DOSSIER ¿Por qué muere la gente en Huelva?
El temor de los onubenses a la contaminación estaba justificado. Un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas relaciona la presencia excesiva de varios contaminantes con una incidencia mayor de cáncer y otras enfermedades. Sin embargo, el grupo de presión industrial y las autoridades políticas intentan disimular la realidad.
Durante décadas los habitantes de Huelva, una ciudad rodeada por uno de los complejos de industrias químicas y básicas más grandes de Europa, el llamado “polo químico”, han vivido con la sospecha de que sufrían más enfermedades graves y extrañas de lo normal. Junto a la ciudad, distribuidas en tres polígonos, se han asentado desde finales de los años 60 industrias básicas que producen plaguicidas y fertilizantes, metales, cemento, papel, detergentes, gases, cloro, pigmentos, ácidos, derivados del petróleo... En 1998 un grupo de profesores y padres impulsaron la creación del Colectivo Ciudadano para la Descontaminación de Huelva, cuyo principal objetivo era solicitar que se investigaran los efectos de los residuos de estas industrias que pudieran llegar a las personas a través del aire, el agua, los moluscos y pescados, o los alimentos cultivados en la zona.
En pocas semanas consiguieron reunir 6.500 firmas y, bajo esta presión, el pleno del ayuntamiento pidió que se elaborara un informe. La propuesta fue apoyada por la diputada de Izquierda Unida Kechu Aramburu y se trasladó al Congreso de los Diputados, que el mes de febrero de 1999 hizo el encargo al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
La principal institución científica española afirma haberse volcado en un trabajo que considera “el más ambicioso jamás puesto en marcha en Europa”. Para realizarlo recibirá 1.202.000 euros aproximadamente y 40 científicos y técnicos trabajarán durante cuatro años (1999-2003) en la redacción de un informe que ya se está entregando en dosis cuatrimestrales.
Los primeros resultados
Los resultados de las dos primeras entregas realizadas revelan los siguientes datos:
• Hay un exceso de mortalidad por cáncer del orden del 10% para los hombres y del 6% para las mujeres, en comparación con la media andaluza.
• Se produce un 40% más de cáncer de estómago en mujeres. Otros excesos de mortalidad en mujeres son de cáncer de riñón (27%); de tráquea, bronquios y pulmón (16%), y de colon (20%).
• Los hombres sufren un exceso de cáncer de riñón (27%); de hígado (19%); de tráquea, bronquios y pulmón (11%); de vejiga (2%); de estómago (18%), y de próstata (14%).
Además el informe del CSIC encuentra excesos en contaminantes que tienen relación con las enfermedades mencionadas:
• Existen estudios que relacionan el arsénico con el cáncer de estómago; de bronquios, tráquea y pulmón; de vejiga; de próstata; de hígado y de riñón. En el aire de Huelva hay un valor medio diario de arsénico de 9 ng/m3, con máximos de 96 ng/m3. Estos valores son excesivos pues la futura normativa de la Unión Europea marcará un valor límite de 6 ng/m3. En pescados adquiridos en los mercados de Huelva se han encontrado hasta 22 mcg/g de arsénico en el cazón y 16 mcg/g en las gambas. Algunos países fijan un nivel máximo de 5 mcg/g (en España el nivel no está legislado aún).
• Se han encontrado DDT y sus metabolitos en el aire, en el suelo, en frutas y en alimentos marinos. Es un plaguicida organoclorado prohibido, acumulable en el medio natural y en el organismo, con efectos cancerígenos, neurológicos y sobre la reproducción. Otros plaguicidas organoclorados, con efectos similares que se utilizan en la zona de Huelva pero que están todavía autorizados son el lindano, el clordano, el endosulfán, el aldrín y el dieldrín. Más sustancias organocloradas presentes en el aire y los alimentos de Huelva, en cantidades que por separado no se consideran excesivas, son los policlorobifenilos (PCBs), las dioxinas y el hexaclorobenzeno. Todos estos elementos se acumulan en el organismo.
• El valor promedio de partículas de diámetro inferior a 10 mc en el aire es de 40 mcg/m3, el doble del valor límite marcado por la futura directiva de la Unión Europea para el año 2010. En el año 2000 se superaron los valores deseables en 166 días. Este tipo de partículas está relacionado con las enfermedades del sistema respiratorio, desde asma a enfisema o cáncer, y en parte son producidas por las chimeneas industriales y por la resuspensión de vertidos.
• Se han detectado emisiones puntuales muy altas de dióxido de azufre (SO2) y de óxidos nítricos (NOx). Su presencia excesiva está relacionada con una mayor mortalidad por enfermedades respiratorias.
• En el agua de la ría hay niveles altos de cobre, cinc, cadmio (cáncer de pulmón y de próstata, malformaciones de nacimiento, alteraciones nerviosas), plomo (alteraciones neurológicas) y uranio (elemento radiactivo cancerígeno).
Temor a la tergiversación
A falta del estudio sanitario de la población, que se realizará a lo largo de este año, los datos justifican la preocupación del Colectivo Ciudadano por la Descontaminación de Huelva y son suficientes para que se disparen todas las señales de alarma. Sin embargo, Aurelio González, presidente del colectivo hasta hace unos meses, denuncia que “los resultados no se están trasladando a la ciudadanía correctamente, pues si se interpretan bien resultan contundentes; el caso de la relación del arsénico con varios tipos de cáncer está claro”.
La decepción de Aurelio se explica por las actitudes que están adoptando políticos, industria, sindicatos y medios de comunicación ante el problema. Han dejado al margen los resultados y han realizado una intensa campaña para convencer a los ciudadanos de que la situación es normal.
