Heike Freire, pedagoga y autora de "Educar en verde": “No podemos volver a traumatizar a los niños”
"El Coronavirus no puede reinar en la escuela”, advierte la pedagoga Heike Freire
"La escuela debería ayudarles a recuperar la confianza y la seguridad en sí mismos, en los demás y en la vida”.
Menos exámenes. Menos obsesión académica. Más apoyo emocional y más atención a la salud mental de los niños en el momento de la vuelta al cole, con el trauma de la pandemia en sus mochilas… Es lo que han pedido miles de directores de colegios ante los planes del Gobierno británico de “acelerar” el currículum el próximo curso para “recuperar el tiempo perdido”.
Al menos en las islas británicas, como en muchos países europeos, los niños pudieron salir a hacer ejercicio al aire libre con sus padres durante el confinamiento. Al menos tuvieron cerca un jardín donde respirar, y ver el cielo, y saludar aunque fuera de lejos a otros chavales de su edad.
El confinamiento “carcelario” a la española -con los pequeños encerrados a cal y canto durante mes y medio- ha sido un castigo excesivo que va a tener consecuencias muy severas. El miedo al virus que se apoderó de los niños en el momento de salir a la calle va a volver a rondarles en el momento de la vuelta al cole en septiembre, con el distanciamiento social y los protocolos sanitarios reactivando todos sus temores.
“Los protocolos que impiden educar no son proporcionales a la amenaza real y hacen mucho más daño que bien”, advierte la pegagoga Heike Freire, autora de Educar en verde. “Con el pediatra José María Paricio Talayero lo llevamos diciendo desde marzo: todos los estudios coinciden en que niños y niñas apenas se contagian ni son contagiados”.
En Inglaterra, sin ir más lejos, tan solo se detectaron 67 casos individuales de coronavirus cuando más de un millón de niños volvieron temporalmente a clase en junio, frente a 25.470 casos en todo el territorio. Según un estudio de Public Health England, tan solo se produjeron brotes en el 0,01% de los centros de preescolar y primaria, pese a la preocupación inicial del personal docente y de los padres.
“Los equipos docentes y las comunidades educativas necesitan sentarse a hablar de sus dudas y sus miedos para decidir cómo continuar”, advierte Heike Freire, en el momento de la vuelta al cole en España. “Es lo que hacemos los seres humanos cuando nos enfrentamos a una alarma real o percibida. Expresarnos, ponernos de acuerdo, encontrar el sentido… Y organizarnos, pero no en base a medidas catapultadas desde fuera, sino en base a prioridades y procesos propios. Cada escuela y cada comunidad es distinta, y tiene puntos fuertes y débiles sobre los que trabajar”.
Durante el confinamiento, y metiéndose en la piel de una niña asustada por el virus, Heike Freire escribió un cuento que ha tenido un gran impacto en las redes: “Caperucita y el CovidLobo”. Con ilustraciones de Rocío Peña, compañera de la Plataforma por Amor a la Infancia (PAI), Freire deja al descubierto el factor miedo que se ha apoderado de grandes y pequeños: "¿Por qué llevas esa mascarilla tan fea?", "Para protegerte mejor"...
”Los niños han sufrido un trauma muy fuerte en los últimos meses, y las escuelas no pueden volver a traumatizarles cuando finalmente abran”, advierte la autora de “Educar en verde”, que propugna la idea de la “escuela íntima”, con grupos pequeños que cumplan una función de “acompañamiento social” y ayuden a recuperar la confianza.
“La escuela no es solo el lugar donde los niños aprenden, también es donde socializan, donde se vinculan afectivamente con sus iguales y donde conocen otras formas de vivir y pensar diferente a las de sus casas”, agrega Freire, que recalca que no hay estudios concluyentes sobre el uso de las mascarillas en los niños y se muestra partidaria de dejarles “respirar el aire libremente” (la vuelta al cole en Wuhan, con decenas de niños alineados y sin mascarilla ha dejado seguramente perplejos y confusos a muchos padres españoles).
La pedagoda considera también como “inoperante” las medidas de distanciamiento social en la escuelas. “Aristóteles decía que no hay conocimiento sin experiencia”, recuerda. “El tacto y el contacto son esenciales para la vida. Los seres humanos somos seres sociales, y nos construimos en la intercacción física y energética con el otro”. Freire critica también el “lavado compulsivo de manos con soluciones hidroalcohólicas y la higienización con lejía hastas de los juguetes, que pueden provocar intoxicaciones respiratorias o gastrointestinales por ingestión directa en los niños”.
El excesivo énfasis post-confinamiento en la educación “online” es otro de sus caballos de batalla: “Las pantallas pueden ser un complemento, pero nunca un sustituto del mundo real. La base del aprendizaje auténtico es el contacto humano y con el mundo natural”.
“Vivimos tiempos distópicos y de gran incertidumbre”, señala Freire, “y eso debería obigar a replantearnos el papel de las escuelas como lugares de desarrollo humano”. Frente al énfasis en lo cognitivo y lo académico, la educadora popone la apertura a “lo emocional, lo social, lo intuitivo y lo creativo”.
Otro aspecto fundamental para ella es la “reconexión con la naturaleza”, sobre todo después de la privación sufrida durante el confinamiento… “Pasar tanto tiempo encerrados nos ha hecho redescubrir la necesidad de entornos más naturales en las ciudades. Las escuelas tienen que reconectar a los niños con su entorno y permitir que parte del aprendizaje sea a cielo abierto, sin necesidad de estar confinados todo el tiempo en las aulas”.
La autora de “Educar en verde” destaca también la necesidad de una mayor flexibilidad y la conveniencia de la mezcla de edades en ciertas actividades, “para que los pequeños pueda aprender directamente de los mayores y los mayores puedan ejercer de cuidadores”. “A partir de los cuatro o seis años, lo niños buscan relaciones con “iguales””, advierte. “Pero los “iguales” no tienen por qué ser niños que tengan exactamente la misma edad, pueden ser dos años mayores o más pequeños”.
A los padres les recomienda comprensión y paciencia ante el riesgo de “expresiones emocionales descontroladas” en la vuelta al cole… “Lo que ha ocurrido puede tener un gran impacto en los niños, y hay que lograr que eso se elabore y no se cronifique. Pero el trabajo tiene que ser aquí sobre todo preventivo, y no de “diagnóstico”. Las maestras y los profesores van a tener que realizar una labor de acompañamiento y acogida emocional en los próximos meses”.
La pedagoga advierte sin embargo que la Covid-19 puede ser al final una oportunidad para repensar el concepto de escuela y avanzar hacia “un modelo más humano, basado en el contacto con una misma, con los demás y con el mundo natural”. Bajar las “ratios” es al fin y al cabo una reivindicación histórica de los profesores, “pero no para mantener la distancia de seguridad, sino por criterios educativos, de cuidado y de salud entendida como binestar físico, mental y social”.
“La escuela debería acoger estos días a los niños con calidez, en pequeños grupos, ofreciéndoles los espacios de intimidad que necesitan para elaborar estas vivencias traumáticas y extraordinarias”, concluye Freire, en el artículo escrito al alimón con el pediatra José María Paricio Talayero en El País. “La casa se les ha presentado como el único lugar seguro y a muchos les va a costar habituarse de nuevo a estar con sus iguales (…) La escuela debería ayudarles a recuperar la confianza y la seguridad en sí mismos, en los demás y en la vida”.