Autosuficiencia en casa

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Annie-Jeanne Sauvage aprendió a ser autosuficiente en una granja de los Pirineos. Nos ofrece dos recetas para hacer nosotros mismos: cómo elaborar tintura de caléndula y mostaza casera.

Este artículo es un extracto de su libro Hacia la autosuficiencia en casa, publicado por la editorial La Fertilidad de la Tierra.

- ¿Me puedes enseñar a hacer tu crema de día de geranio?
- El ambientador vetiver/cedro para el aseo, es magnífico, quiero la receta.
- Y tu detergente, ¿cómo lo haces?... ¡con ceniza! Estupendo, ya estaba harta de comprar productos, y además no sé qué hacer con la ceniza de la estufa.
- ¿Me pasas tu receta de yogur de soja? No sabía que eran tan fáciles de hacer.
- Y tu estufa para que suba el pan, ¿en qué consiste?
- No puede ser, ¿también haces en un alambique casero tus aguas florales?

A fuerza de oír estas exclamaciones podría terminar pensando que poseo secretos maravillosos. Sin embargo, no tengo ningún mérito, tan sólo hago aquello para lo que estoy hecha: vivir con toda sencillez en medio de la Naturaleza, impulsada por el deseo de ser cada vez más cómplice de ella.

Caminar hacia la autonomía fue al principio una elección. De esa elección emanó una lógica inequívoca que me llevó hacia estas pequeñas tareas cotidianas, de las que ni siquiera había sospechado su importancia.

En mi infancia, con mi abuela, aprendía a esterilizar las conservas de judías, a comprobar las gomas que podían emplearse otra vez, a controlar el grado de cocción de la confitura de fresas, a etiquetar el sirope de frambuesa, a limpiarlo todo con los cristales de sosa del tarro de gres guardado bajo el fregadero, a fregar los cristales con vinagre y a limpiar las baldosas de la estufa con periódicos… Tantos gestos que me complacían, sin saber que iba a poder ponerlos en práctica en mi propia casa algunos años más tarde.

Ya llevo ¡35 años! en una granja pirenaica. Tiempo suficiente para poner a punto algunas recetas, para mejorarlas, aunque no siempre al primer intento. De hecho, ¿durante cuántos años habré hecho comer a mi valerosa familia el pan que no había subido bien porque, en nuestra vieja casa con “corrientes de aire”, no sabía dónde encontrar el lugar adecuado para hacer subir la masa?

Cuando abrimos al público Los Jardines del Sortilegio, estas ganas de transmitir las prácticas y conocimientos adquiridos enseguida vieron la luz, traduciéndose en la realización de talleres en los que las preguntas de los participantes, y también sus inquietudes, han quedado claramente expuestas, permitiéndome profundizar aún más en esos temas. Debo reconocer que cuando se ha perdido la transmisión filial (madre-hija o abuela-nieta) se necesita un acompañamiento.

Espero que el libro Hacia la autosuficiencia en casa juegue ese papel. Las recetas son sencillas y muy detalladas, y en el están también los fundamentos y orientaciones para la reflexión, para que cada uno pueda hacerlas suyas y personalizarlas. No pretende ser un tratado exhaustivo sobre el vasto campo de las “Artes domésticas”, tan sólo transmitir unas recetas que conozco bien porque las pongo en práctica en la vida cotidiana.

He aquí algunas ideas para remar tranquilamente hacia la autonomía:
- Valorad vuestras necesidades reales. Sin duda son menores de lo que pensáis.
- Asumid que un mismo producto puede tener diversos usos.
- Desechad la idea equivocada de que los productos de consumo, por su bonita presentación, o por haber sido ensalzados por la publicidad, son mejores que los vuestros. Esto podría parecer una perogrullada, y sin embargo ponerlo en práctica
ya no resulta tan evidente… La autonomía no se adquiere con un clic de ratón en internet, sino con la práctica habitual, fácil de aplicar cuando se está dispuesto.
- No tratéis de querer hacerlo todo inmediatamente, tomaos vuestro tiempo. Este último medio siglo de consumo a ultranza, hoy en día hegemónico, ha desterrado muchos de nuestros impulsos de “hacerlo uno mismo”, y hemos perdido la confianza en nosotros.

Ir a contra corriente requiere tiempo y energía, pero el riesgo vale la pena: una gran parte de nuestra autonomía doméstica depende de ello.

Además de ahorrar, decidiendo además por vosotros mismos los componentes de los productos que formarán parte de vuestro día a día alimentario, doméstico, de salud, de higiene y de estética, tendréis la satisfacción de dominar un poco mejor vuestro entorno… Y eso, hoy en día, vale su peso en oro.

¿Qué tal si nos ponemos manos a la obra?

TINTURA DE CALÉNDULA

El poder antiséptico, cicatrizante, antifúngico y antimicótico la convierten en el remedio para muchos problemas cutáneos: acnés, aftas, parásitos como la tiña. En gargarismos contra la tos. Para limpiar y favorecer la cicatrización de las heridas…

Dependiendo de la graduación del alcohol utilizado, diluid la tintura en más o menos agua cuando vayáis a emplearla.

