'El futuro estará en manos de los eco-emprendedores, de los que sepan ver que es el momento de actuar con conciencia'
Coincidiendo con el 30º aniversario de Biocultura Madrid, entrevistamos a Ángeles Parra, presidenta de la Asociación Vida Sana y directora de BioCultura.
¿Cómo fueron los inicios de la Asociación Vida Sana?
Éramos varias personas del área catalana que estábamos preocupadas por la forma en que la alimentación industrial contaminaba los ecosistemas y a las personas. Pero nuestras inquietudes no se quedaban ahí. Había más: la búsqueda de una salud más natural, una vida en armonía con la Naturaleza, una educación más sensata, parto natural, lactancia materna, respeto por los derechos animales, etc. Pronto vimos que, para llevar a cabo mejor nuestra tarea, teníamos que constituirnos en asociación.
¿Cuáles fueron las primeras iniciativas que llevasteis a cabo?
Convencer a campesinos para que trabajaran sin agroquímicos, buscar tiendas que quisieran vender esos productos, desarrollar una actividad docente para que pudiera empezar a haber profesionales capacitados. Incluso elaboramos los primeros estándares de certificación ecológica, lo que en aquel entonces se llamaron los “Cuadernos de Normas”, para poder controlar y certificar los productos biológicos…
¿Y cómo gestó la primera edición de Biocultura en Madrid?
Un día fuimos a hablar con Don Enrique Tierno Galván y él nos dijo que teníamos que hacer un evento para promocionar todo esto de lo que estábamos hablando. Le hicimos caso y él nos ayudó muchísimo. Hoy ya no quedan políticos como “El Viejo Profesor”. Fue un visionario. Puso una buena cantidad de recursos del ayuntamiento de Madrid para que la feria pudiera hacerse realidad. Qué tiempos…
Muchos asociamos BioCultura como un gran acontecimiento, cientos de estands y muchísima gente interesada por la ecología, la sostenibilidad, la salud natural… ¿Cómo fue aquella primera edición?
Hay muchas anécdotas acerca de la primera edición de BioCultura, tan amateur, tan doméstica, tan familiar, pero creo que con una bastará… porque ya da idea de cómo era todo en aquel entonces, hablamos de hace tres décadas, que se dice pronto. En 1985, prácticamente nadie apostaba por la agricultura ecológica. No existía, podríamos decirlo así. Y no es fácil llenar una feria con estands de algo que no existe. Así que había un agricultor que tenía peras y manzanas cultivadas de forma ecológica, alimentos avalados por nosotros mismos, que controlábamos que en sus cultivos no hubiera intervención química. Como no había agricultores que trabajaran así, le pusimos dos estands, uno para las manzanas y otro para las peras. Así, poco a poco, en plan hormiguitas, conseguimos el milagro de llenar una pequeña primera feria “bio”, la primera del estado español, cuando todo esto no le interesaba ni lo más mínimo ni a los agricultores, ni a los medios de información... Sí que había, no obstante, un pequeño público, muy incipiente, muy pionero, muy activista, que estaba dando los primeros pasos para tener una vida sana en todos los aspectos y, principalmente, en el tema de la alimentación.
¿Cómo valoras el camino que lleváis recorrido todos estos años? ¿Cambiarías algo?
Había personas que queríamos luchar por una vida sana, descontaminada, en pos de la alimentación ecológica, la salud natural, la regeneración del planeta, la biodiversidad… Éramos luchadores natos y teníamos un compromiso tan grande y tan pasional… que no había nada que pudiera detenernos. Eso lo echo a faltar en gente joven de hoy, que quiere ver enseguida los frutos de sus iniciativas. Para nosotros, cualquier esfuerzo era poco. Yo trabajaba de enfermera por las noches y durante el día estaba en la asociación. Dormía unas cinco-seis horas al día. Aquello era brutal, pero muy hermoso al mismo tiempo. Por el contrario, descartaría volver a involucrarme en cambios sociales que no tenían exactamente una relación directa con todo esto que estamos hablando y que, más bien, tenían relación con ideas alocadas de gurús delirantes. Por suerte, fuimos muchos los que supimos elegir el camino correcto y deshacernos de ideas y energías nocivas y tóxicas disfrazadas de “ecología”. Había que pasar esa prueba. Era normal: tiempos de confusión en los que falsos sabios usurpan el lugar de los verdaderos hombres y mujeres de sabiduría y paz. Pero seguramente todo ha tenido un sentido, y creo que he aprendido también a reconocer los errores, aunque sí me arrepiento también de algunas cosas que no supe ver en su momento. Ahora, hemos puesto el acelerador a tope hacia la profesionalización sin dejar de lado el activismo. Es lo que necesita el sector y es nuestra fuerte apuesta para el presente.
