Totnes, la auténtica transición

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El movimiento de la Transición nació en Totnes en 2005 y se ha propagado ya por 34 países.

Rob Hopkins, uno de los fundadores, creó una red para crear un abanico de ideas e iniciativas desde lo local.

En un pueblo de 7.000 almas, entre las bucólicas colinas de Devon, se está cociendo desde hace ocho años una revolución pausada y silenciosa. Cualquiera que llegue por primera vez a Totnes, no notará posiblemente la diferencia: los coches siguen circulando entre los caserones de piedra y -como los propios vecinos advierten- "aún no tenemos a las cabras pastando en los tejados verdes".

Remontando High Street, sin embargo, uno empieza a notar que algo está ocurriendo realmente en Totnes. En plena crisis, aquí tenemos la explosión de pujantes comercios locales. Muchos de ellos admiten el pago con la divisa autóctona, la libra de Totnes. Los 40 cafés locales han hecho piña para evitar la apertura de cadenas multinacionales. Y los vecinos han sido capaces de organizarse, calle a calle, para llenar los tejados de paneles solares.

La semilla del cambio se plantó hace tiempo en Totnes. Hace casi un siglo, Dorothy y Leonard Elmhirst levantaron muy cerca su utopía rural, en lo que hoy es el Dartington Hall y el Schumacher College. El pueblo fue siempre uno de los puntales del pensamiento progresista y de la busca de otros estilos de vida. Pero el auténtico catalizador ha sido el movimiento de la Transición, que nació aquí en 2005 y que se ha propagado ya por 34 países con su mensaje de regeneración energética, económica y social.

"El sistema con el que funcionamos ha entrado en un callejón sin salida", advierte Rob Hopkins, cofundador del movimiento, rebautizado en su propia tierra como “el revolucionario gentil”. Como buen permacultor, Hopkins decidió trasplantar a Totnes el experimento tras los primeros pasos en Kinsale (Irlanda), en los albores del nuevo siglo, cuando el cambio parecía inevitable e inminente: "La era del crecimiento ilimitado y del petróleo barato estaban tocadon a su fin, pero aún no teníamos a mano una alternativa"…

"Con la Red de Transición intentamos crear un abanico de ideas e iniciativas desde lo local", advierte Hopkins, empeñado en convetir Totnes en un laboratorio de lo posible. "No tenemos las soluciones, pero las estamos buscando. El objetivo es crear comunidades resilientes en cualquier parte del mundo. Cada país y cada cultura lo está adaptando a su manera y con sus propios ingredientes".

Planes de descenso energético. Cooperativas de energía solar. Monedas complementarias. Apoyo a la emprendiduría social. Impulso de la agricultura urbana. El movimiento que nació como Transition Towns, en respuesta a los retos del cambio climático y del pico del petróleo, se ha adaptado a los tiempos que corren y a la necesidad de respuestas ante la crisis.

Rob Hopkins, cofundador del movimiento Transition.

Reconomy Project, el proyecto para regenerar la economía, se ha convertido en los dos últimos años en el motor de la “relocalización”. Totnes cuenta con su Foro de Emprendedores, su incubadora de iniciativas (Reconomy Center) y su propio plan para identificar los recursos, las carencias y las posibilidades para la creación de empleo (Local Economic Blueprint).

En el terreno de la energía, Totnes marcó la pauta en el 2003 con el primer Plan de Descenso Energético del Reino Unido, con la mirada puesta en el 2030. La principal herramienta de acción ha sido Transition Streets, para promover medidas de aislamiento y eficiencia energética casa a casa, y para dar todo el apoyo estratégico al autoncosumo con energía solar.

Una mirada limpia, desde lo alto del castillo normando desde el que se domina Totnes, bastará para constatar el destello de las placas fotovoltaicas en los tejados. Más de 65 grupos de transición -con 550 hogares implicados- se han abonado al cambio, con un ahorro medio de 700 euros en la factura de la luz y con una reducción media de 1,3 toneladas de CO2.

La alimentación, tan ligada al pasado y al futuro de esta ciudad-mercado, es sin duda el campo más fructífero. La iniciativa Food Link pone en contacto directo a los productores con los consumidores. Gardenshare ha creado una red de huertos compartidos. Food Hub intenta dar respuesta a problemas como los excedentes alimentarios. Las Seeding Sisters son las animadoras de la agricutura urbana y el grupo local de Incredible Edible, cultivando a discreción en todos los espacios públicos, ha echado raíces en apenas dos años.

La economía colaborativa ha plantado aquí sus frutos con Skillshare, donde los mayores y no tan mayores comparten sus habilidades. El Dr. Bike intenta dar un impulso extra a las dos ruedas, pese a tanta cuesta, y los grupos de Transición Interior andan dándole vueltas al concepto del “bienvivir”.

