ESTRATEGIA BIOLÓGICA CONTRA EL CÁNCER

ESTRATEGIA BIOLÓGICA CONTRA EL CÁNCER

21 Octubre 2007
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Las terapias naturales pueden ayudar a prevenir, tratar y superar el cáncer. De hecho debieran considerarse por su eficacia un complemento necesario de los tratamientos convencionales (cirujía, radioterapia y quimioterapia).

Está científicamente demostrado que los métodos que refuerzan el sistema inmunitario y equilibran los sistemas energéticos del organismo reducen las probabilidades de contraer cáncer, tanto como contribuyen a la curación y mejoran la calidad de vida.

Las personas que se encuentran en mayor riesgo porque sus familiares directos han sufrido la enfermedad no hallan en las consultas de los médicos convencionales estrategias preventivas realmente eficaces. Por su parte, quienes han sido operados y han recibido radioterapia y/o quimioterapia con éxito, a menudo sienten que debieran hacer algo para reducir las probabilidades de una recaída. Sin embargo, los médicos no suelen proporcionarles mucho más que recomendaciones básicas (no fumar y seguir una dieta equilibrada). Sin embargo, se pueden hacer muchas cosas.

Ningún diagnóstico es tan temido como el del cáncer. A la mayoría de afectados les sienta como un mazazo. Caen en una crisis vital y de forma inevitable, como reacción natural, aparecen el miedo y la desesperación. El tumor es visto como un enemigo poderoso que quiere destruir su cuerpo y su vida.

Así lo ve también la medicina convencional, que trata el cáncer como si fuera una enfermedad local. Si se acaba de descubrir, los médicos intentan destruirlo hasta la última célula, utilizando todo el arsenal terapéutico disponible. Y ciertamente consiguen resultados positivos en más de la mitad de los casos. Cinco años después de recibir el diagnóstico, el 63% de los pacientes aún vive. Si el tumor se ha detectado en un programa de detección precoz, el porcentaje sube al 84%.

Muchos pacientes son curados totalmente, pero los miedo continúan. Después de un primer tratamiento suelen caer en los llamados "vacíos terapéuticos". De repente los médicos les dejan marchar y les citan para controles periódicos.

A los afectados les falta información sobre cómo pueden actuar para evitar un nuevo brote. Los médicos naturistas tienen mucho que aportar en este sentido. Ven el proceso de la enfermedad y la sanación de una manera más compleja que los médicos convencionales. Creen que la aparición de un tumor revela una alteración de sistemas generales del organismo. Por eso los tratamientos complementarios naturales cuidan especialmente el sistema inmunitario.

De esta perspectiva terapéutica nacen conceptos como el de "inmunización biológica holística". Su meta más importante es fortalecer las fuerzas de regulación y curación del propio cuerpo. Una célula que muta de forma maligna y que es capaz de crecer y multiplicarse sin encontrar ninguna resistencia, es que ha encontrado un cuerpo que se lo permite. Por eso las terapias naturales tratan de activar los potenciales inmunitarios mediante medidas en las que la colaboración activa del paciente es necesaria. Incluso la medicina convencional reconoce que los pacientes que no se resignan, que se deciden a luchar, viven más tiempo.


Estabilización psíquica

El fortalecimiento de la inmunidad biológica se apoya en cuatro pilares. El primero es la estabilización psíquica y debe afirmar la esperanza en la recuperación. Otro objetivo es resolver los conflictos interiores que han llevado a la depresión, debilitando el sistema inmunitario y enviando a las células el mensaje de que no vale la pena seguir luchando. En cambio, cuando los miedos desaparecen, el poder de autocuración se refuerza.

Un método para favorecer el equilibrio psíquico es la visualización. El psico-oncólogo Carl Simonton recomienda a los pacientes que, por ejemplo, imaginen cómo una energía luminosa y curativa fluye por todo su cuerpo y llega hasta cada célula. También pueden visualizar que las células inmunitarias eliminan las cancerígenas.

