El plástico es una amenaza planetaria

6.2.2013
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El plástico se ha convertido en un peligro para la salud de las personas y de los ecosistemas. 

¿Qué hacer con los plásticos?

123RF

Cada año se fabrican en todo el mundo más de 200 millones de toneladas de plástico que el planeta no puede digerir. El material emblemático de la civilización industrial se nos ha ido de las manos y se ha convertido en una verdadera amenaza para los ecosistemas y también para la salud humana. Las investigaciones demuestran, por ejemplo, que nos estamos comiendo -literalmente- el plástico que se abandona o llega hasta el mar. 

El plástico tarda en degradarse por completo de 100 a 1.000 años. Los fragmentos, procedentes de utensilios domésticos e industriales, incluyendo bolsas, envases y redes de pesca abandonadas, se descomponen en partículas microscópicas y elementos tóxicos que son ingeridos por todo tipo de organismos. Llegan incluso hasta el sistema digestivo humano a través del pescado y el marisco que los han consumido antes.

En el mar, las partículas de plástico se convierten un falso plancton —organismos que viven flotando en alta mar y que son alimento principal de animales mayores— que acaba siendo ingerido por las tortugas y muchos otros animales. En los estómagos de ballenas y delfines se han encontrado láminas de plástico de grandes dimensiones. De acuerdo con la Sociedad de Conservación Marina del Reino Unido, más de un millón de aves y 100.000 mamíferos y tortugas mueren cada año en el planeta debido a los enredos con los plásticos. 

Ilustra el drama el caso de un pequeño rorcual (Balaenoptera acutorostrata), de 3.97 m de largo, hallado muerto en una playa de Normandía: en su estómago se hallaron una bolsa de patatas chips, dos bolsas de supermercado, siete trozos de bolsas de basuras de varios colores (uno de ellos de 25 por 70 cm y otro de 70 por 75 cm), siete bolsas transparentes (una de 90 por 30 cm y otra de 1m por 20 cm) y un envase de un producto alimentario. En total, 800 g de plásticos.

Ingredientes tóxicos

Pero las mayores consecuencias tienen que ver con los efectos en los organismos a nivel bioquímico. La doctora Andrea Russel ha explicado que las partículas microscópicas de plástico liberan al descomponerse los elementos dañinos que contienen. Entre estos agentes químicos tóxicos se encuentran antimicrobianos, colorantes, flexibilizantes, metales pesados o sustancias retardantes de las llamas.

Además los plásticos atraen otras sustancias químicas tóxicas que también han sido vertidas en los océanos. Se trata de sustancias hidrofóbicas como los PCBs (bifenilos policlorados) y el DDE (diclorodifenildicloroetileno), un metabolito del plaguicida DDT. 

Todos los compuestos mencionados se acumulan en la grasa de los peces comestibles, como la sardina, el atún o los arenques. Investigadores del Laboratorio de Toxicología y Salud Medioambiental de la Universidad Rovira i Virgili y de la Universidad de Barcelona, concluyeron, tras analizar durante dos años un millar de muestras de 108 productos diferentes, representativos de la dieta cotidiana y comprados en supermercados de siete ciudades catalanas, que los pescados contienen dioxinas, PCBs y metales pesados en cantidades significativas y preocupantes.

Si éstas se suman a los contaminantes presentes en otros alimentos, en el aire y en el agua, resulta que muchas personas pueden estar expuestas a dosis que la Organización Mundial de la Salud considera peligrosas. El máximo tolerable está entre 70 y 280 picogramos, en función del peso de la persona, y una dieta normal proporciona 150 picogramos de PCBs, 95 picogramos de dioxinas, 8,4 microgramos de hidrocarburos aromáticos policíclicos, 97 nanogramos de difenil éteres polibromados, 45 nanogramos de naftalenos policlorados, 41 nanogramos de difenil éteres policlorados, 223 microgramos de arsénico, 28 microgramos de plomo, 21 microgramos de mercurio y 15 microgramos de cadmio. Los investigadores consideran especialmente preocupantes las concentraciones de dioxinas, PCBs, naftalenos policlorados, compuestos de bromo y éteres policlorados. 

