De la frasca a la flaska
Max Vrecko es el inventor de la Flaska, una botella reutilizable de vidrio con un tratamiento especial que permite cambiar la estructura vibracional del agua.
Max Vrecko fue el primer escéptico cuando le hablaron del "agua estructurada". El ex policía y ex monitor de snowboard se dedicaba entonces al cultivo de las fresas en su tierra, Eslovenia, cuando escuchó que había una técnica que devolvía al líquido elemento su estado prístino del manantial.
Como buen innovador en todos los terrenos, decidió probarlo. La mitad de su campo de fresas la regó con el agua de toda la vida. La otra, con el agua "supuestamente" estructurada. Al principio no notó nada fuera de lo común. Pero cuando llegó la hora de la cosecha, el segundo campo fue hasta un 18% más productivo y las fresas resultaron ser más sabrosas, resistente y compactas.
La leyenda de las fresas de Vrecko dio la vuelta a Eslovenia. Ganados ya todos los premios y satisfecha su inquietud con la tierra, el ex policía, ex monitor y agricultor decidió dar una nueva vuelta de tuerca a su vida al filo de los 40 años. "Si el agua estructurada es capaz de hacer eso por las fresas, ¿qué podría hacer por los humanos?", se preguntó.
Así nació la idea de la "flaska", pariente cercana de la frasca de toda la vida, pero con un tratamiento especial (la Tecnología de Programación del Sílice, TPS) que transmite al vidrio la "información" extraída de la naturaleza, de modo que el agua pueda recuperar la estructura vibracional que tenía en el manantial. Y quien quiera creer, que beba...
"No prometemos milagros, ni hemos demostrado científicamente los beneficios para la salud bebiendo agua de la 'flaska", reconoce Vrecko. "Pero los milagros ocurren, y lo cierto es que los beneficios pueden compobarse a la larga porque el agua sabe mejor, la gente bebe más y está más hidratada. Tener la 'flaska' cerca actúa casi como un dispositivo psicológico".
"Pero hay algo aún más importante, y es que estamos creando conciencia de la importancia del agua en nuestras vidas", advierte el inventor de la "flaska" (algo así como "botellín" en esloveno). "Al principio, la botella era simplemente una idea para evitar el uso innecesario de las botellas de plástico. Con el tiempo se ha convertido en algo más".
Más de 100.000 "felices usuarios" de la curiosa botella pueden dar testimonio en todo el mundo de los beneficios del agua "estructurada". A España la trajeron Klavdija Grm y Luis E. Prieto, que dejaron atrás sus vidas acomodadas en Eslovenia para lanzarse a la aventura de la "flaska".
Klavdija Grm y Luis E. Prieto comercializan la flaska En España. |
"Alguna vibración especial tiene sin duda la botella que genera un entusiasmo que a veces nos desborda", admite Luis. Su objetivo era llegar a las 4.000 botellas anuales; tan sólo en la última edición de Biocultura vendieron cuatrocientas... "La gente siente curiosidad de entrada, aunque es cierto que muchos dudan o no acaban de entender lo que hace la "flaska" con el agua. A todos ellos les digo: probadla y notaréis la diferencia".
"Eso sí, esta botella no purifica el agua", advierte Luis. "La composición química del agua es la misma antes que después de usarla, de modo que recomendamos a la gente que filtre si quiere el agua del grifo antes de llenarla, lo justo para dejar un espacio en la parte superior, antes de ponerle el tapón de corcho. Al cabo de cinco minutos se nota ya la diferencia: el agua sabe como más suave y sedosa y se absorbe mejor".
Por precios que van desde los 19 euros en la versión clásica a los 49 de la Jarra Vodan (así llamada en honor al dios del agua eslavo), la "flaska" se vende on line y en más de 50 puntos en toda España. La más solicitada es tal vez la de la funda de neopreno, que mantiene el agua fría, aunque las hay también envueltas en algodón o en corcho.
Las botellas de vidrio se fabrican en el norte de Italia y la tecnología de programación del silicio se incorpora en el paraíso alpino de Begunje, el lugar que inspiró a Max Vrecko y al equipo de la flaska. La tecnología se ha desarrollado a partir de las investigaciones de Wilheim Reich, Viktor Schauberger y Masaru Emoto, autor de Mensajes del Agua.
"El agua es sensible a los factores externos y es capaz de captar información y de cambiar su composición sobre la marcha", advierte Emoto, que sin embargo reconoce que estamos aún rasgando en la superficie del misterio líquido: "El agua es la esencia de la vida en la Tierra y no sabemos casi nada de ella. Llevamos bebiéndola y mirándola desde tiempos inmemoriales, y sin embargo siendo una gran desconocida".
Agua estructurada, agua viva
Numerosos estudios, siguiendo diversas metodologías, han demostrado que el agua tiene una estructura molecular específica que varía en función de las condiciones ambientales. Estas investigaciones no estudian las propiedades del agua siguiendo los parámetros clásicos de sabor, composición química, etc., sino observando su estructura o patrón de organización molecular. Siguiendo este criterio, el agua del grifo que bebemos hoy en día es agua desestructurada. Sus patrones de cristalización se han desordenado y ha perdido su capacidad original de vitalizar nuestro organismo. En cambio, en el agua estructurada las moléculas se encuentran perfectamente ordenadas y agrupadas en estructuras capaces de proporcionarnos energía vital.