La consejera de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, Fuensanta Coves, ha afirmado que la mayor incidencia de cáncer se debe a que en Huelva las personas son más longevas que en el resto de Andalucía (dato que no es cierto, de hecho Huelva se encuentra entre las tres provincias menos longevas). El director general de Prevención y Calidad Ambiental de la Junta de Andalucía, Juan Espada, repite una y otra vez que “es necesario seguir trabajando en el diálogo y el consenso para transmitir a los ciudadanos que viven en una realidad ambiental digna”. Luciano Gómez, secretario general de la Federación de Industrias Afines de la UGT en Huelva, cree que “los onubenses tienen una visión distorsionada de la realidad, ya que se han hecho muchas mejoras”. Felipe Arias, concejal de Medio Ambiente del ayuntamiento de Huelva, gobernado por el Partido Popular, considera el informe “tranquilizador”.
Todas estas declaraciones positivas que no se deducen del análisis de los datos, ocupan páginas enteras en los diarios locales Huelva Información (ligado al PP) y Odiel Información (ligado al PSA-PSOE), y muchos minutos en las radios y televisiones locales, junto a la publicidad omnipresente de la Asociación de Industrias Químicas y Básicas.
El porqué de una “conspiración”
Para entender esta “conspiración” hay que tener en cuenta el trasfondo social e histórico. La instalación de los complejos industriales en Huelva a principios de los años 60 significó la refundación sociológica de la ciudad. La economía se transformó, se crearon puesto de trabajo y los onubenses se sintieron orgullosos de tener industria cuando esta palabra era sinónimo de progreso. Por eso resulta “tabú” cuestionar la industria: está la permanente amenaza de que las empresas se vayan —en total el ‘polo químico’ da 4.000 puestos de trabajo, aunque las empresas más polémicas emplean un máximo de 800 empleados cada una— y aumente el paro. Por otra parte, está la resistencia de los políticos a reconocer que exista algún problema grave que no hayan resuelto después de 20 años en el poder.
A Aurelio le duele que la consejera de Medio Ambiente de la Junta, Fuensanta Coves, aparezca “dándose besos con los representantes de la industria y que a nosotros no haya querido ni vernos”. “Hay datos suficientes para denunciar a los culpables, pero las administraciones están en connivencia con la industria. Y no sólo no hacen nada sino que planean aumentar la contaminación en la zona instalando dos centrales térmicas para quemar plásticos agrícolas”, añade Aurelio con contundencia.
Sobre el trasfondo económico, Aurelio tiene una opinión clara: “Los intereses de la industria no son los mismos que los de la población. Sus beneficios no se quedan aquí, la contaminación sí. Huelva es una de las provincias con menos infraestructuras y la segunda con más paro de España. La industria básica que hay aquí no tiene futuro. Éste está en los servicios, la agricultura, la pesca y, sobre todo, el turismo de calidad. Los ciudadanos tienen derecho a disfrutar de su entorno y a legar a sus hijos un futuro hermoso”.
Un tanto desesperanzado, Aurelio, que acude a todas las reuniones, ruedas de prensa y actos que puede para hacer oír la voz del Colectivo, ya sólo confía en la vía judicial: “Si un juez dictamina que un enfermo ha sido perjudicado por agentes contaminantes y sanciona a la industria culpable, podría producirse una cascada de denuncias que cambiaría la situación”.
Sanidad de Huelva contradice los datos del CSIC
Cuando el CSIC recibió el encargo de realizar el informe, todas las partes implicadas le dieron un voto de confianza como institución científica de prestigio. Los resultados, fueran cuales fueran, debían ser aceptados como base para la discusión de las medidas a tomar. Sin embargo, el primer desacuerdo ha surgido en el seno mismo de la Junta de Andalucía, la administración que sigue más de cerca la investigación.
El delegado de la consejería de Salud en Huelva, José Ramón Pozuelo, aprovechó la entrevista con Integral para presentar por primera vez unos datos que contradicen los del CSIC: en cáncer de estómago en mujeres sus datos detectan una diferencia de 0.03 puntos (39.6% de exceso de mortalidad según el CSIC), en hombres 1.6 (18.7% el CSIC); en cáncer de pulmón en hombres una diferencia de 9.6 (11,3% el CSIC), en mujeres del 0.47 (15,94% el CSIC); y en próstata de 1.73 (13.87% el CSIC).
Pero la discusión que José Ramón Pozuelo hace de los datos del CSIC no se queda en los números: “la relación de causa y efecto entre agentes contaminantes y mortalidad que quiere establecer el CSIC no existe realmente, y es una relación que no hace científicamente sino subliminalmente”.
Pozuelo se queja de un informe que ya ha sido dulcificado, pues a algunos investigadores del CSIC les hubiera gustado subrayar la gravedad de algunos datos o describir más claramente algunas relaciones, pero han tenido que resignarse ante la “censura”, la corrección de textos y las interpretaciones introducidas por funcionarios de la Junta de Andalucía, según ha podido saber Integral.
Pozuelo estaba interesado en hablar porque “la mala percepción que la gente tiene del problema se debe a que no se explican bien los datos, la información hay que ofrecerla muy digerida para que sea bien comprendida”. Su interpretación es que no existe ninguna evidencia que relacione problemas de salud y actividad industrial, y la incidencia mayor que se registra de algunas enfermedades tiene que ver con la depresión económica sufrida en el pasado y con el tabaquismo. “Afecta a las personas mayores de 65 años herederas de esas circunstancias”, afirma. Pero la resistencia de Pozuelo a considerar el efecto de los contaminantes industriales va más allá: “una causalidad de este tipo no se puede establecer porque sería necesario conocer la situación epidemiológica antes de la instalación del ‘polo químico’ y sobre entonces no hay datos”. Por tanto, la responsabilidad de la industria es indemostrable aunque salte a la vista.
