12 pasos para un sostenible 2012
Las Naciones Unidas han designado el 2012 como el Año Internacional de la Energía Sostenible para Todos. En un mundo en el que todavía casi 2.000 millones de personas no tienen acceso a la electricidad para iluminarse de noche, parece una buena causa. El acceso a la energía sostenible es esencial para resolver muchos de los desafíos del mundo, incluyendo la producción de alimentos, la seguridad y la pobreza.
El hambre, la pobreza y el deterioro del clima y de la naturaleza son problemas a los que podemos ayudar a poner solución con nuestras acciones. Este artículo está inspirado en el artículo: " Going Green: 12 Simple Steps for 2012" elaborado por Worldwatch Institute de Washington. Desde la Fundación Terra lo han adaptado a nuestra realidad. Cada uno de nosotros, desde los países desarrollados podemos comprometernos de forma sencilla y efectiva para reducir nuestro impacto ambiental.
Aquí van los 12 pasos sencillos para un 2012 más durable:
1. Recicla
En la mayoría de las ciudades existen los Puntos Verdes o lugares donde llevar nuestros residuos para que puedan ser reciclados. No olvidemos que en nuestro país producimos alrededor de 1,7 kg de basura diaria, buena parte de la cual puede ser convertida nuevamente en materias primeras. La apuesta por el reciclaje es real, tal como hemos comentado en casos como los envases tetrabrik y otros. Para ello, es importante ser consciente de que muchos productos que usamos podrían ser fabricados con materiales reciclados, y que si los preferimos y demandamos se estimulará el mercado de materiales de segunda mano y por tanto del reciclaje en general.
Aunque los españoles reciclamos casi el 70 % del papel que usamos, la mayor parte de las papeleras de este país lo hacen con papel usado. Por tanto, cada periódico, caja de cartón, papel viejo, etc que tiramos a la basura está empobreciendo nuestra economía pues las empresas deben importar el papel usado de otros países que sí lo reciclan.
Lo que podemos hacer:
Utiliza distintos cubos para separar los tipos de residuos. En el caso de materiales peligrosos para el medio ambiente (pilas, lámparas fundidas, aparatos electrónicos estropeados, etc.) ponlos aparte para luego llevarlos a un punto verde. Las compañías ofrecen nuevos modelos de sus productos a una velocidad inasumible, pero pregúntate por tus necesidades reales e investiga cuanto de marketing hay en las novedades ofrecidas. A menudo hay también la posibilidad de reparar aparatos dañados: si cada vez somos más los que usamos la reparación estos surgirán y darán puestos de trabajo nuevos y un servicio ambiental.
2. Apagar las luces
El último sábado de marzo - el 31 de marzo de 2012 - cientos de personas, empresas y gobiernos de todo el mundo apagarán sus luces durante una hora como parte de la campaña La Hora del Planeta, un movimiento para hacer frente al cambio climático. Es una fecha pues para recordar.
Lo que podemos hacer:
Participar en La Hora del Planeta, algo que ocurre sólo una vez al año. Es una ocasión para que luego en el día a día estemos más sensibilizados por apagar las luces cuando no es necesaria la luz. Aprovechemos al luz natural, y fijémonos si en nuestra vivienda todavía disponemos de bombillas poco eficientes que podríamos sustituir por bombillas LED y de bajo consumo, ya que consumen menos energía. Es una inversión útil y valiosa para el planeta.
3. Electricidad de origen renovable
En España la energía eléctrica todavía proviene en más de un 60% de combustibles fósiles y nucleares. Aunque en nuestro país la energía renovable como la eólica ha crecido de forma espectacular, ya que en buena parte del año el viento ya es el principal productor eléctrico. En el 2011 se alcanzó un nuevo récord de producción eléctrica eólica el día 16 de diciembre con 290 GWh sobre una demanda de 760 GWh. Sin embargo la mayoría de los consumidores - y aunque el mercado eléctrico está liberalizado para poder escoger la empresa que nos provea de electricidad - siguen fieles al oligopolio de toda la vida, por lo que tal y como se puede ver en el dorso de la factura eléctrica, seguimos apoyando la generación eléctrica contaminante y radioactiva.
