Cómo hacer un buen masaje
El tacto es muy importante al transmitir ciertas sensaciones a la persona que se va a procurar un masaje. Es un medio más allá de las palabras para proporcionar y recibir afecto. Por añadidura, tiene múltiples efectos beneficiosos sobre la salud y la estética.
• Hay que buscar una superficie firme pero cómoda, como la cama o una simple colchoneta. La persona que recibe el masaje debe estar cómoda. Las embarazadas, siempre de costado.
• Elegir una habituación tranquila, lejana de la cocina o de despensas que emitan olores, evitando corrientes de aire.
• Crear un ambiente cálido, que ayude la relajación. La musicoterapia cada vez cuenta con más adeptos, pero una charla agradable puede ser igual de tranquilizante. Se debe evitar la luz directa y demasiado intensa, ya que obligaría a la persona a contraer los párpados.
• Se pueden usar aceites balsámicos, suaves y neutros, o simplemente cremas hidratantes. Su función es nutrir la piel y ayudar a las manos inexpertas a deslizarse suavemente.
• Mantener un ritmo constante, haciendo que cada movimiento siga con naturalidad al anterior. Si se masajean las piernas, empezar desde los pies hasta llegar a la ingle. Se trata de ir ganando poco a poco centímetros, moviendo las manos de manera horizontal, acercándonos al corazón para favorecer el retorno venoso y el drenaje linfático. Si se masajean las cervicales, hacerlo en círculo, evitando presionar cualquier nudo que se encuentre.
• No olvidar las manos y los pies. En nuestras extremidades se encuentran las terminaciones nerviosas, y sobre ellas se puede actuar de una manera muy suave y sin riesgos.
• No dejar nunca de estar en contacto con quien recibe el masaje. Esta es una máxima respetada siempre por el especialista, cual sea la técnica que desarrolle, y es que la temperatura y la energía no deben verse alteradas.
• Una vez recibido el masaje, conviene abrigarse para guardar el calor de la piel.
• Se recomienda no comer al menos dos horas antes del masaje para evitar que la sangre esté todavía ayudando a hacer la digestión. Tampoco beber agua previamente, por no interrumpir la sesión para ir al servicio.
• El objeto es lograr el efecto sedante. Con media de hora de sesión es suficiente.
• Una precaución que hay que tener muy presente: nunca recibir un masaje con fiebre. El masaje sube la temperatura corporal. Si se tiene la tensión baja, hay que ser conscientes de que se siente menos dolor y puede que, al manipular mucho una zona, ésta se resienta.
• Hay que buscar una superficie firme pero cómoda, como la cama o una simple colchoneta. La persona que recibe el masaje debe estar cómoda. Las embarazadas, siempre de costado.
• Elegir una habituación tranquila, lejana de la cocina o de despensas que emitan olores, evitando corrientes de aire.
• Crear un ambiente cálido, que ayude la relajación. La musicoterapia cada vez cuenta con más adeptos, pero una charla agradable puede ser igual de tranquilizante. Se debe evitar la luz directa y demasiado intensa, ya que obligaría a la persona a contraer los párpados.
• Se pueden usar aceites balsámicos, suaves y neutros, o simplemente cremas hidratantes. Su función es nutrir la piel y ayudar a las manos inexpertas a deslizarse suavemente.
• Mantener un ritmo constante, haciendo que cada movimiento siga con naturalidad al anterior. Si se masajean las piernas, empezar desde los pies hasta llegar a la ingle. Se trata de ir ganando poco a poco centímetros, moviendo las manos de manera horizontal, acercándonos al corazón para favorecer el retorno venoso y el drenaje linfático. Si se masajean las cervicales, hacerlo en círculo, evitando presionar cualquier nudo que se encuentre.
• No olvidar las manos y los pies. En nuestras extremidades se encuentran las terminaciones nerviosas, y sobre ellas se puede actuar de una manera muy suave y sin riesgos.
• No dejar nunca de estar en contacto con quien recibe el masaje. Esta es una máxima respetada siempre por el especialista, cual sea la técnica que desarrolle, y es que la temperatura y la energía no deben verse alteradas.
• Una vez recibido el masaje, conviene abrigarse para guardar el calor de la piel.
• Se recomienda no comer al menos dos horas antes del masaje para evitar que la sangre esté todavía ayudando a hacer la digestión. Tampoco beber agua previamente, por no interrumpir la sesión para ir al servicio.
• El objeto es lograr el efecto sedante. Con media de hora de sesión es suficiente.
• Una precaución que hay que tener muy presente: nunca recibir un masaje con fiebre. El masaje sube la temperatura corporal. Si se tiene la tensión baja, hay que ser conscientes de que se siente menos dolor y puede que, al manipular mucho una zona, ésta se resienta.
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