Termina explicando que entre los profesionales de la salud de Huelva no hay preocupación por una posible incidencia mayor de enfermedades relacionadas con la contaminación. Sin embargo, en el Colectivo Ciudadano se piensa que la delegación de Salud sabe más de lo que dice: existen fotocopias de un “Informe preparatorio para el estudio epidemiológico sobre contaminación del polo industrial de Huelva y los riesgos para la salud”, realizado nada menos que en 1989. En él se constatan las incidencias de cáncer elevadas en Huelva, se enumeran los contaminantes, y se demanda una investigación epidemiológica y otra donde se registren las enfermedades concretas susceptibles de ser producidas por los tóxicos mencionados. Sin embargo, nada se ha hecho en este sentido desde la delegación, más allá de los estudios sobre contaminación atmosférica realizados dentro del programa europeo EMECAM.
No se analiza a los trabajadores
Pello Landa, asesor ambiental de Comisiones Obreras en Huelva, se enfrenta cada día a las resistencias a aceptar el efecto de la contaminación sobre la salud: se dan entre los políticos, por supuesto entre los representantes de la industria e incluso entre los trabajadores que ganan buenos sueldos en el ‘polo’. “Es necesario cambiar las formas de pensar. Aquí nos encontramos con enfermedades que no se encuentran entre las laborales reconocidas. Hay que dejar de perseguir únicamente tóxicos aislados y pensar que los efectos de varios en pequeñas dosis pueden combinarse y potenciarse. También habría que controlar con análisis específicos y periódicos a todos los trabajadores expuestos a ciertos productos, sobre todo los utilizados en procesos de incineración”, afirma Pello. La posibilidad de analizar el sector de población más expuesto no ha entrado en la investigación del CSIC.
Pello recuerda que hace pocos años se hablaba de una gran mortalidad por cáncer entre los trabajadores de Fertiberia, una fábrica de fertilizantes químicos. Actualmente se ha encontrado con varios casos de leucemia en trabajadores y ex trabajadores de CEPSA. En los dos últimos años han muerto por distintos tipos de cáncer las cinco personas que trabajaban en el área de procesamiento de una sola industria, Aragonesas, que trabaja con mercurio, cloro y vinilo. “El mercurio se trabajaba con las manos hasta ayer”, asegura Pello.
Como Aurelio, denuncia que se están manipulando los resultados del informe del CSIC. “La industria y las administraciones los están utilizando para vender cada uno lo que quiere. Echo de menos una actitud más seria por parte de la administración. Intentan escabullirse y pierden credibilidad. La opinión pública tiene la impresión de que todo el mundo miente. Yo tengo miedo a que el diagnóstico final sea ‘aquí no pasa nada’, cuando los datos que ya tenemos deberían llevarnos a reflexionar entre todos sobre cuáles van a ser las medidas para resolver los problemas. Habría que hacer un seguimiento de los estudios, solicitar más si fuera necesario para aclarar los puntos oscuros que se van descubriendo e ir tomando decisiones sobre la marcha, pero no se está haciendo nada de eso”, explica.
Pello también teme que “se eche la culpa al pasado y que se diga que la situación ahora es buena porque se contamina menos, la verdad es que todavía se contamina demasiado”. “Dentro de 20 años se podrán comprobar entre trabajadores y consumidores los efectos sobre la salud de lo que se está contaminando ahora, sobre todo en la agricultura”, advierte.
El problema de los organoclorados
Pello llama la atención sobre algunos contaminantes que son analizados por el CSIC únicamente desde el punto de vista de la legalidad vigente. “El informe dice que las cantidades que se encuentran en el aire, el agua y los alimentos de organoclorados están dentro de lo permitido, pero en este caso el problema es la presencia misma, pues el Convenio de Estocolmo dice que hay que ir hacia la eliminación total de estas sustancias que se van acumulando en el medio ambiente, en los seres vivos y en el cuerpo humano”, explica.
El CSIC sí denuncia la presencia en muchas muestras de DDT y sus metabolitos, un plaguicida organoclorado prohibido desde los años 70. Los datos demuestran que se ha utilizado recientemente en el cultivo al aire libre de fresas en la zona de La Rábida, ante lo cual el CSIC ha instado a las autoridades a que persigan su uso (en el momento en que se escribe este artículo no se ha denunciado aún al infractor). Según Pello, es posible que alguien tenga stocks de DDT almacenados desde hace años y que los utilice cuando se presenta una plaga.
El arsénico y Atlantic Copper
El informe del CSIC destaca un contaminante por encima de todos los demás: el arsénico, un cancerígeno peligroso en cualquier cantidad. Pello está de acuerdo en que “es el tóxico más evidente y se conoce su emisor principal, que es la fundición de cobre Atlantic Copper”. “Es el mayor problema y la solución es sencilla: actuar sobre esa industria. Sobre todo habría que analizar ya los niveles de arsénico entre los trabajadores”, añade.
Atlantic Copper produce arsénico al quemar concentrados metálicos para obtener cobre y otros metales. Es emitido por las chimeneas y se encuentra entre los residuos que la empresa vierte en depósitos inadecuados —balsas mineras en la cuenca del Guadiamar— desde donde se filtra al río Tinto (ver el recuadro Un funcionario denuncia la connivencia entre Atlantic Copper y la administración). Además se incorpora en el ácido sulfúrico que es utilizado por una empresa dependiente, Fertiberia, para deshacer las rocas fosfóricas y fabricar fertilizantes químicos.
