A propósito de la "vida privatizada" creada por Venter
John Craig Venter, uno de los científicos que protagonizó el Proyecto Genoma Humano, ha creado una supuesta "vida artificial": ha obtenido un cromosoma con 381 genes recombinando los genes de una bacteria existente. El cromosoma de laboratorio se inoculará en una bacteria para que se multiplique utilizando su metabolismo. El ensayo está en su fase final y en el plazo de meses se publicará el trabajo científico que formalizará el acontecimiento.
Para Venter, su trabajo es fruto de la "buena ciencia" y tendrá aplicaciones que beneficiarán a todos. Puso como ejemplo la hipotética creación de organismos que contribuyan a solucionar el problema del calentamiento global.
La "creación" de Venter es una bacteria, Mycoplasma laboratorium -ha sido modesto y no le ha puesto su nombre- cuyas habilidades no pasarán seguramente de poder reproducirse en caldos de cultivo. Pero se tratará de una nueva forma de vida, la primera por completo artificial, aunque quizá algunos científicos discutan este extremo, puesto que Venter ha utilizado como "chasis" una bacteria ya existente.
De hecho ha seleccionado cuatro quintas partes de sus genes, los que ha considerado esenciales para que el nuevo cromosoma funcione. Quizá no habría que hablar de "creación" de una "vida artifical" sino de una "copia" -¿mala?, ¿buena?- de laboratorio de la vida natural, la única que conocemos.
El tema de reflexión no es que haya creado una nueva especie artificial, sino que la ha patentado. El concepto "vida artificial" no es más que una cortina de humo para ocultar la realidad: "vida privatizada".
Venter nos enfrenta con un hecho y hay que reaccionar. Si la sociedad deja que el fenómeno fluya sin reflexión quizá nos encontremos con un futuro donde proliferen seres vivos empleados por empresas y particulares con los más diversos objetivos. Habrá quien no tenga nada que alegar. Habrá quien crea que el fenémeno puede controlarse legalmente como se está haciendo con la reproducción de clones.
Lo que me temo es que nadie podrá el dedo en la llaga: tenemos que definir filosóficamente, no sólo biológicamente, qué es un Ser Vivo, qué es la Vida y a partir de ahí cuáles son los derechos de los seres vivos si los tuvieran. Filosóficamente quiere decir, a mi modo de ver, que la definición debe traspasar nuestras emociones, debe satisfacernos intelectualmente y debe dejarnos vivir (debe dejarnos una vida con sentido para ser vivida).
Antes de entrar en ese terreno filosófico, cabe decir que en la sociedad global multicultural que vivimos no es posible ponerse de acuerdo sobre un asunto filosófico de esta envergadura (aún no nos hemos puesto de acuerdo, por ejemplo, sobre la moralidad de la pena de muerte o de la guerra), así que debemos asumir que todo lo que pueda ser, será.
Desde mi punto de vista, la vida es un misterio cuyo desentrañamiento está por encima de nuestras posibilidades intelectuales, al menos a día de hoy. Y la vida no son sólos los seres vivos sino también todo lo que los -nos- rodea, porque necesitan de lo que hay en el entorno para vivir. Al fin, hay un Único Ser Vivo, y no es este planeta, es el Cosmos, pues también la Tierra necesita del Sol y de la Luna.
La comprensión intelectual e íntima de todo esto nos lleva a identificarnos con la totalidad: soy un Hombre, soy la Humanidad, soy un Ser Vivo, soy un Ecosistema, son la Tierra, soy el Cosmos.
La percepción del Ser limitado al Yo sólo es un error derivado de no comprender que no se puede ser algo al margen, o diferente en esencia, de lo que nos da la vida. La experiencia del Yo es sólo un fenómeno útil para nuestro comportamiento como ente biológico, pero el pensamiento filosófico lo trasciende.
En consecuencia, el contenido de la moralidad del Ser Humano debiera ser el máximo respeto hacia todo lo que le rodea (¡ya que es Él mismo!) teniendo en cuenta que el fin último es que la Vida continúe su camino con el mayor esplendor posible.
El Ser Humano no puede más que regocijarse ante el espectáculo de cualquier ser vivo viviendo, realizando el potencial con el que ha nacido. Todos los Seres Vivos y hasta todas las cosas Existentes tienen derecho a seguir siendo ellas mismas, a realizar su potencial. El Ser Humano por tanto no debiera dificultar la vida de otros seres más allá de lo necesario para vivir Él (por favor, estas afirmaciones son filosóficas y no debieran ridiculizarse con argumentos cotidianos o banales; ¡aviso a navegantes hipercríticos!).
Y por fin le toca a la llamada "vida artificial" en esta reflexión. Si el Ser creado no perjudica a nadie ni a nada o incluso favorece a los Seres Humanos, a los Seres Vivos, a la Tierra o al Cosmos, bendito sea. Pero si existiera la sospecha de que pudiera causar algún daño, simplemente no debiera ser creado.
Si un científico está seguro y crea un ser vivo -como ha hecho Venter- y lo libera en el entorno -ese es el plan ya declarado- y se produce una reacción inesperada de cualquier tipo... ¿qué ocurre? ¿sería posible detener la multiplicación de ese ser vivo, por ejemplo?
Está muy claro que ningún experimento de creación de nuevos seres debiera realizarse sin el control y la aprobación de un ente científico y social completamente independiente. Este organismo debiera considerar, además de la seguridad, los aspectos filosóficos y éticos de la cuestión.
Pero no está siendo así. Venter tiene el camino libre y trabaja para multinacionales del petróleo y de la química, no para la sociedad, ni mucho menos para la Vida o el Planeta. Creará seres vivos cuya misión vital será aumentar los beneficios de las empresas, por cierto las mismas que han causado la sexta extinción de especies y el cambio climático.
Además ningún ser vivo debiera ser creado para pertenecer a nadie. Es algo que atenta contra mi visión filosófica, y que he intentado describir, del Ser y de la Vida. Las leyes de mercado y el código civil no tienen nada que ver con las leyes de la naturaleza, y éstas son las únicas que debe respetar un ser vivo.
Venter anuncia que su trabajo tiene profundas implicaciones filosóficas y estamos de acuerdo. Ha comenzado una nueva etapa para la Humanidad o mejor dicho, empezó el día en que se intuyó que esto podía pasar: podemos remontarnos al mito judiaco del Golem, al Frankenstein de Mary Shelley, o a las Normas para el parque humano, de Peter Sloterdijk.
¿Estamos seguros de que no nos venderán, a no tardar, unos seres de apariencia humana a los que se haya extirpado la razón y el alma de sus genes, pero que puedan resultarnos útiles como donantes de órganos para trasplantes, mozos de carga, sujetos de chirigota u objetos de deseo? No creo que Venter tenga objección moral.
* A quien le interese, mi visión filosófica de los Seres Vivos y de la Vida no pretende ser "la verdad". Es mi visión y debe tanto a mi pobre alma como a la tradición budista, al jainismo, al cristianismo, al existencialismo, a la experiencia mística, a Arne Naes y a otros filósofos de la Ecología Profunda.
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