'Despertar a la tierra' nos invita a reconectarnos con la naturaleza
Raúl Álvarez nos ofrece el testimonio de personas que viven en estrecha relación con la tierra y nos anima a recuperar la esencia del ser humano como parte integrante de la naturaleza.
MÁS INFORMACIÓN La película está disponible en DVD (versión original con subtítulos en castellano). Se puede comprar a través de la página de Raúl Álvarez: Land Awakening. Durante el mes de noviembre, la película está siguiendo un tour por España. Para saber cuáles son los próximos pases, consulta la página de Facebook de Land awakening: facebook.com/LandAwakeningDoc |
Sentados en una cafetería del barrio barcelonés de Gracia, pocas horas antes de un nuevo pase de Despertar a la tierra en Barcelona, Raúl Álvarez me cuenta con entusiasmo el proyecto en el que ha empleado tres años de su vida: un documental construido a partir de las experiencias y reflexiones de una serie de personas que viven en estrecha relación con la tierra. A través de un viaje que empieza en España y le lleva por diversos países del Mediterráneo antes de volver a Canadá, el director mexicano-canadiense comparte con el espectador un aprendizaje que le permite cuestionar paradigmas sobre la alimentación y la agricultura. Sus vivencias y los testimonios que presenta la película, invitan a la reflexión y nos hacen ver que, si queremos que nuestro planeta tenga futuro, debemos cambiar el modo en que nos relacionamos con la tierra.
De la agricultura ecológica a las plantas silvestres
La idea de hacer este documental surge en 2009, cuando Pablo, el hijo de Raúl, le comenta que quiere hacer “wwoofing” en España. WWOOF es una red mundial de granjas ecológicas que funciona mediante un sistema de intercambio: el voluntario trabaja en la granja durante una temporada a cambio de comida, alojamiento y la oportunidad de aprender sobre agricultura ecológica y sobre un estilo de vida más sostenible.
Raúl decide seguir los pasos de su hijo y, equipado con su cámara de vídeo, se dispone a rodar un documental con las experiencias que le depare el viaje. Su primer destino es la finca de Elia Rodríguez y Vicente Méndez en Galicia, agricultores con más de 30 años de experiencia.
“La película empieza hablando de agricultura ecológica. Visito a una pareja de agricultores en Galicia que crecieron haciendo agricultura como la hacían sus abuelos antes de que se empezaran a usar fertilizantes químicos, pero se dieron cuenta del daño que podían provocar estos fertilizantes”, me cuenta Raúl. En el documental, Elia lo deja claro: “veías el desarrollo como el modelo químico y lo de tus abuelos como algo atrasado”. Todo hasta que un médico amigo les comentó que cuando hicieran tratamientos químicos en el campo no cogieran a los niñosen brazos. Estas palabras les abrieron los ojos. "Te das cuenta de que tú eso no puedes comerlo y, si no puedes comerlo, tampoco puedes venderlo. Te das cuenta de que el adelanto es lo que hacían nuestros abuelos, el atraso es lo que hacemos ahora”, explican Vicente y Elia ante la cámara.
Tras este primer contacto con la agricultura ecológica, Raúl nos introduce en el mundo de la permacultura y de la agricultura natural. “En este concepto, inventado por el agricultor japonés Masanobu Fukuoka, tú no aras la tierra, no la fertilizas, no usas ningún tipo de pesticida ni sustancia química, pero tampoco la aras, simplemente envuelves las semillas en arcilla, las dejas secar y las dejas libres. La filosofía de este concepto se basa en la tradición zen, donde dejas que las cosas sucedan por sí mismas, no intervienes o intervienes lo menos posible, con el objetivo de que la naturaleza tome su propio balance.”
Dejar que la tierra mande
Los personajes que desfilan ante la cámara de Raúl nos muestran precisamente que el problema del agotamiento de la tierra llega por la voluntad del ser humano de intervenir y controlarlo todo. No solo la agricultura basada en el uso de sustancias químicas ha agotado el suelo, sino que hemos llegado a un punto en el que nosotros decidimos por la tierra, le decimos qué es lo que nos debe dar, sin darnos cuenta de que en realidad debe ser ella quien mande. Raúl lo tiene claro, “lo ideal es un proceso en el que tú solo estás observando y ayudas a crecer lo que tiene que crecer, a la vez que te adaptas a comer lo que la tierra va dando. Es algo que va más allá de la agricultura ecológica, donde tú decides qué quieres que la tierra dé. De alguna manera estás luchando con la naturaleza, quitando las supuestas malas hierbas, lo que crece libre, ya estás tratando de controlar, como queremos controlarlo todo.”
“Al final de la película, a partir de hablar de las plantas silvestres con François Couplan, empiezo a hacer una reflexión, un poco espiritual, sobre esta separación que tenemos de la naturaleza y cómo el consumismo nos separa aún más de ella. Al consumir no nos cuestionamos de dónde vienen las cosas que compramos. Aparte de ecológico, es muy importante comprar local. No te tienes que ir a vivir al campo, pero sí que puedes ser solidario con el granjero que vive cerca. Es importante que asumamos esa responsabilidad. Uno de los personajes del documental dice ‘hace años que no como una piña’, porque si esa piña la traen desde Brasil, tiene un impacto económico, ecológico y social. Compramos piña de Brasil, donde hay gente que se está muriendo de hambre, arando campos para que nosotros comamos esa fruta. Es lo de siempre, hay que tener una conciencia global y trabajar de manera local.”
La sostenibilidad como opción de vida
La lista de personajes que aparecen en Despertar a la tierra es larga. En su viaje conoce a personas que han optado por dejar la ciudad y trasladarse al campo, como los integrantes de la cooperativa Xicòria, en Montblanc. Richard Wade e Inés Sánchez, del Instituto de Permacultura Montsant, y Jamie Nicol, desde la cooperativa Mas Franch, nos muestran cómo la permacultura permite recuperar la fertilidad de la tierra y nos presentan nuevas posibilidades para vivir de una forma más coherente con el entorno y con nosotros mismos.
Fuera de nuestras fronteras, Barbara Garofoli, desde Umbria (Italia), nos acerca al concepto de la agricultura natural, que consiste en ofrecer a la tierra semillas de todo tipo para que ella escoja qué es lo que quiere darnos en función de las posibilidades que tenga en cada momento. Panos Manikis, discípulo de Fukuoka, nos explica que lo primero que debemos preguntarnos no es qué queremos plantar, sino cómo vamos a crear un suelo fértil. Finalmente, el doctor en botánica François Couplan, reflexiona sobre la necesidad de que el ser humano retome el contacto con la naturaleza y nos muestra las infinitas posibilidades que presentan las plantas silvestres.
Gracias a estos testimonios y a los de otras personas que viven en contacto con la tierra, Raúl Álvarez nos anima a entrar en el flujo de la naturaleza, dejar la batalla y empezar a colaborar con ella. Si conseguimos hacerlo, la tierra nos seguirá alimentando con su fruto.