Que el arsénico puede ser un problema de salud en zonas con industria metalúrgica es algo sabido. La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) ha publicado recientemente un informe que resume los estudios epidemiológicos relacionados con el arsénico: por ejemplo, en una zona minera del norte de Chile se le atribuyen el 7% de todos los fallecimientos en personas mayores de 30 años.
Por otra parte está en marcha la investigación “Exposición a arsénico y riesgo de cáncer en Europa central y del este (EXPASCAN)”, impulsada por la Unión Europea a partir de que se hayan detectado incidencias mayores de cáncer de pulmón, vejiga y piel (también próstata, riñón e hígado) en torno a fundiciones y centrales térmicas en Eslovaquia y Rumanía.
Los límites legales no son seguros
La ley española no establece actualmente ningún límite para el arsénico. Por eso el CSIC ha utilizado como referencia la futura norma europea o leyes de otros países. Pello puntualiza que “aun en el caso de que las muestras hubieran estado por debajo de estos límites, eso no hubiera significado una completa seguridad para la salud, pues los valores permitidos se reducen continuamente; la única dosis segura en sustancias como el arsénico o los organoclorados es 0. El objetivo del Plan Ambiental de la Junta no puede ser el mero cumplimiento de la ley, debe ser proteger la salud y el medio ambiente”.
Además los valores legales suelen ser los que acepta la propia industria, puesto que participa activamente en el proceso de redacción de las normas. Y por si fuera poco la administración y los empresarios llegan a acuerdos voluntarios por los que se les permite contaminar durante años por encima de lo legislado, bajo la excusa de que es necesario un periodo de adaptación. “En Huelva estos acuerdos son un desaguisado porque se acepta lo que diga la industria, y ni siquiera se imponen tecnologías más limpias que ya funcionan desde hace años en otros sitios”, explica Pello.
“Que vengan más industrias”
¿Qué tienen que decir a todo esto los representantes de la industria? Juan Manuel Díaz del Valle, gerente de la Asociación de Industrias Químicas y Básicas de Huelva, asegura que no hay un problema de salud causado por la industria, lo que hay es una cuestión de mala imagen (que no ha mejorado a pesar de las espectaculares campañas de publicidad de la asociación, que llega incluso hasta los colegios). “Nuestra preocupación es que no vengan más industrias, porque la zona es atractiva por su espacio y sus servicios”, afirma Díaz del Valle.
Sobre la presencia de metales pesados y otros contaminantes, opina que “el CSIC tiene que ser enormemente prudente para no relacionarlos con la industria actual, pues los metales están en el territorio, forman parte de las características geológicas del terreno y aquí hay minas desde los tiempos de Tartesos y los romanos. El ‘polo químico’ sólo ha aportado el 0,2% de los metales pesados que están en la ría”. Sin embargo, según datos del Consejo Local de Medio Ambiente, el ‘polo químico’ ha vertido a la ría 6.300 Tm/año de metales, 3.000 de ellas de arsénico, que se suman 51.211 Tm de residuos, en gran parte metales pesados, procedentes de los arrastres del Tinto y el Odiel desde la cuenca minera.
Ante los datos de incidencia de cáncer, despeja balones con la misma facilidad: “Es imposible que el exceso de cáncer tenga que ver con el ‘polo químico’. No se ha establecido una relación de causa y efecto. Y tampoco hay datos sobre una mayor incidencia de enfermedades entre los trabajadores”.
Sin embargo, a pesar de que no ve problemas, desea que “se reconozca el esfuerzo por mejorar que ha realizado la industria, adoptando nuevas tecnologías y programas de gestión ambiental”. Uno se pregunta por qué tienen que mejorar si nunca han causado un perjuicio.
El estudio sanitario
A lo largo de los años 2002 y 2003 el CSIC completará el estudio del impacto sanitario de la contaminación y es posible que salgan a la luz nuevos y más preocupantes datos. El objetivo es determinar los niveles de exposición de los onubenses a arsénico, cinc, cadmio y cobre, comparándolos con los habitantes de otras capitales andaluzas, y valorar el riesgo para la salud que suponen estas exposiciones.
Para ello se realizarán periódicamente análisis de orina a 1.145 personas que deberán rellenar un cuestionario sobre sus costumbres dietéticas, hábitos y otras variables.
Los datos se recogerán a lo largo de este año y se analizarán desde el punto de vista epidemiológico en el 2003. Tal como están las cosas, lo importante no va a ser si se confirman o no todas las sospechas. Habrá que ver si no se obstaculiza la investigación, si se van a respetar y tener en cuenta los resultados, o si el informe va a servir para que las cosas cambien o se va a quedar en papel mojado.
Las balsas de fosfoyesos - Un campo radiactivo de 1200 hectáneas
“Lo que dice el estudio del CSIC es muy preocupante”
Un funcionario denuncia la connivencia entre Atlantic Copper y la administración
La tiroiditis atípica en Huelva
Los contaminantes en Huelva y sus efectos sobre la salud
Documentos
• La primera y segunda entregas del informe del Consejo Superior de Investigaciones Científicas se pueden consultar en la web www.csic.es
• Antonio Daponte Codina y otros autores. Efectos a corto plazo de la contaminación atmosférica sobre la mortalidad: resultados del proyecto EMECAM en Huelva, 1993-1996. Revista Española de Salud Pública.
• Franciso L. Rueda, Julia M. Palomares, Ignacio V. Rico. Atypical Thyroiditis in Huelva. Endocrine Practice Vol5, No3 May/June 1999.
• Informe preparatorio de la delegación provincial de Huelva para el estudio epidemiológico sobre contaminación del ‘polo industrial’ de Huelva y los riesgos para la salud. 1989.
