Las casas húmedas y mohosas causan depresión

Las casas húmedas y mohosas causan depresión

01 Octubre 2007
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Las personas que viven en hogares húmedos y mohosos podrían tender a la depresión, según sugiere un estudio reciente.

La posible relación fue descubierta en un análisis del moho y las condiciones de salud de varias ciudades en Europa oriental y occidental. Y podría algún día llevar a la inclusión de los problemas emocionales a la lista de males de salud causados por el moho, según afirmaron los autores del estudio.

Pero los investigadores advirtieron que todavía es demasiado pronto para decir si la exposición al moho se relaciona directamente con la depresión o si una persona que ya está deprimida podría simplemente abandonar el control a su medio ambiente en tal grado que el moho pueda desarrollarse.

"Hay cierta evidencia preliminar que sugiere que los altos niveles de exposición al moho podrían llevar a la depresión", afirmó Edmond D. Shenassa, autor principal del estudio y profesor asistente de salud comunitaria de la Facultad de medicina de la Universidad Brown.

"Pero no es seguro", enfatizó. "Hemos encontrado una relación entre el moho y el riesgo de depresión, pero tenemos que trabajar más para ver si es una situación causal".

Los resultados del estudio aparecen en la edición de octubre del American Journal of Public Health.

El moho es un organismo microscópico ubicuo y tóxico que se presenta en diversas especies que alcanzan las decenas, o incluso las centenas, de miles. Las esporas de moho, que se propagan por el aire, el agua o los insectos, se encuentran durante todo el año tanto fuera como dentro de la casa, y sobreviven y se multiplican con mayor facilidad en condiciones calientes, húmedas y de poca luz, según los U.S. Centers for Disease Control and Prevention.

Típicamente, una limpieza rutinaria con jabón, agua y blanqueador puede prevenir que el moho se acumule en las áreas más susceptibles, como el cierre de la puerta de la nevera, la ducha, las ventanas y los acondicionadores de aire.

Pero un problema grave de moho, que se evidencia fácilmente por un olor rancio o por manchas viscosas, pastosas y descoloridas en las paredes o techos, puede desarrollarse y propagarse después de un daño excesivo y continuo por agua.

El gobierno de los EE.UU. no ha establecido directrices generales para los niveles aceptables de moho residencial. Además, ningún estudio ha relacionado de manera concluyente la exposición al moho con los problemas de salud mental.

Sin embargo, los CDC advierten que inhalar esporas de moho vivientes o incluso muertas puede provocar una reacción alérgica respiratoria entre los individuos sensibles. Puede provocar respiración sibilante, falta de aire e incluso infecciones pulmonares, así como congestión nasal, tos, dolores de cabeza e irritaciones de la piel, la garganta o los ojos.

Entre los que tienen mayor riesgo se encuentran hombres y mujeres que sufren de alergias, asma o la supresión inmunitaria que acompaña a la infección del VIH, la quimioterapia para el cáncer y los trasplantes de órganos.

Para explorar la posible relación entre el moho y los problemas de salud mental, Shenassa y sus colegas revisaron datos de la Organización Mundial de la Salud recolectados entre 2002 y 2003 en ocho ciudades europeas, Angers, Francia; Bonn, Alemania; Bratislava, Eslovaquia; Budapest, Hungría; Ferreira do Alentejo, Portugal; Forlì, Italia; Ginebra, Suiza; y Vilna, Lituania.

A casi 6,000 hombres y mujeres de casi 3,000 hogares se les preguntó en persona sobre su salud, por ejemplo si habían se les había diagnosticados depresión clínicamente en los 12 meses anteriores. Los participantes, que tenían entre 18 y 104 años de edad, fueron divididos equitativamente entre hombres y mujeres, y se eligieron de forma aleatoria.

Se les preguntó si habían experimentado alguno de cuatro síntomas de depresión durante las dos semanas anteriores, como problemas para dormir, baja autoestima, falta de apetito y/o una disminución del interés en las actividades. Se consideró que los que tenían tres o más síntomas estaban deprimidos.

A los residentes también se les pidió que evaluaran sus condiciones de vivienda mientras, al mismo tiempo, los investigadores condujeron inspecciones visuales para calcular los niveles y la localización de cualquier humedad y moho en cada hogar.

Finalmente, a cada participante se le preguntó si se sentía o no en control del ambiente de su hogar, además de si tenían cualquiera de seis afecciones que pueden ser asociadas con la exposición al moho, entre ellas resfriados o problemas de garganta, respiración sibilante, ataques de asma u otros problemas respiratorios, fatiga o dolores de cabeza.

También se anotaron las características de las viviendas, tales como la luz, ventilación, tamaño, las condiciones de hacinamiento y calefacción, además de información demográfica básica como la situación de empleo. Los investigadores anotaron además de la salud general, tales factores a veces se relacionan con la depresión.

Shenassa y sus colegas encontraron que el 57 por ciento de todos los residentes vivían en hogares que estaban libres de humedad o moho, aunque la prevalencia variaba sustancialmente según la región, desde más del 80 por ciento en Portugal a poco más del 25 por ciento en Eslovaquia.

Mientras tanto, se determinó que el nueve por ciento de los residentes estaba deprimido. Las mujeres, los mayores y los desempleados eran más propensos a tener síntomas depresivos, mientras que los que vivían en condiciones de hacinamiento también parecían tener un mayor riesgo de depresión.

Sin embargo, incluso después tomar en cuenta esos factores mitigantes clave, los investigadores hicieron las relaciones de rigor y encontraron que tener moho en el hogar parecía estar asociado con la depresión.

"Básicamente, el riesgo de depresión aumentaba en alrededor de 40 por ciento entre quienes vivían en hogares mohosos", afirmó Shenassa. "Teniendo en cuenta que existen los mismos tipos de moho en Europa y en Estados Unidos, los resultados deberían también aplicarse a los hogares estadounidenses".

"De todos modos, aunque vimos que hay más depresión entre las personas que viven en hogares mohosos, no sabemos qué llegó primero", advirtió Shenassa. "Pensamos que la depresión tiene múltiples vías, así que necesitamos investigar más".

Kelly A. Reynolds, microbióloga investigadora de la Universidad de Arizona, describió el estudio como "muy interesante", pero estuvo de acuerdo en que se necesita más investigación.

"Saber que los efectos de moho sobre la salud son a largo plazo, crónicos y a veces cumulativos significa que [los autores del estudio] podrían estar muy lejos de determinar cuál es la gallina y cuál el huevo", señaló. "Entonces, aunque hay mucha especulación, es difícil probar una conexión con la salud mental. Lo que siempre decimos le a las personas es que si puede oler o ver moho en el hogar, no hay motivo para no deshacerse de él".