El significado de las casualidades

7.3.2013
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Existe un orden profundo y misterioso que se manifiesta en las casualidades significativas de la vida diaria.

Debemos tomarlas como un valioso mensaje.

Hay un territorio brumoso entre la casualidad y la causalidad, es decir, entre el azar y la causa-efecto, que ha desatado desde siempre todo tipo de cábalas e interpretaciones. Se trata de las casualidades significativas que Carl Gustav Jung denominó "sincronicidad": dos fenómenos o situaciones independientes que se enlazan misteriosamente creando lo que parece un mensaje orquestado por el azar.

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Manejar el azar para que nos favorezca

Aunque todo el mundo ha experimentado alguna vez este tipo de coincidencias, una que se cita a menudo para ilustrar el tema es lo que le sucedió al actor Anthony Hopkins al firmar el contrato para la película La mujer de Petrovka. Al saber que el filme estaba basado en una novela del norteamericano George Feifer, dedicó un día entero a recorrer sin éxito las librerías de Londres. Desanimado, finalmente abandonó la búsqueda del libro y bajó a la estación de Leicester Square para regresar a casa. Mientras esperaba la llegada del metro, descubrió un libro abandonado en uno de los asientos, precisamente La mujer de Petrovka.

 Esta coincidencia le dejó tan turbado que apenas miró el libro en el viaje a casa. Una vez allí, descubrió que el ejemplar estaba lleno de curiosas anotaciones al margen de su anterior propietario. Pero los caprichosos engranajes del azar darían, dos años después, un nuevo giro. Al iniciarse finalmente el rodaje de la película, Hopkins conoció al autor de la novela, quien le dijo que había perdido su ejemplar anotado durante un viaje a Londres. Cuando el actor le enseñó el que había hallado en el metro, resultó ser el mismo.

La sincronicidad de Jung

Al enfrentarnos a una casualidad tan impactante como ésta –aunque lo cierto es que se producen con frecuencia–, lo primero que nos preguntamos es: ¿qué probabilidad había de que el libro extraviado por Feifer en una estación por la que pasan millones de personas fuera a parar a las manos de Hopkins? Si analizamos el caso racionalmente, la probabilidad es tan remota que no podemos evitar pensar que hay un orden oculto que mueve a su manera los hilos invisibles de la realidad, una enigmática inteligencia dentro del azar.

Cuando dos incidentes se producen de forma sincronizada, puede haber una conexión significativa entre ellos

Carl Gustav Jung exploró a fondo esta cuestión tras vivir una experiencia parecida. El psiquiatra que había colaborado con Freud en sus inicios soñó con un martín pescador y, al día siguiente, estuvo intentando dibujar las alas de esta ave marina sin lograrlo. Enfadado por su torpeza, salió a tomar aire al jardín, donde encontró un pájaro muerto. Era justamente un martín pescador, un ave marina muy rara en una ciudad como Zúrich.

Jung entendió que había una conexión íntima entre su deseo de dibujar las alas del martín pescador y la caída del animal. Aunque el pájaro no había caído porque él quisiera dibujarlo, lo que sería una causalidad, costaba de creer que aquella coincidencia fuera sencillamente fruto del azar, es decir, una casualidad. Era más bien una cuestión de sincronicidad.

El autor trató por primera vez este tema en un artículo publicado en 1952. Allí exponía que, más allá de la casualidad y la causalidad, hay un orden misterioso que se manifiesta en las coincidencias de la vida diaria. Ésta fue su definición de sincronicidad: “Cuando dos incidentes se producen de forma sincronizada, aunque no parezca que exista una relación causa-efecto, puede haber una conexión significativa entre ellos.”