• Informe de Corpwatch sobre Freeport-McMoRan Copper & Gold, propietaria de Atlantic Copper. (www.corpwatch.org/issues/PID.jsp?articleid=986)
• Investigación Expascan. (www.icconsultants.co.uk/expascan1.html)
Durante décadas los habitantes de Huelva, una ciudad rodeada por uno de los complejos de industrias químicas y básicas más grandes de Europa, el llamado “polo químico”, han vivido con la sospecha de que sufrían más enfermedades graves y extrañas de lo normal. Junto a la ciudad, distribuidas en tres polígonos, se han asentado desde finales de los años 60 industrias básicas que producen plaguicidas y fertilizantes, metales, cemento, papel, detergentes, gases, cloro, pigmentos, ácidos, derivados del petróleo... En 1998 un grupo de profesores y padres impulsaron la creación del Colectivo Ciudadano para la Descontaminación de Huelva, cuyo principal objetivo era solicitar que se investigaran los efectos de los residuos de estas industrias que pudieran llegar a las personas a través del aire, el agua, los moluscos y pescados, o los alimentos cultivados en la zona.
En pocas semanas consiguieron reunir 6.500 firmas y, bajo esta presión, el pleno del ayuntamiento pidió que se elaborara un informe. La propuesta fue apoyada por la diputada de Izquierda Unida Kechu Aramburu y se trasladó al Congreso de los Diputados, que el mes de febrero de 1999 hizo el encargo al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
La principal institución científica española afirma haberse volcado en un trabajo que considera “el más ambicioso jamás puesto en marcha en Europa”. Para realizarlo recibirá 1.202.000 euros aproximadamente y 40 científicos y técnicos trabajarán durante cuatro años (1999-2003) en la redacción de un informe que ya se está entregando en dosis cuatrimestrales.
Los primeros resultados
Los resultados de las dos primeras entregas realizadas revelan los siguientes datos:
• Hay un exceso de mortalidad por cáncer del orden del 10% para los hombres y del 6% para las mujeres, en comparación con la media andaluza.
• Se produce un 40% más de cáncer de estómago en mujeres. Otros excesos de mortalidad en mujeres son de cáncer de riñón (27%); de tráquea, bronquios y pulmón (16%), y de colon (20%).
• Los hombres sufren un exceso de cáncer de riñón (27%); de hígado (19%); de tráquea, bronquios y pulmón (11%); de vejiga (2%); de estómago (18%), y de próstata (14%).
Además el informe del CSIC encuentra excesos en contaminantes que tienen relación con las enfermedades mencionadas:
• Existen estudios que relacionan el arsénico con el cáncer de estómago; de bronquios, tráquea y pulmón; de vejiga; de próstata; de hígado y de riñón. En el aire de Huelva hay un valor medio diario de arsénico de 9 ng/m3, con máximos de 96 ng/m3. Estos valores son excesivos pues la futura normativa de la Unión Europea marcará un valor límite de 6 ng/m3. En pescados adquiridos en los mercados de Huelva se han encontrado hasta 22 mcg/g de arsénico en el cazón y 16 mcg/g en las gambas. Algunos países fijan un nivel máximo de 5 mcg/g (en España el nivel no está legislado aún).
• Se han encontrado DDT y sus metabolitos en el aire, en el suelo, en frutas y en alimentos marinos. Es un plaguicida organoclorado prohibido, acumulable en el medio natural y en el organismo, con efectos cancerígenos, neurológicos y sobre la reproducción. Otros plaguicidas organoclorados, con efectos similares que se utilizan en la zona de Huelva pero que están todavía autorizados son el lindano, el clordano, el endosulfán, el aldrín y el dieldrín. Más sustancias organocloradas presentes en el aire y los alimentos de Huelva, en cantidades que por separado no se consideran excesivas, son los policlorobifenilos (PCBs), las dioxinas y el hexaclorobenzeno. Todos estos elementos se acumulan en el organismo.
• El valor promedio de partículas de diámetro inferior a 10 mc en el aire es de 40 mcg/m3, el doble del valor límite marcado por la futura directiva de la Unión Europea para el año 2010. En el año 2000 se superaron los valores deseables en 166 días. Este tipo de partículas está relacionado con las enfermedades del sistema respiratorio, desde asma a enfisema o cáncer, y en parte son producidas por las chimeneas industriales y por la resuspensión de vertidos.
• Se han detectado emisiones puntuales muy altas de dióxido de azufre (SO2) y de óxidos nítricos (NOx). Su presencia excesiva está relacionada con una mayor mortalidad por enfermedades respiratorias.
• En el agua de la ría hay niveles altos de cobre, cinc, cadmio (cáncer de pulmón y de próstata, malformaciones de nacimiento, alteraciones nerviosas), plomo (alteraciones neurológicas) y uranio (elemento radiactivo cancerígeno).
Temor a la tergiversación
A falta del estudio sanitario de la población, que se realizará a lo largo de este año, los datos justifican la preocupación del Colectivo Ciudadano por la Descontaminación de Huelva y son suficientes para que se disparen todas las señales de alarma. Sin embargo, Aurelio González, presidente del colectivo hasta hace unos meses, denuncia que “los resultados no se están trasladando a la ciudadanía correctamente, pues si se interpretan bien resultan contundentes; el caso de la relación del arsénico con varios tipos de cáncer está claro”.
La decepción de Aurelio se explica por las actitudes que están adoptando políticos, industria, sindicatos y medios de comunicación ante el problema. Han dejado al margen los resultados y han realizado una intensa campaña para convencer a los ciudadanos de que la situación es normal.