Hay sistemas para monitorizar nuestro consumo eléctrico de forma que además podamos ahorrar no sólo dinero sino también contaminación y radioactividad en el sistema de generación eléctrico.
Lo que podemos hacer:
Cambiemos de proveedor de energía eléctrica tal y como hacemos con las telecomunicaciones. Con nuestro recibo eléctrico podemos determinar el sentido de las inversiones que se realicen en la generación energética de forma que sean renovables.
4. Beber agua del grifo filtrada
Las botellas de plástico con que se envasa el agua crean enormes problemas ambientales. Sólo la energía necesaria para producir y transportar todas las botellas podría alimentar a casi 1,5 millones de coches durante un año. Además, aproximadamente el 75 por ciento de las botellas de agua no se reciclan, y terminan en los vertederos y en las cunetas de carreteras como basura. Contaminan las aguas y los océanos.
La contradicción en todo este asunto es que el agua potable del grifo está sujeta a estrictas normas de seguridad, mientras que la industria del agua embotellada no está obligada a informar de los resultados de las pruebas de calidad de sus manantiales o suministros. Según un estudio, 10 de las marcas más populares de agua embotellada contienen una amplia gama de contaminantes, desde productos farmacéuticos, residuos de fertilizantes, e incluso arsénico.
Lo que podemos hacer:
Llenemos nuestros vasos y botellas reutilizables de agua con agua del grifo depurada con filtros de carbón activo o, mejor aún, mediante ósmosis inversa.
5. Controla el termostatoLa temperatura a la que programamos la climatización de nuestro hogar, oficinas, escuelas, etc. condiciona el consumo de energía. Por cada grado que aumentemos la temperatura se incrementa el consumo de energía aproximadamente en un 7%. Aunque la sensación de confort sea subjetiva, se puede asegurar que en invierno una temperatura de entre 19º y 21ºC es suficiente para la mayoría de personas. Además, por la noche en los dormitorios basta tener una temperatura de 15º a 17ºC para sentirnos cómodos.
En verano una temperatura de 26ºC es más que suficiente para sentirse cómodo en el interior de una vivienda u edificio. En cualquier caso, una diferencia de temperatura con el exterior superior a 12ºC no es saludable.
Una buena gestión de la climatización con un termostato puede ser esencial para ahorrar y por tanto disminuir el consumo energético en nuestro hogar, ya sea en electricidad o combustibles fósiles o biocombustibles.
Lo que podemos hacer:
Bajemos el termostato al salir del trabajo y utilicemos un termostato programable para el control de la configuración de la climatización. Además recordemos que para obtener el mismo nivel de prestaciones en el ámbito de la climatización, hay aparatos que consumen hasta un 60% más de electricidad que otros, tal y como se desprende de la etiqueta energética con la que están clasificados.
6. Apoyar los programas de recuperación de los alimentos
Cada año, aproximadamente un tercio de todos los alimentos producidos para el consumo humano de aproximadamente 1,3 millones de toneladas se pierde o se desperdicia. Sólo en los Estados Unidos se valoran en 34 millones de toneladas según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Tiendas de comestibles, panaderías, y otros proveedores de alimentos acaban tirando toneladas diarias de alimentos que son perfectamente comestible, pero cuyo aspecto estético no es adecuado para el gusto del consumidor o se ha pasado su fecha de caducidad (lo que no quiere decir que se haya estropeado). Los bancos de alimentos recolecten estos alimentos y los utilizan para proporcionar comida a personas desfavorecidas.
Lo que podemos hacer:
Colabora donando alimentos a los bancos de alimentos de tu localidad. No dejes comida en el plato.