Otros tratamientos para equilibrar la mente son la terapia de diálogo o la participación en grupos de ayuda mutua. Está científicamente demostrado que las personas que escuchan y son escuchadas tienen más posibilidades de superviviencia.

La expresión artística es otro importante medio terapéutico. Los enfermos de cáncer, como las personas que aún no han desarrollado la enfermedad, tienen muchas veces dificultades para expresar sus emociones. Interpretar música, pintar o esculpir puede ayudarles a romper bloqueos emocionales al proyectar fuera de sí y dar forma a sus miedos e inquietudes.


Activación corporal

El ejercicio físico es casi tan necesario para el cuerpo como respirar. Practicado de forma regular y moderada fortalece el sistema inmunitario y actúa como un masaje vitalizante sobre los órganos y tejidos internos. Además favorece la oxigenación, lo que puede resultar muy importante porque las personas que sufren cáncer suelen sufrir una deficiencia de oxígeno en la sangre y en los tejidos.

Además cualquier trabajo corporal aumenta la autoestima. Para cada paciente de cáncer, o de persona interesada en prevenirlo, vale la premisa de que se debe encontrar una práctica deportiva que se adapte al rendimiento y al gusto personales. Desde el simple paseo a la natación o los deportes de equipo, existe un amplio abanico de posibilidades.

Las disciplinas físicas meditativas, como el yoga, el tai chi o el chi kung, son especialmente interesantes porque además tienen en cuenta los aspectos mental y energético. En concreto, la euritmia, disciplina antroposófica que trata de recomponer los ritmos corporales, base de la salud, obtiene resultados muy satisfactorios con grupos de pacientes de cáncer.


Cuidado de la alimentación

A principios de este año se hizo público un estudio realizado en el Instituto Internacional de Investigación del Cáncer de la OMS (Lyon, Francia), según el cual un 35% de los cáncer tiene su origen en errores de la alimentación. Por tanto una dieta sana es la principal herramienta contra el cáncer.

A través de la alimentación se pueden estimular los procesos inmunitarios de eliminación de células precancerígenas. Para ello la dieta debe proporcionar una cantidad suficiente de alimentos ricos en vitaminas (betacaroteno, C y E) y minerales (selenio, cinc y cobre) antioxidantes.

Las sustancias antioxidantes son cazadoras de radicales libres, agentes agresivos que son capaces de dañar el material genético y colaborar así en la aparición de cáncer. Se crean en el cuerpo debido a la acción de agentes tóxicos ambientales, como el humo del tabaco, el ozono, y también por el alcohol y la quimioterapia.

Ciertos agentes fitoquímicos también se han demostrado eficaces en la prevención del cáncer, como las catecolaminas del té verde, los sulforanos e indoles presentes en el ajo, en la cebolla y en las coles, las isoflavonas de la soja o las antocianinas de los arándanos.

Los laboratorios farmacéuticos investigan actualmente estas sustancias para elaborar una pastilla-vacuna frente al cáncer, pero por el momento se sabe que los efectos de los alimentos enteros y de una dieta variada y rica en vegetales son más eficaces que los principios activos aislados.

En el marco de la medicina integrada (convencional con ayuda de terapias naturales) se debiera diseñar una dieta personalizada y prescribir complementos dietéticos si fuera necesario en función de las necesidades individuales (edad, sexo, estadio de la enfermedad, características fisiológicas o capacidad antioxidante de la sangre).

Modulación de la inmunidad

Este aspecto de la estrategia concierne sólo a las personas que sufren o han sufrido cáncer, no a quienes tratan de prevenirlo.

La inmunidad puede ser regulada y potenciada mediante plantas medicinales. Aquí se abre un abanico de opciones amplísimo, pero existen remedios que han alcanzado un gran prestigio -con el apoyo de los estudios científicos- como potentes anticancerígenos. El extracto de muérdago (ver el recuadro) y el reishi quizá sean los más eficaces y populares.

Otras plantas que se utilizan frecuentemente en la prevención y el tratamiento del cáncer son el Pau D'Arco (o lapacho), el ginseng, el té verde, la echinacea, el astrágalo, chaparral y varias setas. También existen mezclas, como la denominada Essiac, que ofrece los beneficios de varias plantas.