La consejera de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, Fuensanta Coves, ha afirmado que la mayor incidencia de cáncer se debe a que en Huelva las personas son más longevas que en el resto de Andalucía (dato que no es cierto, de hecho Huelva se encuentra entre las tres provincias menos longevas). El director general de Prevención y Calidad Ambiental de la Junta de Andalucía, Juan Espada, repite una y otra vez que “es necesario seguir trabajando en el diálogo y el consenso para transmitir a los ciudadanos que viven en una realidad ambiental digna”. Luciano Gómez, secretario general de la Federación de Industrias Afines de la UGT en Huelva, cree que “los onubenses tienen una visión distorsionada de la realidad, ya que se han hecho muchas mejoras”. Felipe Arias, concejal de Medio Ambiente del ayuntamiento de Huelva, gobernado por el Partido Popular, considera el informe “tranquilizador”.
Todas estas declaraciones positivas que no se deducen del análisis de los datos, ocupan páginas enteras en los diarios locales Huelva Información (ligado al PP) y Odiel Información (ligado al PSA-PSOE), y muchos minutos en las radios y televisiones locales, junto a la publicidad omnipresente de la Asociación de Industrias Químicas y Básicas.
El porqué de una “conspiración”
Para entender esta “conspiración” hay que tener en cuenta el trasfondo social e histórico. La instalación de los complejos industriales en Huelva a principios de los años 60 significó la refundación sociológica de la ciudad. La economía se transformó, se crearon puesto de trabajo y los onubenses se sintieron orgullosos de tener industria cuando esta palabra era sinónimo de progreso. Por eso resulta “tabú” cuestionar la industria: está la permanente amenaza de que las empresas se vayan —en total el ‘polo químico’ da 4.000 puestos de trabajo, aunque las empresas más polémicas emplean un máximo de 800 empleados cada una— y aumente el paro. Por otra parte, está la resistencia de los políticos a reconocer que exista algún problema grave que no hayan resuelto después de 20 años en el poder.
A Aurelio le duele que la consejera de Medio Ambiente de la Junta, Fuensanta Coves, aparezca “dándose besos con los representantes de la industria y que a nosotros no haya querido ni vernos”. “Hay datos suficientes para denunciar a los culpables, pero las administraciones están en connivencia con la industria. Y no sólo no hacen nada sino que planean aumentar la contaminación en la zona instalando dos centrales térmicas para quemar plásticos agrícolas”, añade Aurelio con contundencia.
Sobre el trasfondo económico, Aurelio tiene una opinión clara: “Los intereses de la industria no son los mismos que los de la población. Sus beneficios no se quedan aquí, la contaminación sí. Huelva es una de las provincias con menos infraestructuras y la segunda con más paro de España. La industria básica que hay aquí no tiene futuro. Éste está en los servicios, la agricultura, la pesca y, sobre todo, el turismo de calidad. Los ciudadanos tienen derecho a disfrutar de su entorno y a legar a sus hijos un futuro hermoso”.
Un tanto desesperanzado, Aurelio, que acude a todas las reuniones, ruedas de prensa y actos que puede para hacer oír la voz del Colectivo, ya sólo confía en la vía judicial: “Si un juez dictamina que un enfermo ha sido perjudicado por agentes contaminantes y sanciona a la industria culpable, podría producirse una cascada de denuncias que cambiaría la situación”.
Sanidad de Huelva contradice los datos del CSIC
Cuando el CSIC recibió el encargo de realizar el informe, todas las partes implicadas le dieron un voto de confianza como institución científica de prestigio. Los resultados, fueran cuales fueran, debían ser aceptados como base para la discusión de las medidas a tomar. Sin embargo, el primer desacuerdo ha surgido en el seno mismo de la Junta de Andalucía, la administración que sigue más de cerca la investigación.
El delegado de la consejería de Salud en Huelva, José Ramón Pozuelo, aprovechó la entrevista con Integral para presentar por primera vez unos datos que contradicen los del CSIC: en cáncer de estómago en mujeres sus datos detectan una diferencia de 0.03 puntos (39.6% de exceso de mortalidad según el CSIC), en hombres 1.6 (18.7% el CSIC); en cáncer de pulmón en hombres una diferencia de 9.6 (11,3% el CSIC), en mujeres del 0.47 (15,94% el CSIC); y en próstata de 1.73 (13.87% el CSIC).
Pero la discusión que José Ramón Pozuelo hace de los datos del CSIC no se queda en los números: “la relación de causa y efecto entre agentes contaminantes y mortalidad que quiere establecer el CSIC no existe realmente, y es una relación que no hace científicamente sino subliminalmente”.
Pozuelo se queja de un informe que ya ha sido dulcificado, pues a algunos investigadores del CSIC les hubiera gustado subrayar la gravedad de algunos datos o describir más claramente algunas relaciones, pero han tenido que resignarse ante la “censura”, la corrección de textos y las interpretaciones introducidas por funcionarios de la Junta de Andalucía, según ha podido saber Integral.
Pozuelo estaba interesado en hablar porque “la mala percepción que la gente tiene del problema se debe a que no se explican bien los datos, la información hay que ofrecerla muy digerida para que sea bien comprendida”. Su interpretación es que no existe ninguna evidencia que relacione problemas de salud y actividad industrial, y la incidencia mayor que se registra de algunas enfermedades tiene que ver con la depresión económica sufrida en el pasado y con el tabaquismo. “Afecta a las personas mayores de 65 años herederas de esas circunstancias”, afirma. Pero la resistencia de Pozuelo a considerar el efecto de los contaminantes industriales va más allá: “una causalidad de este tipo no se puede establecer porque sería necesario conocer la situación epidemiológica antes de la instalación del ‘polo químico’ y sobre entonces no hay datos”. Por tanto, la responsabilidad de la industria es indemostrable aunque salte a la vista.