7. Compra local
Cuando se habla de consumo de proximidad se hace referencia a la distancia entre el punto de origen y el de consumo del producto. Tiene también que ver con la estacionalidad y la calidad tanto en referencia al modo de producción-elaboración, como con la accesibilidad a la información del producto, su origen, como se ha elaborado (si es ecológico o no), los canales que ha seguido, etc. Optar por un consumo de proximidad apoya la economía del entorno territorial más próximo y se reduce el gasto energético en el transporte de productos. La compra local reduce la huella ecológica de los productos. Incluso ahora hay iniciativas de restaurantes llamados de Km 0.
Lo que podemos hacer:
Piensa en la posibilidad de asociarte a una cooperativa de consumo y valora iniciativas que contribuyen a una relación más justa entre consumidores y productores. En el caso de Cataluña está la llamada Gastroteca. Hay algunas listas de tiendas de alimentos ecológicos.
8. Truquea e intercambia lo que no uses
España recicló en 2008 el 14% de los residuos urbanos que produjo y compostó un 20% de los desechos orgánicos, muy por debajo de la media comunitaria –40%–, emparejándose más con Malta, Polonia o Bulgaria que con sus vecinos del norte. Cada año se genera en España una media de 575 kilos de residuos por persona, una cifra algo superior a los 524 kilos calculados en el conjunto de la Unión. El 57% de esa cantidad va al vertedero, mientras que en la UE sólo lo hace el 40%.
Dicho en otras palabras: España está en la zona de los países que producen mucha basura, reciclan poco y recuperan menos. El concepto de consumo colaborativo es prácticamente desconocido en nuestro país, aunque sí existen iniciativas contrarias al usar y tirar. Existen espacios trueque como los mercados de segunda mano, los almacenes de Emaús y diferentes iniciativas en internet.
Lo que podemos hacer:
La basura de unos es el tesoro de otros. Podemos crear lazos materiales entre la comunidad virtual o real de forma que desprendernos de algo que no nos es útil pueda serle útil a otra persona. Esto es algo muy gratificante. Para los niños es un hábito que puede ser un juego con el que aprender a reusar, compartir y apreciar el valor de las cosas.
9. Compartir un coche compartir viajes
Los programas de coche compartido (carsharing) o coche para compartir viajes (carpooling) llevan varios lustros funcionando. Internet además lo ha facilitado y han aparecido numerosas webs que permiten visualizar el recorrido que uno que tiene vehículo y va solo y debe realizar y que puede compartirlo con otra persona. Un estudio de la Universidad de California del Centro de Transporte sugiere que cada coche compartido sustituye 15 vehículos privados, y aproximadamente el 80 por ciento de los más de 6.000 hogares encuestados en América del Norte que utilizan el coche compartido se deshizo de sus coches después de unirse a un servicio para compartir. En 2009, el coche compartido en EUA contribuyó con un ahorro de 482.000 toneladas en la reducción de emisiones de carbono.
Lo que podemos hacer:
En EUA en julio de 2011 había 26 iniciativas de coche compartido que agrupaban a más de 560.000 personas que comparten unos 10.000 vehículos. Incluso si uno no quiere deshacerse de su propio coche, con un coche compartido cuando se viaja en una ciudad puede reducir enormemente los desafíos de encontrar aparcamiento. El carsharing tiene sus puntos de recogida en párquings municipales. Pero también puedes ser más radical: comprar una bicicleta, y pedalear por la calidad del aire de nuestras ciudades. Es verdad que a veces faltan carriles y parquings bici y más seguridad contra los robos. Sin embargo, es más seguro ir en bici que en moto y la apariencia de fragilidad frente al tráfico motorizado de la bici es una percepción falsa.
