La verdadera razón por la que deberías lavar bien el arroz antes de comerlo (y 4 errores más que cometes al tomar algunos alimentos)

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Disfrutamos de algunos alimentos por su sabor, mientras que elegimos otros por sus nutrientes saludables. Sin embargo, al consumirlos, puedes cometer algunos errores que hacen que tu cuerpo solo absorba una parte de todos los nutrientes o incluso que se conviertan en poco saludables.

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Te mostramos cinco alimentos que muchas personas consumen de forma incorrecta. En algunos casos depende de la preparación. En otros, de cómo combinas los alimentos o, incluso, cómo los comes. 

1. Comer arroz sin lavarlo antes

Mucha gente come arroz con regularidad. Por eso es aún más importante preparar el grano de forma que se garantice que entren al organismo la menor cantidad posible de sustancias nocivas. Sin embargo, muchas personas cometen el error de no lavarlo antes de cocinarlo.

El arroz tiene un contenido de arsénico bastante alto en comparación con otros alimentos. El metaloide se puede encontrar en el suelo por razones naturales o  artificiales y se acumula en el arroz durante el cultivo. Cuando se consume, penetra en el cuerpo humano.

Los compuestos inorgánicos de arsénico son cancerígenos. Desde 2016, existen límites en toda la UE para el contenido de arsénico en el arroz y en algunos productos a base de arroz.

Es "poco probable" que el consumo de arroz que contenga arsénico tenga consecuencias graves o que se produzcan daños en la piel, vasculares o en el sistema nervioso. Sin embargo,  no se pueden definir “niveles seguros de ingesta”. Por tanto, tiene sentido minimizar el contenido de arsénico del arroz consumido.

Esto es posible, por un lado, utilizando arroz blanco. El arroz integral suele tener un mayor contenido de arsénico que el arroz blanco porque el contaminante está más concentrado en las capas exteriores del grano. Sin embargo, el arroz blanco también contiene menos nutrientes saludables.

La mejor manera de cocer el arroz

Para cocinar el arroz, es recomendable seguir la recomendación de la BBC que, tras las pruebas realizadas por el profesor Andrew Meharg, aconseja remojar el arroz antes de cocinarlo (si es posible durante varias horas), enjuagarlo bien y luego hervirlo en una proporción de una parte de arroz a cinco partes de agua.

Otra forma de reducir la ingesta de arsénico es evitar, si es posible, productos como tortitas de arroz. En estos también se midieron niveles de arsénico más altos que en el arroz blanco.

2. Calentar el limón

Muchas personas recurren a remedios caseros cuando tienen síntomas de resfriado. Uno de ellos es el limón caliente. Y no en vano, las bebidas calientes estimulan el flujo sanguíneo a través de las mucosas y pueden aliviar a corto plazo el dolor de garganta y la tos.

Algunas personas también esperan que la vitamina C de los cítricos proporcione un refuerzo inmunológico. Sin embargo, es fácil cometer un error al preparar el limón caliente. A diferencia de las infusiones, no se debe verter agua hirviendo sobre el limón porque la vitamina C es sensible al calor. Es mejor simplemente entibiar el líquido.

Si bebes limón caliente con miel, debes mantener la temperatura por debajo de los 40 grados centígrados, ya que la miel tampoco debe calentarse demasiado.

3. No preparar bien la avena o combinarla mal

Vierte leche sobre la avena y listo. Para muchos, esto puede parecer un buen comienzo del día. Sin embargo, si comes copos de avena por su contenido en hierro, no es la mejor idea.

Algunas sustancias inhiben la absorción de hierro no hemo de los vegetales, como los fitatos, que también se encuentran en la avena. Además de con la avena, ocurre con las legumbres y los cereales integrales.

Para mejorar la asimilación del hierro, puedes preparar la avena como gachas, es decir, cocíendola unos minutos, o dejándola que macere durante la noche (overnight oat).

No es sólo la preparación de la avena influye en la absorción del hierro. También puedes cometer errores a la hora de elegir una bebida. Porque por ejemplo los taninos contenidos en el café y el té negro inhiben la absorción de hierro. Por tanto, es recomendable no beber café ni té negro durante o poco después de comer avena. 

Si quieres obtener la mayor cantidad de hierro posible de los copos de avena, puedes añadir a las gachas una fruta rica en vitamina C o disfrutarlas junto con una vaso de zumo de naranja o un kiwi, porque la vitamina C aumenta la absorción de hierro en las fuentes vegetales.

4. Comer las zanahoria en crudo

¿Pelar una zanahoria, cortarla en palitos y merendar con un dip? No hay nada de malo en esto, pero para obtener la mayor cantidad de nutrientes posible de la zanahoria, no es la mejor manera de comerla. 

Por un lado, la mayoría de los nutrientes se encuentran inmediatamente debajo de la piel de las zanahorias, por lo que es mejor no pelarlas. Si te preocupan los pesticidas, es mejor que las compres ecológicas. En cualquier caso, conviene lavar las zanahorias antes de comerlas y, si es necesario, frotarlas con un cepillo para verduras.

Otra razón por la que mordisquear zanahorias crudas no es lo ideal, es porque no le dan al cuerpo tanto acceso al betacaroteno, un precursor de la vitamina A. Esto es lo que le da a las zanahorias la reputación de ser buenas para la vista.

Cocinar zanahorias favorece la liberación de carotenoides, también ayuda mezclarlos con un poco de aceite, porque el betacaroteno es liposoluble. Procesar las zanahorias hasta convertirlas en pulpa tiene un efecto aún mayor. Lo mejor es una combinación de las tres medidas (cocción, aceite y hacerlas puré).

5. Comer el maíz demasiado rápido

Si has disfrutado de una mazorca de maíz en una barbacoa o las has cocido al vapor, es probable que al ir al baño después de unas horas te encuentre con los granos de maíz prácticamente enteros.  Eso quiere decir que no has aprovechado todos sus nutrientes.  

El error está en comer el maíz demasiado rápido. Si te tomas tu tiempo y masticas los granos, le das a tu cuerpo la oportunidad de absorber las vitaminas y las sustancias antioxidades que se encuentran en el maíz.

El interior del maíz se compone principalmente de almidón, pero también contiene diversas vitaminas, como la vitamina E, así como minerales como el potasio y el fósforo.

Hay otro punto que hace que no digiramos completamente el maíz: el calentamiento. A partir del almidón se pueden formar dextrina, un componente que no es fácil de digerir. Puedes comer el maíz fresco crudo.

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