Termina explicando que entre los profesionales de la salud de Huelva no hay preocupación por una posible incidencia mayor de enfermedades relacionadas con la contaminación. Sin embargo, en el Colectivo Ciudadano se piensa que la delegación de Salud sabe más de lo que dice: existen fotocopias de un “Informe preparatorio para el estudio epidemiológico sobre contaminación del polo industrial de Huelva y los riesgos para la salud”, realizado nada menos que en 1989. En él se constatan las incidencias de cáncer elevadas en Huelva, se enumeran los contaminantes, y se demanda una investigación epidemiológica y otra donde se registren las enfermedades concretas susceptibles de ser producidas por los tóxicos mencionados. Sin embargo, nada se ha hecho en este sentido desde la delegación, más allá de los estudios sobre contaminación atmosférica realizados dentro del programa europeo EMECAM.
No se analiza a los trabajadores
Pello Landa, asesor ambiental de Comisiones Obreras en Huelva, se enfrenta cada día a las resistencias a aceptar el efecto de la contaminación sobre la salud: se dan entre los políticos, por supuesto entre los representantes de la industria e incluso entre los trabajadores que ganan buenos sueldos en el ‘polo’. “Es necesario cambiar las formas de pensar. Aquí nos encontramos con enfermedades que no se encuentran entre las laborales reconocidas. Hay que dejar de perseguir únicamente tóxicos aislados y pensar que los efectos de varios en pequeñas dosis pueden combinarse y potenciarse. También habría que controlar con análisis específicos y periódicos a todos los trabajadores expuestos a ciertos productos, sobre todo los utilizados en procesos de incineración”, afirma Pello. La posibilidad de analizar el sector de población más expuesto no ha entrado en la investigación del CSIC.
Pello recuerda que hace pocos años se hablaba de una gran mortalidad por cáncer entre los trabajadores de Fertiberia, una fábrica de fertilizantes químicos. Actualmente se ha encontrado con varios casos de leucemia en trabajadores y ex trabajadores de CEPSA. En los dos últimos años han muerto por distintos tipos de cáncer las cinco personas que trabajaban en el área de procesamiento de una sola industria, Aragonesas, que trabaja con mercurio, cloro y vinilo. “El mercurio se trabajaba con las manos hasta ayer”, asegura Pello.
Como Aurelio, denuncia que se están manipulando los resultados del informe del CSIC. “La industria y las administraciones los están utilizando para vender cada uno lo que quiere. Echo de menos una actitud más seria por parte de la administración. Intentan escabullirse y pierden credibilidad. La opinión pública tiene la impresión de que todo el mundo miente. Yo tengo miedo a que el diagnóstico final sea ‘aquí no pasa nada’, cuando los datos que ya tenemos deberían llevarnos a reflexionar entre todos sobre cuáles van a ser las medidas para resolver los problemas. Habría que hacer un seguimiento de los estudios, solicitar más si fuera necesario para aclarar los puntos oscuros que se van descubriendo e ir tomando decisiones sobre la marcha, pero no se está haciendo nada de eso”, explica.
Pello también teme que “se eche la culpa al pasado y que se diga que la situación ahora es buena porque se contamina menos, la verdad es que todavía se contamina demasiado”. “Dentro de 20 años se podrán comprobar entre trabajadores y consumidores los efectos sobre la salud de lo que se está contaminando ahora, sobre todo en la agricultura”, advierte.
El problema de los organoclorados
Pello llama la atención sobre algunos contaminantes que son analizados por el CSIC únicamente desde el punto de vista de la legalidad vigente. “El informe dice que las cantidades que se encuentran en el aire, el agua y los alimentos de organoclorados están dentro de lo permitido, pero en este caso el problema es la presencia misma, pues el Convenio de Estocolmo dice que hay que ir hacia la eliminación total de estas sustancias que se van acumulando en el medio ambiente, en los seres vivos y en el cuerpo humano”, explica.
El CSIC sí denuncia la presencia en muchas muestras de DDT y sus metabolitos, un plaguicida organoclorado prohibido desde los años 70. Los datos demuestran que se ha utilizado recientemente en el cultivo al aire libre de fresas en la zona de La Rábida, ante lo cual el CSIC ha instado a las autoridades a que persigan su uso (en el momento en que se escribe este artículo no se ha denunciado aún al infractor). Según Pello, es posible que alguien tenga stocks de DDT almacenados desde hace años y que los utilice cuando se presenta una plaga.
El arsénico y Atlantic Copper
El informe del CSIC destaca un contaminante por encima de todos los demás: el arsénico, un cancerígeno peligroso en cualquier cantidad. Pello está de acuerdo en que “es el tóxico más evidente y se conoce su emisor principal, que es la fundición de cobre Atlantic Copper”. “Es el mayor problema y la solución es sencilla: actuar sobre esa industria. Sobre todo habría que analizar ya los niveles de arsénico entre los trabajadores”, añade.
Atlantic Copper produce arsénico al quemar concentrados metálicos para obtener cobre y otros metales. Es emitido por las chimeneas y se encuentra entre los residuos que la empresa vierte en depósitos inadecuados —balsas mineras en la cuenca del Guadiamar— desde donde se filtra al río Tinto (ver el recuadro Un funcionario denuncia la connivencia entre Atlantic Copper y la administración). Además se incorpora en el ácido sulfúrico que es utilizado por una empresa dependiente, Fertiberia, para deshacer las rocas fosfóricas y fabricar fertilizantes químicos.
Que el arsénico puede ser un problema de salud en zonas con industria metalúrgica es algo sabido. La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA) ha publicado recientemente un informe que resume los estudios epidemiológicos relacionados con el arsénico: por ejemplo, en una zona minera del norte de Chile se le atribuyen el 7% de todos los fallecimientos en personas mayores de 30 años.