10. Planta un huerto
Puede que tengamos una terraza comunitaria o incluso que tengamos un jardín. Podemos aprovechar estos espacios para cultivar una parte de nuestras propias verduras de manera simple o obtener alimentos frescos, saludables y nutritivos. La FAO y el Programa de Naciones para el Desarrolla (PNUMA) estiman que más de 200 millones de habitantes de las ciudades de todo el mundo ya están produciendo y vendiendo sus propios alimentos y que esto permite una alimentación fresca y saludable a más de 800 millones de sus vecinos. Cultivar un huerto urbano no toma demasiado espacio. Podemos adquirir bandejas de cultivo manufacturadas o prepararnos nuestro recipiente con materiales reciclados. A la luz de los precios de los alimentos y los últimos sustos en seguridad alimentaria, incluso una pequeña parcela puede tener un gran impacto en su dieta y en nuestra economía doméstica.
Lo que podemos hacer:
Cultiva plantas comestibles en tu terraza o jardín. Disponemos de semillas ecológicas de lechuga, berenjenas, pero también de plantas saludables como las que propone la Asociación de la Dulce Revolución. Una buena ensalada con productos caseros es posible y fácil.
11. Compost
Y qué mejor manera de fertilizar su jardín que usar la propia basura orgánica como abono. Podemos utilizar el vermicompostaje o el compostaje tradicional si disponemos de un jardín. Algún día cercano existirán las “compostadoras” caseras para convertir los restos de comida en fertilidad y será uno de los electrodomésticos más populares del siglo XXI. A parte de reducir la cantidad de basuras, ahorraríamos fertilizantes orgánicos producidos con combustibles fósiles.
Lo que podemos hacer:
Busca en tu ciudad las posibilidades sobre la recogida selectiva de los restos orgánicos. Por Ley todos los municipios de más de cinco mil habitantes deben recoger la fracción orgánica para ser compostada y disponer de puntos verdes.
12. Reducir el consumo de carne y de pescado
La producción ganadera produce alrededor del 18 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero y consume alrededor del 23 por ciento de toda el agua utilizada en la agricultura mundial. A pesar de que sería más eficiente una dieta mayoritariamente basada en vegetales la producción mundial de carne sigue incrementándose con una tasa de crecimiento del 20 por ciento desde el año 2000.
Las pesquerías mundiales están esquilmando los bancos de peces en todos los mares. Tanto es así que actualmente la única forma de abastecer la demanda de pescado es a través de la acuicultura que suministra un 45 % del pescado mundial. Pero estas granjas de pescados destruyen ecosistemas marinos importantes como los manglares y contaminan las aguas donde están asentadas las granjas de peces y mariscos.
Lo que podemos hacer:
Convertirse en vegetariano o vegano no es una obligación pero si que lo debería ser reducir el consumo de carne y pescado que se consume semanalmente. Considera la posibilidad de optar algún día a la semana por platos vegetarianos. Existen numerosas recetas vegetarianas que son saludables, ricas y fáciles de preparar.
Podemos pensar en buenos deseos para el 2012, pero sobretodo debemos comprometernos más y más personas para luchar contra el hambre, la pobreza y el cambio climático. Aunque no son la solución existen prácticas simples como las descritas que pueden tener un gran impacto extendidas de forma mayoritaria. Nuestro compromiso personal no nos exime de reclamar y luchar también para que los gobiernos dejen de destruir el medio ambiente en nombre de la democracia y los recortes presupuestarios. Tenemos la posibilidad de hacer del 2012 un año más sano y más feliz para todos.
Via: Fundación Terra
El hambre, la pobreza y el deterioro del clima y de la naturaleza son problemas a los que podemos ayudar a poner solución con nuestras acciones. Este artículo está inspirado en el artículo: " Going Green: 12 Simple Steps for 2012" elaborado por Worldwatch Institute de Washington. Desde la Fundación Terra lo han adaptado a nuestra realidad. Cada uno de nosotros, desde los países desarrollados podemos comprometernos de forma sencilla y efectiva para reducir nuestro impacto ambiental.