El cuaderno rojo de Auster

Quizás el escritor que más se ha centrado en su exploración es Paul Auster. De hecho, en su breve ensayo El cuaderno rojo recogía todas las sorpresas que el azar objetivo le había deparado hasta aquel momento. Su propio éxito como novelista estuvo muy ligado a un error casual que acabaría siendo altamente fructífero. Al parecer, en los inicios de su carrera recibió una llamada telefónica nocturna de un hombre que preguntaba por la agencia de detectives Pinkerton. Auster le respondió que se equivocaba de número, pero el hombre llamó de nuevo al día siguiente con la misma consulta. Tras darle una contestación similar, el escritor de Brooklyn decidió que, si la llamada se repetía, le diría al desconocido que llamaba al número adecuado y que él era el detective que estaba al cargo de su caso. Esta tercera llamada nunca se produjo, pero sí le dio pie a su novela Ciudad de cristal, donde Auster proseguía lo que el azar no quiso terminar. El protagonista de esta insólita novela negra que le procuró fama mundial sigue el juego a su anónimo interlocutor, lo que a la larga desata una investigación que le llevará a un mundo de locura.

Quizás los escritores, al desarrollar para su profesión una mayor capacidad de observación –siempre van en busca de historias–, conectan más fácilmente esta clase de fenómenos. Por este motivo, anotar en un cuaderno los pequeños incidentes curiosos que nos suceden puede ayudarnos a detectar muchas sincronicidades que de otro modo nos pasarían por alto.[pagebreak]

Cuestión de afinidad

Ernesto Sábato planteaba que las coincidencias que se producen entre personas tienen más que ver con la afinidad que con una oscura lógica del azar. Imaginemos dos amigos que han estado muy unidos y luego se separan para trabajar en países diferentes. Por difícil que parezca, tendrán una alta probabilidad de encontrarse en cualquier lugar del mundo que visiten. Y eso ocurre por una razón muy sencilla: si coinciden en gustos e incluso en costumbres, no es difícil que escojan viajar a una misma ciudad –pongamos por ejemplo, Tokio– en un mismo momento del año. Una vez allí, puesto que comparten mitos y referentes, es fácil que se encaminen exactamente a los mismos lugares en determinados momentos del día.

Es importante prestar atención a las coincidencias cotidianas, ya que a menudo son mensajes llenos de significado

Cuando, tras años sin verse, se encuentren de repente en una librería para extranjeros del barrio de Ginza, los dos exclamarán: "¡Qué casualidad!". Pero, de hecho, no podía haber sucedido de otro modo. Nosotros vemos el resultado final. Sin embargo, así como el aleteo de la mariposa provoca una oleada de acontecimientos, lo cierto es que ha habido un largo proceso hasta llegar aquí.

En cambio, apunta Ernesto Sábato, dos personas que no tengan nada que ver entre sí podrían vivir una al lado de la otra durante muchísimo tiempo y no encontrarse jamás, ni siquiera paseando por su propia calle, por extraño que parezca. Y es también podemos decir que la afinidad ordena el azar.

El efecto mariposa

Todo lo que hacemos, incluso los actos más insignificantes, generan consecuencias que afectan a nuestro entorno y acaban regresando a nosotros. La idea parte del proverbio chino: “El aleteo de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”. Este probervio tiene su variación moderna en: “El aleteo de una mariposa en Hong Kong puede desatar una tormenta en Nueva York”. Hace referencia a una dinámica continua de causa-efecto que siempre se encuentra activa, aunque no seamos conscientes de ella.

Tal vez quien mejor plasmó este hecho fue Ray Bradbury en su cuento El ruido de un trueno, que se refiere justamente al efecto mariposa. Está protagonizado por unos cazadores que logran viajar a la prehistoria, donde pisan un insecto sin darse cuenta. Al regresar a su época, se encuentran con un mundo totalmente diferente debido a esa muerte minúscula que ha desencadenado enormes cambios en toda la historia.

La enseñanza de este relato de ciencia-ficción es que debemos cuidar siempre los detalles, porque lo pequeño acaba generando lo grande. Bajo el caos aparente del universo, existe un orden infinito del que todo y todos participamos, y ese orden se manifiesta intermitentemente a través de las sincronicidades.

Por eso es importante prestar atención a las coincidencias cotidianas, ya que a menudo son mensajes llenos de significado. Si aprendemos a leer los hilos invisibles de la realidad, descubriremos pistas que nos conducen a lugares, situaciones y personas que pueden dar un vuelco decisivo a nuestra vida.