Los efectos sobre la salud

Buena parte de los compuestos contaminantes presentes en los plásticos son disruptores endocrinos, es decir, agentes que interfieren con el sistema hormonal, produciendo alteraciones en el desarrollo y especialmente en los sistemas reproductivo e inmunitario. Existen cientos de estudios acerca de los efectos dañinos de estas sustancias sobre muchas especies animales. En el ámbito de la vida marina, se han relacionado con la masculinización de las hembras de oso polar, así como con la reducción de la población y los abortos espontáneos entre las focas. 

Entre las personas, los disruptores endocrinos se asocian con endometriosis, malformaciones genitales, trastornos inmunitarios y nerviosos, deficiencias intelectuales y varios tipos de cáncer. 

Para que los plásticos perjudiquen la salud no tiene que cumplirse todo el ciclo: no hay que esperar a que lleguen al mar, se descompongan, intoxiquen a los peces y éstos al ser humano. Los objetos de uso cotidiano de plástico son ya una amenaza durante su vida útil.

Existe una relación, por ejemplo, entre el asma infantil y la concentración de agentes ablandadores (ftalatos) en juguetes y revestimientos de suelos de PVC. Es la conclusión de un estudio realizado por el Consejo de Investigación Sueco para el Ambiente, las Ciencias Agrícolas y la Planificación Territorial. Los científicos midieron los niveles de agentes ablandadores y de bacterias presentes en muestras de aire y polvo de 198 casas de niños con síntomas alérgicos persistentes y de 202 casas de niños sin molestias. La conclusión fue que las casas de los niños alérgicos tenían niveles superiores de butil benzil ftalato. También se encontró una relación entre este agente contaminante y síntomas de rinitis y eccema. Otro ablandador plástico, el di etil hexil ftalato (DEHP) apareció relacionado con el asma. 

Los principales tipos de plástico
Los compuestos tóxicos del plástico

Otro motivo de preocupación es el bisfenol A, un disruptor endocrino que se encuentra en envases de yogures, vasos, botellas de agua y biberones de plástico. Estudios realizados con animales muestran que este componente provoca defectos de nacimiento y abortos espontáneos en ratones. Análisis realizados en Alemania demuestran que el trasvase de bisfenol del envase al contenido aumenta cuando se calientan los biberones en el microondas.

¿Qué hacer con los plásticos?

La proliferación del plástico parece imparable pero no hay que desestimar el efecto de las decisiones individuales: el ejemplo contribuye a la extensión de la conciencia sobre el problema y muestra las alternativas. La tercera parte de todos los plásticos utilizados es de corta vida (como la bolsa de supermercado, que va de la tienda a la casa y a la basura) y casi ninguno se recicla: el destino de la mayor parte es contaminar la tierra, el aire (a través de la incineración) y el mar. 
No utilizar utensilios de plástico siempre que haya alternativas. Elegir preferentemente las opciones naturales: madera, corcho, mimbre, cartón...
 Ir a la compra con bolsas de plástico ya usadas, o mejor aún, de tela, y no perder la oportunidad de regalarlas a las amistades. 
 Evitar los alimentos y las bebidas envasados en plásticos. Preferir los envases de cartón, papel o madera. 
 Siempre que sea posible, elegir los nuevos plásticos de origen vegetal: son totalmente biodegradables y están libres de sustancias tóxicas. Lo deseable es que en el futuro sustituyan completamente a los plásticos basados en el petróleo que están causando los problemas (Artículo: Los bioplásticos ya están aquí). 
 Antes de tirar un plástico, pensar en todas las posibilidades de reutilizarlo: convertirlo en maceta, pisapapeles, objeto decorativo... Las hortalizas plantadas en recipientes de plástico crecen más rápidamente. 
 Si se tienen que desechar, hacerlo exclusivamente en contenedores amarillos (los envases) o en “puntos verdes”
 Las bolsas de basura deben ser de plástico reciclado o de plástico vegetal.