Los niños que maman tienen menos estrés de adultos
La lactancia materna es considerada como el medio por excelencia para que la madre cree un vínculo estrecho con su bebé. Y ahora existe evidencia que sugiere que también ayuda a los niños a ser más resistentes al estrés.
Investigadores de Suecia y del Reino Unido examinaron los datos de casi 9,000 niños que nacieron en Inglaterra durante 1970. Para ello, recurrieron a los padres, profesores, trabajadores de atención de la salud y comadronas para recopilar información importante al momento del nacimiento y de nuevo a las edades de cinco y diez años.
Se pidió a los profesores que calificaran los niveles de ansiedad de los niños en una escala de cero a 50 a la edad de 10 años. Y se preguntó a los padres acerca de eventos importantes en la vida, incluido el divorcio o separación, que habían tenido lugar cuando los niños tenían entre cinco y diez años de edad.
Como era de esperar, los niños cuyos padres se habían divorciado o separado eran más propensos a tener altos niveles de ansiedad. Sin embargo, los investigadores encontraron una diferencia en los niveles de estrés entre los niños amamantados y los alimentados con biberón. Los niños que fueron amamantados eran mucho menos ansiosos que los niños que no lo habían sido.
El autor principal Scott Montgomery, profesor asociado del Karolinska Institutet de Estocolmo, dijo que el equipo de investigación estaba interesado en examinar si había alguna exposición específica al principio de la vida que hiciera a los niños más capacitados para manejar el estrés más tarde en la vida. El estudio intentaba replicar los hallazgos de estudios en animales que habían mostrado que el contacto físico cercano entre la madre y su descendencia podría tener un impacto positivo en el desarrollo de la respuesta al estrés de sus hijos, apuntó.
"El mejor marcador de contacto físico materno durante el primer mes de vida que pudimos encontrar entre toda la información disponible de la investigación fue la lactancia materna", dijo Montgomery.
La American Academy of Pediatrics recomienda a las mujeres sanas que alimenten a sus bebés sólo con leche materna durante al menos los primeros seis meses de vida y que sigan haciéndolo "por lo menos durante el primer año de vida o más siempre y cuando así lo quieran la madre y su bebé".
La lactancia materna ofrece muchos beneficios para la salud y el desarrollo del bebé, declara el National Institute of Child Health & Human Development. Los niños ingieren una cantidad balanceada de nutrientes para asegurar un crecimiento óptimo, los ácidos grasos promueven el desarrollo del cerebro y protegen contra muchas enfermedades infantiles. También hay beneficios importantes tanto físicos como emocionales para las madres.
"No hay duda de que la lactancia materna es lo mejor para la salud de las madres y sus hijos", dijo Nicole Else-Quest, profesora asistente de psicología de la Universidad de Villanova en Pensilvania, "pero no está del todo claro cómo la lactancia materna afecta la relación madre-hijo". La lactancia materna podría ayudar a establecer un vínculo temprano, agregó, "pero tan sólo es una de las múltiples formas que hay".
En lo que respecta a por qué hay diferencias en cuanto al estrés entre los niños amamantados o alimentados con biberón, Else-Quest señala que es difícil hacer especulaciones "debido a que muchos factores influyen en la decisión de dar el seno en primer lugar".
El equipo de investigación consideró los factores que podrían afectar la reacción de un niño al estrés y su capacidad para manejarlo, como la depresión materna, la educación de los padres, la clase social y los hábitos de tabaquismo. Aún tras considerar otros factores, los niños amamantados eran menos ansiosos que sus contrapartes. Además, los niños alimentados con biberón cuyos padres se habían divorciado eran más ansiosos que los niños amamantados.
Aún así los hallazgos del estudio no demuestran que la lactancia materna en sí misma reduzca la ansiedad. Podría ser un marcador de contacto físico y estrecho en los primeros años de vida, anotaron los investigadores.
"Un niño que no tenga un contacto regular podría percibir un mayor peligro al reaccionar contra el estrés, que indica una situación de peligro potencial, con una respuesta más reactiva y menos controlada al estrés", destacó Montgomery.
Es posible también, agregó, que las madres que dan el seno simplemente tienen una mejor relación con sus hijos.