Por ejemplo, sobre una compresa para una herida, o para un gargarismo, si vuestro preparado está hecho con alcohol de 90º, bastará una dosis de un tapón de tintura por 2 de agua. Si el alcohol empleado es de 40º, haced mitad y mitad. La sensibilidad al alcohol de la parte a tratar será la que os guiará en la dosificación y la frecuencia de las curas.

Elaboración
La receta es sorprendentemente corta: plantas frescas, alcohol (aguardiente para fruta de 40º, o alcohol no desnaturalizado de 70 a 90º).

En un tarro de un litro lleno de plantas frescas, ligeramente apretadas, las cubrimos con alcohol. Cerrad la tapa y dejad que macere durante 3 semanas como mínimo dentro de casa a una temperatura suave pero sin sol, sacudiéndolo de vez en cuando.

Filtrad lo que quepa en un pequeño frasco de vidrio teñido, para su uso inmediato, y dejad macerando el resto, que seguirá incrementando su concentración.

Las alcoholaturas caseras se elaborarán con plantas activas pero no tóxicas. Además, las dosis diarias serán pequeñas.

Dicho esto, cuanta más planta contenga vuestro tarro más rica será vuestra alcoholatura.

MOSTAZAS

Hacer nuestra propia mostaza no resulta complicado. Su elaboración ni siquiera necesita cocción, tan sólo el remojo de las semillas. Las semillas de mostaza se pueden comprar en una tienda ecológica en el lineal de las semillas para germinar, o directamente a un viverista ecológico comprando semillas de mostaza para abono verde, que es más barato al ser envases de mayor tamaño.

Ingredientes
 110 g de semillas de mostaza blanca
 90 g de vinagre de manzana, o limón
 1 vaso de vino blanco
 8 cucharadas de aceite de oliva
 4 buenas pizcas de sal fina

Receta
Poned en remojo durante 3 horas las semillas de mostaza en el vinagre y el vino blanco. Al cabo de ese tiempo las semillas se han vuelto lo bastante tiernas como para poder aplastarlas con los dedos. Vertedlas en un robot o batidora y añadid el aceite y la sal.

Triturad durante unos minutos hasta obtener la consistencia deseada. Obtendréis una “mostaza a la antigua usanza” más o menos suave dependiendo del aceite que se añada.

Ponedla en pequeños botes y cubridla completamente de aceite antes de cerrar.

Importante: después de usarla y antes de colocarla en el frigorífico, volved a mezclarlo todo y cubrid de nuevo con aceite. Este reemplazará agradablemente a los numerosos conservantes que contiene la mostaza habitual.

Truco: Podéis elegir la fluidez del producto final jugando con la cantidad de líquidos añadidos. Anotad bien vuestra receta ideal para poder reproducirla.

Otras recetas
Para hacer una mostaza al natural, sustituid simplemente el vino blanco por agua. Y si por el contrario queréis sofisticarla, no dudéis en añadir hierbas aromáticas como el ajo, raíz de rábano picante triturada (1 cucharilla por cada 100 g de mostaza), especias como el curry, o plantas nutritivas como la ortiga o la cola de caballo en polvo fino, id añadiéndolas poco a poco hasta que la mostaza coja color. Reajustad el aceite si hace falta.

Este artículo es un extracto del libro Hacia la autosuficiencia en casa, de Annie-Jeanne Sauvage, publicado por la editorial La Fertilidad de la Tierra. Annie-Jeanne enseña en esta obra a elaborar panes, yogures, dulces y confituras, o conservas, bebidas y licores; a preparar embutidos y patés a base de carne o de pescado para el invierno; a completar un botiquín con plantas y recursos naturales; a fabricar jabones, champús, dentífrico, colonias... Está basada en su experiencia y práctica en el cuidado y alimentación de su familia, con verdaderos alimentos, con recursos naturales y sin esquilmar ni ensuciar el Planeta. Toda la experiencia y saber hacer que la autora reunió a lo largo d décadas en la granja Terran, en Sengouagnet en los Pirineos. Allí y durante más de treinta años practicó la agricultura y la jardinería ecológica, y aprendió a ser autosuficiente. Su libro El Huerto Medicinal Ecológico surgió de su práctica en el jardín y de su diplomatura en Herboristería en la famosa Escuela de Plantas Medicinales y Saberes Naturales de Lyon. En su granja aprendió no sólo a convivir con las plantas silvestres sino a sacarles provecho, y fue publicando algunos libros de recetas culinarias tradicionales. Desde 2012 ha abierto para cursos y estancias prácticas la Association Jardins de Sortilege (en Milhas), donde ha terminado de completar su nuevo libro. Editorial: La Fertilidad de la Tierra. Número de páginas: 272. Precio: 22 €.

 



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