¿Y cuáles son vuestros retos de cara al futuro? ¿Hacia dónde crees que hay que seguir trabajando actualmente para extender la conciencia bio y del respeto por todo lo que nos ofrece la naturaleza?
El futuro es crecer. No va a haber quien pare esto. Incluso en los momentos más duros de la crisis tampoco ha dejado de ascender. Es cierto que grandes compañías, grandes cadenas de distribución y empresarios poco concienciados se apuntarán, ya está pasando. Bueno, es un riesgo que hay que asumir. Siempre será mejor que lo que ya teníamos, que la alimentación industrializada y contaminada, desvitalizada y mecanizada. Pero, aunque no deje de crecer, hay que seguir batallando para que la alimentación ecológica se democratice cada vez más, para que llegue a todos los hogares. Es tan necesario como en su día lo fue que llegara el agua o la electricidad… No hay que dejar de luchar, no hay que dejarse vencer por la inercia del Sistema, no hay que parar de dar a conocer las virtudes de una alimentación sana, descontaminada… En cualquier caso, las enfermedades de la civilización tampoco dejan de crecer y, para bien o para mal, esto dispara las alertas y hace que muchas personas miren hacia la alimentación ecológica como una vía de solución para tanta enfermedad, tanta pandemia y tanta desazón… Hay que asaltar los medios de información generalistas para que anuncien con luz y taquígrafos las virtudes de la alimentación ecológica.
¿Tenéis previsto ampliar el número de ciudades en las que se celebra la feria?
Por ahora, no. Imposible. Somos un equipo muy pequeño y ya estamos al borde del colapso. Vamos a trabajar mucho, eso sí, para que BioCultura y sus cuatro ediciones actuales sean una referencia en toda Europa y en todo el mundo. No somos una feria cualquiera. Somos la feria pionera. Existíamos antes que Biofach. El mundo ya lo sabe, pero ahora se trata de que empiecen a valorarlo como nos merecemos. Con el único objetivo de hacer crecer el consumo interno en España, nuestra gran asignatura pendiente. Con Madrid, Barcelona, Valencia y Bilbao, por ahora, tenemos más que suficiente. Cada semana recibimos ofertas para ir a otras ciudades, pero ahora mismo no es posible. Cada cosa… a su tiempo.
Como madre y como persona que está continuamente en contacto con todo tipo de gente por tu actividad profesional, ¿cómo ves a las nuevas generaciones? ¿Crees que está calando en los más pequeños la conciencia ecológica?
El mundo camina hacia un colapso total. De esto ya se da cuenta hasta mi suegra. Todos somos conscientes de que vamos por muy mal camino. Solo nos queda empezar a cambiar nuestros hábitos. La gente enferma, todo está patas arriba, reina la confusión por todas partes. No puede haber mejor promoción para los alimentos ecológicos que todo lo que ocurre, para bien y para mal. Aumenta el número de gente consciente, claro. No puede ser de otra manera. Es como lo de los bancos: aumenta los desahucios y, al mismo tiempo, crece la banca ética y también surgen otras formas de economía y de moneda. Las nuevas generaciones están alerta, se apuntan a lo eco claramente, aunque el país, y el mundo, no se lo ponen fácil. El futuro estará, sí, o sí en manos de los eco-emprendedores, de los que sepan ver que éste es el momento de actuar con conciencia. Los más pequeños necesitan ser educados en valores, lo veo en mis hijos y también ya en mis nietos. Si crecen aprendiendo el respeto, el amor, la humildad, la paciencia, ... aprender sobre sostenibilidad será fácil.