Aquí van los 12 pasos sencillos para un 2012 más durable:
1. Recicla
En la mayoría de las ciudades existen los Puntos Verdes o lugares donde llevar nuestros residuos para que puedan ser reciclados. No olvidemos que en nuestro país producimos alrededor de 1,7 kg de basura diaria, buena parte de la cual puede ser convertida nuevamente en materias primeras. La apuesta por el reciclaje es real, tal como hemos comentado en casos como los envases tetrabrik y otros. Para ello, es importante ser consciente de que muchos productos que usamos podrían ser fabricados con materiales reciclados, y que si los preferimos y demandamos se estimulará el mercado de materiales de segunda mano y por tanto del reciclaje en general.
Aunque los españoles reciclamos casi el 70 % del papel que usamos, la mayor parte de las papeleras de este país lo hacen con papel usado. Por tanto, cada periódico, caja de cartón, papel viejo, etc que tiramos a la basura está empobreciendo nuestra economía pues las empresas deben importar el papel usado de otros países que sí lo reciclan.
Lo que podemos hacer:
Utiliza distintos cubos para separar los tipos de residuos. En el caso de materiales peligrosos para el medio ambiente (pilas, lámparas fundidas, aparatos electrónicos estropeados, etc.) ponlos aparte para luego llevarlos a un punto verde. Las compañías ofrecen nuevos modelos de sus productos a una velocidad inasumible, pero pregúntate por tus necesidades reales e investiga cuanto de marketing hay en las novedades ofrecidas. A menudo hay también la posibilidad de reparar aparatos dañados: si cada vez somos más los que usamos la reparación estos surgirán y darán puestos de trabajo nuevos y un servicio ambiental.
2. Apagar las luces
El último sábado de marzo - el 31 de marzo de 2012 - cientos de personas, empresas y gobiernos de todo el mundo apagarán sus luces durante una hora como parte de la campaña La Hora del Planeta, un movimiento para hacer frente al cambio climático. Es una fecha pues para recordar.
Lo que podemos hacer:
Participar en La Hora del Planeta, algo que ocurre sólo una vez al año. Es una ocasión para que luego en el día a día estemos más sensibilizados por apagar las luces cuando no es necesaria la luz. Aprovechemos al luz natural, y fijémonos si en nuestra vivienda todavía disponemos de bombillas poco eficientes que podríamos sustituir por bombillas LED y de bajo consumo, ya que consumen menos energía. Es una inversión útil y valiosa para el planeta.
3. Electricidad de origen renovable
En España la energía eléctrica todavía proviene en más de un 60% de combustibles fósiles y nucleares. Aunque en nuestro país la energía renovable como la eólica ha crecido de forma espectacular, ya que en buena parte del año el viento ya es el principal productor eléctrico. En el 2011 se alcanzó un nuevo récord de producción eléctrica eólica el día 16 de diciembre con 290 GWh sobre una demanda de 760 GWh. Sin embargo la mayoría de los consumidores - y aunque el mercado eléctrico está liberalizado para poder escoger la empresa que nos provea de electricidad - siguen fieles al oligopolio de toda la vida, por lo que tal y como se puede ver en el dorso de la factura eléctrica, seguimos apoyando la generación eléctrica contaminante y radioactiva.
Hay sistemas para monitorizar nuestro consumo eléctrico de forma que además podamos ahorrar no sólo dinero sino también contaminación y radioactividad en el sistema de generación eléctrico.
Lo que podemos hacer:
Cambiemos de proveedor de energía eléctrica tal y como hacemos con las telecomunicaciones. Con nuestro recibo eléctrico podemos determinar el sentido de las inversiones que se realicen en la generación energética de forma que sean renovables.
4. Beber agua del grifo filtrada
Las botellas de plástico con que se envasa el agua crean enormes problemas ambientales. Sólo la energía necesaria para producir y transportar todas las botellas podría alimentar a casi 1,5 millones de coches durante un año. Además, aproximadamente el 75 por ciento de las botellas de agua no se reciclan, y terminan en los vertederos y en las cunetas de carreteras como basura. Contaminan las aguas y los océanos.
