Del semillero a la tierra
Cuando las plantas del semillero o las repicadas tienen el tamaño adecuado es cuando hay que plantarlas en plena tierra.
El frío y la fragilidad de algunas plantas durante la germinación de las semillas y en las primeras fases de desarrollo obligan a recurrir, muchas veces, a siembras en semilleros. De esta forma, es posible controlar la temperatura, la humedad y el resto de condiciones idóneas para la germinación de las semillas y el crecimiento de las plantitas en sus primeros estadios antes de trasplantarse a la tierra. Pero, además, algunas plantas sembradas en semillero protegido precisan también de un repicado en macetitas para que se aclimaten, enraícen y se fortalezcan mientras mejoran las condiciones climáticas externas y así podamos trasplantarlas al aire libre, cuando ya no haya riesgo de heladas.
Cuando las plantas del semillero o las repicadas tienen el tamaño adecuado –entre cinco y diez centímetros, las plantas de hoja y el grosor de un lápiz, las de raíz–, han enraizado bien y están fuertes para soportar el frío o el calor exterior, es cuando hay que plantarlas en plena tierra. Eso sí, conviene que el trasplante se lleve a cabo por la tarde a fin de que las plantas sufran lo menos posible del calor y de la deshidratación del sol del mediodía y que tengan la posibilidad de aclimatarse durante la noche.
A las plantas de hoja como las lechugas, las escarolas o las acelgas, se les suele cortar la parte superior de las hojas –unos dos tercios– para reducir la evapotranspiración, y a los plantones de cebollas y puerros, además de cortarles las hojas, se les recortan también las raíces a un centímetro de la base.
Profundidad de trasplante
Cuando plantamos plantas a raíz desnuda o con cepellón, suelen surgir dudas sobre cuál es la profundidad ideal a la que deberíamos enterrarlas. Pues bien, no existe una norma general, sino que ésta varía dependiendo del tipo de planta. Mientras que las raíces de los plantones de lechugas o de escarolas los enterraremos hasta la base de las primeras hojas, en el caso de coles, pimientos o berenjenas, lo haremos justo por encima del cepellón.
En el caso de las plantas de tomate, al trasplantarlas, enterraremos su tallo varios centímetros y éste emitirá nuevas raíces en toda su longitud bajo tierra. Por el contrario, si enterramos parte del tallo de las coles, corremos el riesgo de que sea devorado por los insectos de la tierra o de que se pudra y tenga un desarrollo deficiente. La regla común a todas sería plantar a ras de tierra o, en todo caso, no cubrir el tallo más de un centímetro por encima de la línea del sustrato del cepellón o de la zona de arranque de las raíces cuando trasplantamos a raíz desnuda.
Distancia de plantación
En la mayoría de manuales de cultivo hortícola se especifican las distancias idóneas de plantación o de siembra de cada planta. De hecho, existen muchas variedades, con desarrollos y portes muy diferentes. Podemos cultivar lechugas romanas, capaces de alcanzar 30 centímetros de diámetro o más, o unos cogollos que apenas tendrán 15 centímetros de grosor. Y con las escarolas pasa algo similar. Una escarola normal alcanzará entre 25 y 40 centímetros de diámetro, mientras que una escarola gigante del hortelano puede llegar fácilmente los 60 centímetros, tamaño similar al de una col de repollo o a una coliflor.