"La relación padres-hijo influye en la salud y desarrollo del niño de muchas maneras", apuntó Montgomery. "Tener una buena relación con los padres es importante, y esta relación empieza en la infancia, así que un buen contacto en los primeros años de vida con el niño es crucial".
Investigadores de Suecia y del Reino Unido examinaron los datos de casi 9,000 niños que nacieron en Inglaterra durante 1970. Para ello, recurrieron a los padres, profesores, trabajadores de atención de la salud y comadronas para recopilar información importante al momento del nacimiento y de nuevo a las edades de cinco y diez años.
Se pidió a los profesores que calificaran los niveles de ansiedad de los niños en una escala de cero a 50 a la edad de 10 años. Y se preguntó a los padres acerca de eventos importantes en la vida, incluido el divorcio o separación, que habían tenido lugar cuando los niños tenían entre cinco y diez años de edad.
Como era de esperar, los niños cuyos padres se habían divorciado o separado eran más propensos a tener altos niveles de ansiedad. Sin embargo, los investigadores encontraron una diferencia en los niveles de estrés entre los niños amamantados y los alimentados con biberón. Los niños que fueron amamantados eran mucho menos ansiosos que los niños que no lo habían sido.
El autor principal Scott Montgomery, profesor asociado del Karolinska Institutet de Estocolmo, dijo que el equipo de investigación estaba interesado en examinar si había alguna exposición específica al principio de la vida que hiciera a los niños más capacitados para manejar el estrés más tarde en la vida. El estudio intentaba replicar los hallazgos de estudios en animales que habían mostrado que el contacto físico cercano entre la madre y su descendencia podría tener un impacto positivo en el desarrollo de la respuesta al estrés de sus hijos, apuntó.
"El mejor marcador de contacto físico materno durante el primer mes de vida que pudimos encontrar entre toda la información disponible de la investigación fue la lactancia materna", dijo Montgomery.
La American Academy of Pediatrics recomienda a las mujeres sanas que alimenten a sus bebés sólo con leche materna durante al menos los primeros seis meses de vida y que sigan haciéndolo "por lo menos durante el primer año de vida o más siempre y cuando así lo quieran la madre y su bebé".
La lactancia materna ofrece muchos beneficios para la salud y el desarrollo del bebé, declara el National Institute of Child Health & Human Development. Los niños ingieren una cantidad balanceada de nutrientes para asegurar un crecimiento óptimo, los ácidos grasos promueven el desarrollo del cerebro y protegen contra muchas enfermedades infantiles. También hay beneficios importantes tanto físicos como emocionales para las madres.
"No hay duda de que la lactancia materna es lo mejor para la salud de las madres y sus hijos", dijo Nicole Else-Quest, profesora asistente de psicología de la Universidad de Villanova en Pensilvania, "pero no está del todo claro cómo la lactancia materna afecta la relación madre-hijo". La lactancia materna podría ayudar a establecer un vínculo temprano, agregó, "pero tan sólo es una de las múltiples formas que hay".
En lo que respecta a por qué hay diferencias en cuanto al estrés entre los niños amamantados o alimentados con biberón, Else-Quest señala que es difícil hacer especulaciones "debido a que muchos factores influyen en la decisión de dar el seno en primer lugar".
El equipo de investigación consideró los factores que podrían afectar la reacción de un niño al estrés y su capacidad para manejarlo, como la depresión materna, la educación de los padres, la clase social y los hábitos de tabaquismo. Aún tras considerar otros factores, los niños amamantados eran menos ansiosos que sus contrapartes. Además, los niños alimentados con biberón cuyos padres se habían divorciado eran más ansiosos que los niños amamantados.
Aún así los hallazgos del estudio no demuestran que la lactancia materna en sí misma reduzca la ansiedad. Podría ser un marcador de contacto físico y estrecho en los primeros años de vida, anotaron los investigadores.
"Un niño que no tenga un contacto regular podría percibir un mayor peligro al reaccionar contra el estrés, que indica una situación de peligro potencial, con una respuesta más reactiva y menos controlada al estrés", destacó Montgomery.
Es posible también, agregó, que las madres que dan el seno simplemente tienen una mejor relación con sus hijos.
"La relación padres-hijo influye en la salud y desarrollo del niño de muchas maneras", apuntó Montgomery. "Tener una buena relación con los padres es importante, y esta relación empieza en la infancia, así que un buen contacto en los primeros años de vida con el niño es crucial".
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