La fitoterapia tradicional china resulta asimismo muy interesante, sobre todo si un buen terapeuta realiza el tratamiento indicado para la situación energética única del paciente (no hay dos iguales).

La vacunación antitumoral y la hipertermina son terapias naturales muy desarrolladas en Alemania y otros países, pero que no se han establecido todavía entre nosotros. La hipertermia se basa en el hecho de las células tumorales resultan dañadas al sufrir temperaturas superiores a los 40 grados. El daño producido en las membranas de las células malignas sirve para que sean detectadas por las células inmunitarias y eliminadas. Para calentar los tejidos se utilizan microondas, ultrasonidos o infrarrojos. Ademas del efecto directo, la hipertermia aumenta la sensibilidad a los medicamentos oncológicos y a las radiaciones.

La hipertermia inicio su historia en la medicina convencional de la República Democrática Alemana, luego fue asimilada por terapeutas alternativos y actualmente vuelve a ser reconocida por la medicina académica e incluso se ha introducido en los protocolos de actuación frente a ciertos tipos de cáncer. Existen estudios sobre su éxito curativo en 19 tipos de tumores y en los Países Bajos el calentamiento forma parte del tratamiento protocolario del cáncer de cérvix.

Una de las causas del cáncer parece ser que las células inmunitarias no reconocen las alteradas y dejan que proliferen. Las vacunaciones tumorales tratan de resolver este trastorno. Para ello se utiliza tejido cancerígeno obtenido de la operación y en laboratorio se pone en contacto con células inmunitarias del paciente. Cuando éstas atacan las células cancerígenas se cultivan en el laboratorio y se inyectan en el enfermo. De nuevo en el cuerpo, las células inmunitarias actividas combaten las células cancerígenas que no han sido extirpadas, los rebrotes y las metástasis. Las vacunaciones han conseguido en ocasiones erradicar por completo el tumor.


Saliendo de la confusión

La gran cantidad de opciones terapéuticas naturales puede producir confusión en el paciente. Por eso resulta aconsejable seguir un plan. En primer lugar es necesario recopilar información sobre el tipo de cáncer que se padece. Resulta útil acudir a asociaciones de afectados y contar con la opinión de al menos dos médicos. El conocimiento de la enfermedad puede despertar algunas aprensiones pero tiene más ventajas que inconvenientes. Ayuda contra la sensación de estar perdido y permite tomar decisiones propias para realizar una terapia óptima.

Antes de elegir un terapeuta o un tratamiento hay que tener en cuenta que no todos son serios. Una vez tomada la decisión hay que confiar todo lo posible en el profesional porque por mucho que el paciente se haya informado, sus conocimientos serán siempre menores.

Otro aspecto importante a tener en cuenta es que el tratamiento natural complementario debe armonizarse con el convencional. Renunciar a la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia es una decisión grave que no se puede tomar a la ligera. Ser partidario de las terapias naturales no significa renunciar a los métodos convencionales cuándo éstos han demostrado su eficacia en situaciones extremas.

Lo ideal es que el médico convencional esté al tanto de los tratamientos complementarios que recibe el paciente y que le apoye en sus decisiones. Actualmente bastantes médicos convencionales conocen también las terapias naturales y su eficacia. Y los que no, debieran conocerlos. Estudios realizados en los años 90 en la Universidad de Würzburg (Alemania) con pacientes de cáncer de mama avanzado han demostrado que desde la aparición de la primera metástasis las mujeres que seguían en exclusiva el tratamiento convencional sobrevivieron una media de 24 meses. Las pacientes que además habían utilizado tratamientos complementarios sobrevivieron entre 53 y 81 meses. En el 65% de los casos los tumores incluso desaparecieron.

Sea cual sea la terapia elegida, el hecho indudable es que incluso grandes tumores han desaparecido espontáneamente, lo que demuestra que el cuerpo tiene mecanismos inmunitarios eficaces. Aunque los "milagros" son la excepción, el mensaje es claro: nadie debe resignarse antes de tiempo.

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