Por otra parte está en marcha la investigación “Exposición a arsénico y riesgo de cáncer en Europa central y del este (EXPASCAN)”, impulsada por la Unión Europea a partir de que se hayan detectado incidencias mayores de cáncer de pulmón, vejiga y piel (también próstata, riñón e hígado) en torno a fundiciones y centrales térmicas en Eslovaquia y Rumanía.
Los límites legales no son seguros
La ley española no establece actualmente ningún límite para el arsénico. Por eso el CSIC ha utilizado como referencia la futura norma europea o leyes de otros países. Pello puntualiza que “aun en el caso de que las muestras hubieran estado por debajo de estos límites, eso no hubiera significado una completa seguridad para la salud, pues los valores permitidos se reducen continuamente; la única dosis segura en sustancias como el arsénico o los organoclorados es 0. El objetivo del Plan Ambiental de la Junta no puede ser el mero cumplimiento de la ley, debe ser proteger la salud y el medio ambiente”.
Además los valores legales suelen ser los que acepta la propia industria, puesto que participa activamente en el proceso de redacción de las normas. Y por si fuera poco la administración y los empresarios llegan a acuerdos voluntarios por los que se les permite contaminar durante años por encima de lo legislado, bajo la excusa de que es necesario un periodo de adaptación. “En Huelva estos acuerdos son un desaguisado porque se acepta lo que diga la industria, y ni siquiera se imponen tecnologías más limpias que ya funcionan desde hace años en otros sitios”, explica Pello.
“Que vengan más industrias”
¿Qué tienen que decir a todo esto los representantes de la industria? Juan Manuel Díaz del Valle, gerente de la Asociación de Industrias Químicas y Básicas de Huelva, asegura que no hay un problema de salud causado por la industria, lo que hay es una cuestión de mala imagen (que no ha mejorado a pesar de las espectaculares campañas de publicidad de la asociación, que llega incluso hasta los colegios). “Nuestra preocupación es que no vengan más industrias, porque la zona es atractiva por su espacio y sus servicios”, afirma Díaz del Valle.
Sobre la presencia de metales pesados y otros contaminantes, opina que “el CSIC tiene que ser enormemente prudente para no relacionarlos con la industria actual, pues los metales están en el territorio, forman parte de las características geológicas del terreno y aquí hay minas desde los tiempos de Tartesos y los romanos. El ‘polo químico’ sólo ha aportado el 0,2% de los metales pesados que están en la ría”. Sin embargo, según datos del Consejo Local de Medio Ambiente, el ‘polo químico’ ha vertido a la ría 6.300 Tm/año de metales, 3.000 de ellas de arsénico, que se suman 51.211 Tm de residuos, en gran parte metales pesados, procedentes de los arrastres del Tinto y el Odiel desde la cuenca minera.
Ante los datos de incidencia de cáncer, despeja balones con la misma facilidad: “Es imposible que el exceso de cáncer tenga que ver con el ‘polo químico’. No se ha establecido una relación de causa y efecto. Y tampoco hay datos sobre una mayor incidencia de enfermedades entre los trabajadores”.
Sin embargo, a pesar de que no ve problemas, desea que “se reconozca el esfuerzo por mejorar que ha realizado la industria, adoptando nuevas tecnologías y programas de gestión ambiental”. Uno se pregunta por qué tienen que mejorar si nunca han causado un perjuicio.
El estudio sanitario
A lo largo de los años 2002 y 2003 el CSIC completará el estudio del impacto sanitario de la contaminación y es posible que salgan a la luz nuevos y más preocupantes datos. El objetivo es determinar los niveles de exposición de los onubenses a arsénico, cinc, cadmio y cobre, comparándolos con los habitantes de otras capitales andaluzas, y valorar el riesgo para la salud que suponen estas exposiciones.
Para ello se realizarán periódicamente análisis de orina a 1.145 personas que deberán rellenar un cuestionario sobre sus costumbres dietéticas, hábitos y otras variables.
Los datos se recogerán a lo largo de este año y se analizarán desde el punto de vista epidemiológico en el 2003. Tal como están las cosas, lo importante no va a ser si se confirman o no todas las sospechas. Habrá que ver si no se obstaculiza la investigación, si se van a respetar y tener en cuenta los resultados, o si el informe va a servir para que las cosas cambien o se va a quedar en papel mojado.
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“Lo que dice el estudio del CSIC es muy preocupante”
Un funcionario denuncia la connivencia entre Atlantic Copper y la administración
La tiroiditis atípica en Huelva
Los contaminantes en Huelva y sus efectos sobre la salud
Documentos
• La primera y segunda entregas del informe del Consejo Superior de Investigaciones Científicas se pueden consultar en la web www.csic.es
• Antonio Daponte Codina y otros autores. Efectos a corto plazo de la contaminación atmosférica sobre la mortalidad: resultados del proyecto EMECAM en Huelva, 1993-1996. Revista Española de Salud Pública.
• Franciso L. Rueda, Julia M. Palomares, Ignacio V. Rico. Atypical Thyroiditis in Huelva. Endocrine Practice Vol5, No3 May/June 1999.
• Informe preparatorio de la delegación provincial de Huelva para el estudio epidemiológico sobre contaminación del ‘polo industrial’ de Huelva y los riesgos para la salud. 1989.
• Informe de Corpwatch sobre Freeport-McMoRan Copper & Gold, propietaria de Atlantic Copper. (www.corpwatch.org/issues/PID.jsp?articleid=986)
• Investigación Expascan. (www.icconsultants.co.uk/expascan1.html)
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