambiente en el 2018, pero Paloma Durán tiene la mirada puesta en el 2030, y piensa que muchos de los procesos que ya están en marcha son imparables.

Paloma Durán / Foto de Carlos Fresneda

Al frente del Fondo para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (SDGF), Paloma Durán, valenciana visionaria y optimista por definición, está empeñada en tender los puentes hasta ahora insalvables entre la economía, la sociedad y el medio ambiente.

Su paso por la Cumbre de la Sostenibilidad de The Economist en Londres dejó huella.

¿Estamos acaso en un momento de parálisis ambiental desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca?
El desarrollo sostenible no tiene marcha atrás. Se trata de un concepto que sirve de referencia en muchos países y que está ya integrado en la actividad principal de infinidad de empresas. Puede darse el caso de un país concreto, en este caso Estados Unidos. que tome una decisión en uno u otro sentido. Pero el mundo va ya por otro lado. Hay muchos países comprometidos y avanzando en los objetivos de desarrollo sostenible.

¿No hay acaso una crisis de liderazgo en cuestiones ambientales?
En el tema del desarrollo sostenible, el liderazgo viene desde hace tiempo de otros lugares: de los países nórdicos a América latina. Colombia, sin ir más lejos, es uno de los países que más ha contribuido a impulsar la idea de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Tampoco podemos olvidar que el Fondo SDGF se creó con una contribución inicial de España. En apenas tres años estamos ya operativos en 22 países y afectando a las vidas 1.500 millones de personas.

¿Diecisiete objetivos para el 2030 no son tal vez muchos?
Las agendas están para poner las metas altas. Así fue como se avanzó con los Objetivos de Desarrollo del Milenio, y con la lección aprendida estamos intentanto avanzar. Las tres áreas en las que ha habido acuerdo desde el principio son la seguridad alimentaria y la nutrición, el acceso al agua y al sanemiento y el desarrollo económico inclusivo. Por primera vez, y creo que esto es muy importante, se reconocen los factores económicos, sociales y ambientales como las tres patas de la mesa. Otro paso adelante muy significativo es que la responsabilidad no recae estrictamente sobre los Gobiernos, sino que las empresas y la sociedad civil se embarcan como actores principales.

"Las empresas y la sociedad civil se embarcan como actores principales"

¿No es una manera de reconocer que los Gobierno no aportan lo suficiente? ¿No es acaso también una oportunidad para que las empresas hagan “greenwashing” (“lavado verde” con fines publicitarios)?
La implicación del sector privado es vital, pero no para suplir, sino para sumar en todo caso a las aportaciones de los Gobierno. Las empresas que han practicado desde hace décadas la filantropía o que aplicaron la responsabilidad social corporativa abrieron la brecha, pero eso no es suficiente ya. Las empresas no pueden conformarse con ser meros “donantes” en programas de desarrollo, sino “socios” auténticamente implicados, que lo hagan más allá de una cuestión de imagen. Muchas de ellas han incorporado la  sostenibilidad a su propio ADN, y han reconocido la estrecha relación de los factores económicos, sociales y ambientales.

“Lo que es bueno para el medio ambiente es malo para la economía…” Esa es la ecuación que ha predomiando durante décadas y que vuelve a defender Trump…
No podemos olvidar que la finalidad de las empresas es generar beneficios, pero esa ecuación de beneficio a toda costa (en detrimento del medio ambiente o de la sociedad) ya no nos sirve. Tenemos que generar situaciones “win-win”, en las que todos salgamos ganando, empezando por los propios trabajadores… Uno de los avances que hemos logrado por ejemplo en Asia es que una gran compañía (prefiero no dar el nombre) se comprometa a instalar ventiladores en todas sus fábricas. Desde Europa puede parecernos algo evidente, pero en muchos lugares donde fabrican productos que consumimos todos los días aún no lo es.

Cuéntenos algún caso concreto de programa del ODS que haya puesto en danza a todos los “actores”…
El Food Africa, por ejemplo, en el que están colaborando muy activamente los hermanos Roca, en calidad de embajadores de Buena Voluntad de la ONU. Resulta que en Nigeria, que es prácticamente el principal productor mundial de tomates, el 75% de la cosecha se desaprovecha. Una de las zonas más productivas es precisamente Kaduna, donde existe el problema de Boko Haram y donde existe un altísimo nivel de desempleo juvenil. El objetivo del programa es la creación de un Centro de Excedencias, dedicado sobre todo a la preservación y la preparación del tomate, y también a la comercialización y a la creación de cooperativas… Para ayudar a crear conciencia sobre el hambre y el despilfarro alimenticio, los hermanos Roca han creado el Bombón Kaduna, que incluye como ingrediente los tomates secos y abren una vía de comercialización de producto.

La idea de “desarrollo sostenible” en muy distinta en el norte y en el sur ¿Cómo se concilian las dos visiones?
No hay una receta universal de desarrollo sostenible, es cierto. Por eso dentro de los objetivos cada país un amplio margen de acción y la capacidad para liderar en capítulos concretos. Ahora bien, la pobreza sí es universal, y es lamentable cómo en los países ricos siguen existiendo bolsas muy significativas de pobreza. Y cómo en los países de rentas medias se ha producido un reparto muy desigual de la riqueza.

¿Se puede combatir al mismo tiempo el cambio climático y la desigualdad económica?
Se puede, y tenemos que encontrar la fórmula, implicando a todos los actores y empezando desde la base. Si hay unos objetivos que yo considero prioritarios de aquí al 2030 es garantizar el acceso a la educación de todos los niños del mundo, acabar con el hambre y erradicar la pobreza. Hay otros que considero también fundamentales, como la igualdad de género, la reducción de las desigualdades, una energía asequible y no contaminante y unas pautas más responsables de producción y consumo.

17 objetivos para el 2030

Los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se pusieron en marcha en el 2016 como prolongación de los Objetivos del Milenio de la ONU, ampliando el radio de acción y reconociendo el vínculo entre los retos económicos, sociales y medioambientales a los que se enfrenta el planeta.

Los ODS están pues profundamente interrelacionados, requieren un espíritu de colaboración entre todos los agentes y tiene muy en cuenta a las generaciones futuras:


1. Fin de la pobreza.
2. Hambre cero
3. Salud y bienestar
4. Educación de calidad.
5. Igualdad de género.
6. Agua limpia y saneamiento.
7. Energía asequible y no contaminante
8. Trabajo decente y crecimiento económico
9. Industria, innovación e infraestructura
10. Reducción de la desigualdades
11. Ciudades y comunidades sostenibles,
12. Consumo y producción responsables.
13. Acción por el clima.
14. Protección de la vida submarina.
15. Protección de los ecosistemas terrestres.
16. Paz, justicia e instituciones sólidas,
17. Alianzas para lograr los objetivos.