Personas que tienen dudas sobre la seguridad de las vacunas ¿hay motivos?
Pese a que supone una verdad incómoda, el debate sobre la seguridad de las vacunas está abierto. Y hay datos sorprendentes. Y otros preocupantes. Y muchas dudas y pocas explicaciones. E intereses corporativos y de las administraciones públicas. ¿Qué tal si apostamos por la transparencia y el derecho a la información?
El periodista del diario El País Javier Salas, que ha hecho pocos méritos para recibir el calificado despreciativo de “antivacunas”, ha publicado sobre un estudio que analiza las dudas de la población sobre la seguridad de las vacunas, su escepticismo en torno a las inmunizaciones sistemáticas: El recelo frente a las vacunas, un problema de países ricos y sanos.
Un dato para mirárselo: en Francia el 41% de los encuestados (66.000 personas consultas de 67 países) duda de que las vacunas sean seguras.
"Los países con altos niveles de educación y un buen acceso a servicios de salud se asocian con menores tasas de sentimiento positivo, lo que apunta a una emergente relación inversa entre los sentimientos que provocan las vacunas y la situación socioeconómica”, concluyen los autores del estudio".
Por lo general, no se duda de la importancia que tienen las vacunaciones sino que se pone el foco de preocupación en la seguridad de la inoculaciones. Como argumenta la principal responsable del trabajo:
Es sorprendente que Europa destaque como la región con más escépticos sobre seguridad de las vacunas“.
Se echa en falta un análisis por vacunas, lo escribo porque no se tiene la misma percepción sobre la necesidad, eficacia y seguridad de las inmunizaciones más antiguas que sobre las modernas.
Se cita la vacuna del papiloma relacionada con la preocupación por la falta de seguridad de estos productos no sin motivos. Esta vacuna está constantemente, si me permitís la expresión, “echando mierda” sobre el resto de inmunizaciones.
Algún día alguien tendrá que estudiar lo cara que está saliendo esta vacuna para la buena imagen de las vacunaciones (en Japón se dieron cuenta a tiempo y el Gobierno dejó de recomendarla).
Otro dato muy importante: La población más escéptica con las vacunaciones está en los países en los que vacunar es OBLIGATORIO“.
Todo un aviso a navegantes por la obligatoriedad de las inmunizaciones. Me refiero, entre otros, a los “sabios” que quieren que las vacunaciones sean obligatorias en España.
La preocupación por la seguridad de las vacunas NO es un capricho colectivo. ¿Qué puede provocar que la población sea escéptica entonces? Que existan al menos (y el dato comienza a ser “antiguo”) 352 muertes por la vacuna del papiloma notificadas ante la Agencia Europea de Medicamentos y que NO se investiguen, por ejemplo.
Más ejemplos: El Reino Unido tuvo que indemnizar con 100 millones a los ciudadanos/as que sufrieron daños por la vacuna de la gripe A y en concreto a quienes sufrieron un trastorno neurológico conocido como narcolepsia.
Otra inmunización polémica, la de la gripe, que no ayuda al mantenimiento de la buena imagen de las vacunas.
Acordaos también del caso que destapé y las autoridades sanitarias NUNCA han investigado, el de los altos niveles de aluminio en las vacunas que se sospecha que acabaron con la vida de dos bebés en España. Publiqué varios posts sobre ello y las familias de los pequeños crearon la Asociación de Afectados por Vacunas (AxV) pero, ya escribo, se prefirió correr un tupido velo sobre ello.
En la Agencia Española de Medicamentos conocen el caso pero entiendo que prefieren aplicar la política del avestruz en la confianza de que si no se da importancia al tema la imagen de las vacunas quedará protegida. ¿Qué es más importante proteger dicha imagen o atender a familias que han sufrido lo indecible por la pérdida de sus bebés SANOS?
La semana pasada un “pediatra de AP y urgencias”, como se presenta en Twitter, me escribió un tuit:
"Barbaridades como estas pueden hacer mucho daño. Los que las difunden ¿tienen alguna responsabilidad?”.
Se refería el buen hombre a un post que yo tuiteé. Se trata de la revisión que hace José Antonio Martínez del artículo científico Spontaneous adverse drug reaction reports for neonates and infants in the UK 2001-2010: content and utility analysis. ¿Las conclusiones de esa publicación científica?: Los medicamentos produjeron un total de 65 muertes y 507 casos en los que los niños tuvieron secuelas en el periodo 2001-2010, siendo las vacunas y la medicación de la madre durante el embarazo los causantes de la mayor parte de esos efectos adversos.
Como explica el artículo de Martínez:
"En esos 10 años se reportaron un total de 3.504 casos, de los cuales un 76,28% fueron eventos asociados a la vacunación. De esos 2.673 casos de vacunas, 19 niños murieron y 350 no se recuperaron de las consecuencias de los efectos adversos”.
Son datos de una década de vacunaciones en un sólo país UK y en un trabajo que estudia el sistema oficial de notificación de reacciones adversas. Tengamos en cuenta que estos sistemas sufren de infranotificación, como confirma un análisis de un experto de la Agencia Española de Medicamentos y los propios autores del trabajo británico advierten.
Y bueno, al pediatra le pregunté en Twitter si lo que más le preocupa es que se difundan estos datos, en clara alusión a que lo que debería preocuparnos son los datos y las personas afectadas y qué hacer al respecto.
Yo siempre estoy a favor del derecho a la información. El derecho que tenemos a saber aunque lo que nos cuenten no nos guste nada, como es el caso.
Es que si tenemos conocimiento, podemos pensar y actuar con libertad pero si no lo tenemos o nos ocultan datos no podemos ejercer ese derecho y con probabilidad cometeremos errores mayores que los que trata de evitarse con la ocultación de la información.
Transparencia ante todo. Comunicar con honestidad. Que las autoridades den explicaciones y cuiden de las personas afectadas.
Que se establezcan planes de compensación por daños de las vacunas sufragados por los fabricantes de las mismas. Que las familias tengan reconocimiento y ayudas. Todo eso ayudaría a recuperar la imagen de las inmunizaciones.
La especialista en bioética, Alice Dreger, ha tratado sobre la duda vacunal:
"Muchas vacunas son demasiado importantes para la salud pública como para tolerar que los conflictos de intereses financieros lleven a pacientes y cuidadores a posiciones escépticas… El lado de la ciencia en los debates sobre vacunas tiene que mantenerse super limpio.
Hay demasiado en juego para que finjamos que el dinero de la industria no tiene impacto en cómo piensan y se comportan los expertos, incluyendo las vacunas, y nos estamos engañando a nosotros mismos si pensamos que los pacientes y los cuidadores no piensan en esto cuando se les anima a cumplir los calendarios vacunales”.
Muchos de los padres con dudas vacunales, según esta autora, no son “antivacunas” sino, simplemente, personas informadas que conocen la capacidad de las corporaciones para sesgar la ciencia, influir en las recomendaciones de los expertos y en las regulaciones gubernamentales en relación con la salud pública.
El negacionismo, negar la realidad para evadir una verdad incómoda, sólo ayuda a aumentar el escepticismo de la población.
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