España deja que se quemen 1.797 millones de euros
Gracias a un magnífico estudio “La situación de los bosques y el sector forestal en España 2013” (editado por la Sociedad Española de Ciencias Forestales y cuyos autores son Gregorio Montero y Rafael Serrada) he llegado a algunas conclusiones elementales en relación con los incendios forestales en España.
El estudio permite conocer que el valor medio de la superficie arbolada quemada entre los años 1990 a 2012 fue de 141.251 hectáreas (ha) al año con unos máximos de 437.603 ha en el año 1994, 260303 ha en el 1991 y un “repunte” de 209855 ha en el año 2012. Esa masa forestal quemada, en esos 22 años, supuso aproximadamente el equivalente a 106 Mtep (millones de toneladas equivalentes de petróleo). Si en vez de haberse quemado en un incendio forestal se hubiera utilizado en una instalación energética, se habrían ahorrado 1.736,89 millones de euros en compra de combustibles fósiles fuera de España; y evitado 13,44 millones de toneladas de CO2, que implica un ahorro económico de 59,9 M€. En total, el ahorro alcanzaría los 1797 millones de euros. Ni que decir tiene que, además, si esa biomasa hubiera sido recogida para usos energéticos podría haber supuesto un número importante de puestos de trabajo que son tan necesarios en los tiempos que corren.
Dado que el sistema energético español consumió 3,968 Mtep de biomasa para usos térmicos directos en el año 2013 y 987 ktep en la generación de electricidad a través de centrales térmicas (consumo total de biomasa energética, 4,955 Mtep), la energía desperdiciada en esos incendios forestales es del mismo orden de magnitud que la realmente consumida. Con años por encima y años por debajo pero siempre del mismo orden de magnitud.
Sería interesante saber cuánto dinero nos gastamos en helicópteros, aviones y otros medios tecnológicos y compararlos con las cifras dadas antes. Y reflexionar sobre qué medidas de prevención serían más eficientes. A mí, sin ser un experto en el asunto, se me ocurren algunas que seguramente se les han ocurrido a los responsables pero que no veo puestas en práctica. La más evidente es aprovechar la biomasa de los bosques limpiándolos y vigilándolos, sobre todo en las épocas más críticas. Supongo que algo se hace pero parece evidente que no de manera suficientemente eficaz.
En fin, que el asunto de los incendios forestales debería ser una de las principales prioridades de nuestro país. Pero, de verdad, no solo en los discursos cuando se avecinan elecciones y estas “caen” cerca del verano.
El caso de Extremadura, donde se pierde más energía de la que consume
Observo que en estos días mucha gente comenta el incendio de la Sierra de Gata y dan muy diversas opiniones, la mayor parte sensatas y razonables. Yo solo quiero añadir una más, a lo mejor menos importante que otras.
Verán, cuando se produce un incendio –al margen de su origen, intencionado o no- “algo” se quema, es decir, se producen combustiones, o sea, se genera calor, el mismo que gestionando estos recursos se podría emplear para, por ejemplo, calentar un espacio, calentar agua o cualquier otro efecto que satizfaga alguna necesidad energética de los seres humanos. Se está perdiendo la oportunidad de aprovechar esas biomasas para disminuir la dependencia energética de nuestro país, de disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, de disminuir el paro, y un bastante largo etc. de beneficios para todos.
No conozco con precisión suficiente el lugar ni el tipo de vegetación que se ha quemado en Sierra de Gata, aunque me lo imagino; porque soy de por ahí (un poco más abajo en la propia Extremadura) por lo que supongo que habrá pinos, algunas encinas y alcornoques, jaras, etc.
En cualquier caso, es obvio que se puede limpiar un poco el monte sobre todo en el sentido de retirar una parte importante (no toda) la biomasa seca para utilizarla como fuente energética en multitud de aplicaciones. También se puede plantear un aprovechamiento tanto forestal como para producción de resinas y esencias de perfumes (pienso en las jaras). De forma inteligente, claro y no esquilmando el recurso y dejando el suelo sin recursos orgánicos de los que realimentarse. Lo último es dejar el monte sin proteger y fiarlo todo luego a los medios contraincendios que ya se ve no sirven para gran cosa a pesar del esfuerzo de las personas y medios que intervienen en apagar esos incendios.
Recuerdo mi niñez junto al ferrocarril Badajoz-Elvas (Portugal) con locomotoras de vapor que soltaban carbones encendidos que provacaban incendios en la proximidad de las vias y los muchachos que viviamos por allí ibamos con escobas y apagábamos esos conatos de incendios; sin problema. Me parece evidente que si hubiera personas viviendo en el campo y cada una de ellas dispusiera de una simple mochila de las de fumigar llenas de agua seguro que se abortaban muchos de esos incendios en el mismo momento de producirse.
No creo que sea muy dificil regalar una de esas mochilas a las personas que todavía viven en el campo y seguro que es más barato que los medios aéreos que ahora mismo se utilizan y no sabemos con qué eficacia; espero que bastante. Desde luego da la impresión de que son muy eficaces; por lo menos en la prensa y la TV.
Según el citado informe cada hectárea de bosque produce 85,4 toneladas de madera y teniendo en cuenta el poder calorífico medio de la madera (del orden de 4000 kcal/kg) cada vez que se quema una hectarea de un monte se dilapidan 33,274 tep (toneladas equivalentes de petróleo) que podrían haberse aprovechado como decía antes. Así pues, en el incendio de la Sierra de Gata se han dilapidado del orden 270 ktep ya que, según la prensa han ardido 8000 ha de monte arbolado.
Esa energía pérdida hay que compararla con el consumo de energía térmica (a partir de gas natural, butano, propano y biomasa térmica) en Extremadura que en el año 2011 fue de 284 ktep (datos de la Agencia Extremeña de la Energía) con lo cual se puede establecer el derroche energético que ha supuesto ese incendio. Es decir, en ese solo incendio se ha dilapidado una energía térmica equivalente al consumo total térmico de toda Extremadura en un año.
El mensaje final evidente es claro: Una política forestal inteligente –junto a su equivalente en energía- debe tener en cuenta los intereses generales y no dejar que las cosas sigan sin hacer nada positivo. Como es natural esa es una labor primordial de los políticos que se encuentren en el poder correspondiente en cada momento. Por supuesto me refiero al gobierno central, al autonómico, a las diputaciones provinciales y a los ayuntamientos. Todos tienen su parte de responsabilidad y los ciudadanos tenemos también la nuestra que no es poca. Y no se trata solo de votar de manera coherente con este y otros temas de interés general parecido sino de cumplir cada uno con su parte del “trabajo”.
Añadir nuevo comentario