Cansancio estacional, palidez, irritabilidad y decaimiento pueden ser síntomas de una falta de hierro
La deficiencia de hierro produce síntomas muy molestos: desde el desánimo, pasando por la fatiga, irritabilidad, dificultad para la concentración, hasta un cansancio inusual en que la persona no puede explicarse el por qué, ni de dónde procede.
¿No te pasa a veces que no puedes dejar de bostezar; estás como ausente vagando por los lugares, con desgana, irritable? Pues probablemente padezcas un déficit de hierro provocado por el cambio de estación, o también eres una mujer en edad fértil que pierdes hierro a causa de la menstruación.
El hierro es el elemento básico para estar en forma con energía y plena capacidad de rendimiento. Esta sustancia indispensable para la vida es absolutamente necesaria para mantenernos activos.
Este mineral es, tras el calcio, el que alcanza mayor concentración en el organismo humano con una cantidad aproximada de entre 3 y 5 g. Todas las células lo necesitan. Las mitocondrias, las pequeñas centrales energéticas de nuestras células, trabajan a pleno rendimiento gracias a él. Y también desempeña un papel decisivo en las tareas de regeneración, formación de colágeno, defensa inmunitaria y producción de hormonas.
Cuáles son los síntomas de una falta de hierro
Dado que el hierro interviene en múltiples procesos y funciones del organismo humano, su carencia puede dar lugar a síntomas muy diversos. Nos sentimos cansados, decaídos, agotados y somos más propensos a sufrir infecciones, además nuestra capacidad de rendimiento es menor. En ocasiones unas reservas de hierro agotadas se notan literalmente en la cara: piel macilenta, seca o áspera, mucosas pálidas, uñas quebradizas, caída del cabello, etc. son indicios externos de carencia de hierro. A estos puede sumársele dolores de cabeza, sensibilidad al frío, irritabilidad e incluso dificultad para concentrarse.