En ritmo con la naturaleza: el reloj de los pájaros (escucha sus cantos) (II)
No solo las flores tienen un reloj diario, también el mundo animal sigue el ritmo de la naturaleza. Los pájaros nos enseñan las horas y las estaciones e incluso nos pueden avisar de peligros.
No hay un sonido más característicos de la primavera que el canto de los pájaros por las mañanas. Ser despertado por ellos es una manera mucho más agradable de entrar en el día que ser arrancado de las garras del sueño por un estridente pitido de despertador.
De forma parecida a lo que ocurre con el reloj de las flores, las voces de los pájaros también se oyen a diferentes horas. El concierto de los pájaros es dirigido por la salida del sol, los estímulos que reciben de su alrededor y la estación del año. A medida que se va acercando el verano, el canto es más tempranero. Su reloj biológico interior se corresponde con el ritmo de horas diurno, la migración, la muda, y determina el cortejo y la cría.
Pero no deja de ser curioso que no todos los pájaros empiezan a cantar puntuales a la salida del sol. Cada especie tiene su momento. Esto significa que los primeros cantos se oyen antes de la salida, cuando aún hay cierta oscuridad, y se van sucediendo hasta que sale el sol y después.
Es decir, los pájaros se han puesto de acuerdo, se han concertado para educadamente no cantar a la vez y ofrecernos un armónico concierto.
El canto de los pájaros sigue una serie temporal exacta. Se suelen encontrar representaciones gráficas de este reloj de pájaros en senderos de naturaleza. El siguiente listado muestra un reloj de sol de especies autóctonas y las horas a las que se puede oír cantar a lo largo de la salida del sol:
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• 70 minutos antes de la salida del sol: El petirrojo se le une |
• 60 minutos antes de la salida del sol: El mirlo entra en escena. |
• 50 minutos antes de la salida del sol: El cuco despierta y le siguen: |
• 40 minutos antes de la salida del sol: El pinzón. |
• 30 minutos antes de la salida del sol: El mosquitero común |
• 10 minutos antes de la salida del sol: El gorrión
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• 5 minutos antes de la salida del sol: El carbonero común |
• Casi exactamente cuando sale el sol: El estornino |
• 5 minutos tras la salida del sol: La curruca capirotada |
• 10 minutos tras la salida del sol: El jilguero |
• 30 minutos tras la salida del sol: El pico picapinos |
Y de nuevo por la tarde
En las horas centrales del día el canto de los pájaros se hace cada vez más débil hasta desaparecer. Al transcurrir la tarde se vuelve a hacer más perceptible y hasta la puesta del sol va aumentando.
Sólo algunas especies de pájaros cantan de noche y suponen una excepción: el ruiseñor, la alondra totovía y el carricero.
El reloj de los pájaros evidencia que éstos mantienen un orden a la hora de cantar y al final del día acaban su canto en la misma posición.
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¿Pero cual es el motivo del concierto matinal de los pájaros? Se trata de cantos que marcan territorio y en primavera son especialmente intensivos. Sólo cantan los machos para atraer a las hembras y para mantener lejos a sus rivales. La meta es dar a conocer a las hembras su disposición al apareamiento y eso lo hacen con cantos a mayor volumen, de mayor intensidad y con mayor frecuencia.
Es determinante el volumen. Cuanto más alto cante el macho, en mejor estado físico parece hallarse y más posibilidades tiene de ser elegido por una hembra.
Un determinado repertorio de estrofas y las variaciones de cante también tienen un efecto de atracción de las hembras y junto con el volumen de canto aumenta la protección del territorio.
Los pájaros jóvenes aprenden el canto intentando imitar a los pájaros adultos. Puede tardar hasta 100 días hasta que dominan las canciones y con ello aprenden el “lenguaje”.
Los pájaros en el ritmo de la gran ciudad
Los investigadores han descubierto que la vida en la ciudad cambia el ritmo biológico de los pájaros. La luz y el ruido de la gran ciudad influencia el comportamiento de canto y el reloj interno.
Para poder competir con el ruido imperante algunos pájaros aumentan mucho el volumen de su canto o echan mano de soluciones creativas. Algunos se convierten el auténticos gritones y otros cambian su ritmo de canto natural.
Por ejemplo, los ruiseñores aumentan exponencialmente el volumen de su canto en la ciudad si se comparan con los de campo. Por la mañana, cuando comienza el tráfico, gritan contra el ruido lo que les supone un esfuerzo titánico.
De forma similar sucede con el carbonero común. En la ciudad silban mucho más alto, más rápido y durante menos tiempo que en el campo. Apuestan por frecuencias más altas y disminuyen el tiempo de pausa entre canto y canto para distinguirse de las bajas frecuencias, el retumbar y el rugir de la ciudad.
El canto por naturaleza suave del petirrojo no es apropiado para competir con el ruido de la ciudad. Él ha desarrollado otra táctica para hacerse oír: cantar por la noche. El petirrojo de la ciudad se convierte en ave nocturna cuando por la naturaleza no lo es. Eso significa que goza de menos hora de sueño y fases de regeneración, así como más estrés.
También el mirlo cambia su reloj interno en la gran ciudad. Los mirlos urbanitas tienen de promedio 40 minutos más de actividad que su congéneres de campo y su día por tanto también empieza antes. Esto significa que su reloj interno corre más rápido y es más susceptible de error que el de los mirlos campestres.
La evolución de los pájaros en la ciudad se lleva a cabo en una especie de cámara rápida. Con esta estrategia se pueden adaptar a la vida ruidosa y de gran luminosidad de las grandes urbes. Por tanto la vida urbana supone, al igual que para el ser humano, un gran factor desencadenante de estrés. Pero a diferencia del ser humano, los pájaros no pueden cerrar las ventanas dobles y aislarse por un tiempo del ruido continuo.
Tanto en la ciudad como en el campo no debemos dejar de prestar atención a la llamada de la naturaleza y escuchar los cantos de los pájaros a lo largo del día, y podemos disfrutar identificando cada canto con el pájaro que lo emite.
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