Hace poco más de un año surgió precisamente aquí un nuevo proyecto, The Network Of Wellbeing (NOW), creado por Nigel y Margaret Woodward y apadrinado por Satish Kumar, el “alma” del Schumacher College, que queda a menos de diez kilómetros de Totnes. "En el 'bienvivir' se dan la mano lo personal, lo social y lo ambiental”, recalca Kumar. “No podemos estar sanos si no vivimos en un planeta saludable y si no potenciamos los lazos de comunidad”.

A la “red del bienvivir” se ha incorporado hace unos meses como “embajador” el español Jesús Martín, 42 años, que llegó hasta la campiña del sur de Iglaterra con su familia, atraído por llamada de la transición. “Las semillas del cambio están ya aquí plantadas y con el tiempo van surgiendo nuevos y nuevos proyectos”, reconoce Jesús, ingeniero y antropólogo, ciudadano del mundo.

Cuando estaba aún adaptándose, y en plena transición personal, llegó a sus oídos el proyecto de NOW, que encajaba directamente con su propia idea de la sostenibilidad: “Un mundo en el que las necesidades de bienestar de la población se vean satisfechas dentro de recursos limitados del planeta”. A promover esa visión se dedica ahora, con las antenas siempre puestas en todo lo que va germinando y surgiendo (en el 2014 se lanzará desde Totnes un nuevo medio social, Worl Wide We, que aspira a aprovechar el potencial de las redes para impulsar el cambio).

“Los cambios culturales y de paradigma llevan cierto tiempo”, apunta Jesús, que admite que incluso en un lugar como Totnes queda “aún mucho por hacer”. “Lo bueno de un pueblo como éste es que atrae a gente que sintoniza con tus valores, y eso sirve para rerforzar esa nueva cultura y avanzar hacia un futuro en positivo que para mí pasa por la idea del 'bienestar resposable' y del 'bienvivir”.

Otro paisano, Emilio Mula, se vino a Totnes hace ya más tiempo y se ha involucrado hasta la médula en el movimiento de la transición. Emilio es el “animador” (en todos los sentidos) del documental En transición 2.0. Suya fue la idea, entre tantas otras, de “rotular” el título de la película con especias multicolores de todas las partes del mundo, “para ilustrar la variedad y la diversidad de este movimiento que no conoce fronteras”.

A través de la productora Nu-project, Emilio Mula se ha convertido en el gran comunicador de la transición con ese lenguaje tan simple como directo, que igual sirve para explicar el cambio climático que para ilustrar el poder transformador de la agricultura urbana… “En estos momentos de incertidumbre, necesitamos contar historias que nos den esperanza. La animación consigue devolvernos la inocencia y la mirada del niño, y desde ese espacio es más fácil llegarle a la gente al corazón”.

“Lo último que necesitamos en estos momentos son más películas apocalípticas que nos depriman”, advierte en una de las tomas de Emilio Mula el propio Rob Hopkins, que después de publicar The Transition Companion se ha desmarcado con un nuevo libro en forma de llamada contundente a la acción: The power of just doing stuff.

Mirando hacia atrás, Hopkins reconoce como los inicios de la transición fueron tal vez demasiado rígidos, con esos doce pasos sintetizados ahora en cuatro principios: empezar, profundizar, conectar y construir. Y cada cual, que los adapte a sus circunstancias…

“Tenemos que hablar menos y hacer más”, advierte Hopkins. “Y hay que poner un énfasis muy especial en la visión positiva del otro mundo posible, hacerla lo más apetitosa posible, como un pastel de chocolate. Esta vida mejor para todos, y mejor para el planeta, es en el fondo la meta hacia la que caminamos, aunque por momentos pueda parecer imposible".

Sin apenas salir de Totnes (se niega a coger a un avión y suele viajar en tren por el Reino Unido), Hopkins ha logrado que la mecha de la transición se propague en poco tiempo de Nueva Zelanda a India, pasando por Japón, Brasil o Italia. En Londres funcionan unos cuarenta grupos, más o menos los mismos que en España, donde ya se han celebrado dos encuentros nacionales.

"Transición: pasaje de un estado a otro, período de transformación"… No podíamos marcharnos de Totnes sin hablar finalmente con Ben Brangwyn, co-fundador del movimiento y organizador de esta red que llama poderosamente a nuestras puertas, desde lo alto de este pequeño gran pueblo, rodeado de un intenso verde y protegido por los gruesos muros del castillo normando…

"Experimentamos haciendo: no esperamos a que nadie nos dé permiso. No tenemos una receta mágica para el cambio, y hemos comprobado que la misma fórmula no sirve en todas las partes del mundo. Pero la red se está propagando cada vez más rápido. Del intercambio de experiencias está surgiendo un poder transformador que está dando por fin sus frutos".



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