La contradicción en todo este asunto es que el agua potable del grifo está sujeta a estrictas normas de seguridad, mientras que la industria del agua embotellada no está obligada a informar de los resultados de las pruebas de calidad de sus manantiales o suministros. Según un estudio, 10 de las marcas más populares de agua embotellada contienen una amplia gama de contaminantes, desde productos farmacéuticos, residuos de fertilizantes, e incluso arsénico.
Lo que podemos hacer:
Llenemos nuestros vasos y botellas reutilizables de agua con agua del grifo depurada con filtros de carbón activo o, mejor aún, mediante ósmosis inversa.
5. Controla el termostatoLa temperatura a la que programamos la climatización de nuestro hogar, oficinas, escuelas, etc. condiciona el consumo de energía. Por cada grado que aumentemos la temperatura se incrementa el consumo de energía aproximadamente en un 7%. Aunque la sensación de confort sea subjetiva, se puede asegurar que en invierno una temperatura de entre 19º y 21ºC es suficiente para la mayoría de personas. Además, por la noche en los dormitorios basta tener una temperatura de 15º a 17ºC para sentirnos cómodos.
En verano una temperatura de 26ºC es más que suficiente para sentirse cómodo en el interior de una vivienda u edificio. En cualquier caso, una diferencia de temperatura con el exterior superior a 12ºC no es saludable.
Una buena gestión de la climatización con un termostato puede ser esencial para ahorrar y por tanto disminuir el consumo energético en nuestro hogar, ya sea en electricidad o combustibles fósiles o biocombustibles.
Lo que podemos hacer:
Bajemos el termostato al salir del trabajo y utilicemos un termostato programable para el control de la configuración de la climatización. Además recordemos que para obtener el mismo nivel de prestaciones en el ámbito de la climatización, hay aparatos que consumen hasta un 60% más de electricidad que otros, tal y como se desprende de la etiqueta energética con la que están clasificados.
6. Apoyar los programas de recuperación de los alimentos
Cada año, aproximadamente un tercio de todos los alimentos producidos para el consumo humano de aproximadamente 1,3 millones de toneladas se pierde o se desperdicia. Sólo en los Estados Unidos se valoran en 34 millones de toneladas según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Tiendas de comestibles, panaderías, y otros proveedores de alimentos acaban tirando toneladas diarias de alimentos que son perfectamente comestible, pero cuyo aspecto estético no es adecuado para el gusto del consumidor o se ha pasado su fecha de caducidad (lo que no quiere decir que se haya estropeado). Los bancos de alimentos recolecten estos alimentos y los utilizan para proporcionar comida a personas desfavorecidas.
Lo que podemos hacer:
Colabora donando alimentos a los bancos de alimentos de tu localidad. No dejes comida en el plato.
7. Compra local
Cuando se habla de consumo de proximidad se hace referencia a la distancia entre el punto de origen y el de consumo del producto. Tiene también que ver con la estacionalidad y la calidad tanto en referencia al modo de producción-elaboración, como con la accesibilidad a la información del producto, su origen, como se ha elaborado (si es ecológico o no), los canales que ha seguido, etc. Optar por un consumo de proximidad apoya la economía del entorno territorial más próximo y se reduce el gasto energético en el transporte de productos. La compra local reduce la huella ecológica de los productos. Incluso ahora hay iniciativas de restaurantes llamados de Km 0.
Lo que podemos hacer:
Piensa en la posibilidad de asociarte a una cooperativa de consumo y valora iniciativas que contribuyen a una relación más justa entre consumidores y productores. En el caso de Cataluña está la llamada Gastroteca. Hay algunas listas de tiendas de alimentos ecológicos.
8. Truquea e intercambia lo que no uses
España recicló en 2008 el 14% de los residuos urbanos que produjo y compostó un 20% de los desechos orgánicos, muy por debajo de la media comunitaria –40%–, emparejándose más con Malta, Polonia o Bulgaria que con sus vecinos del norte. Cada año se genera en España una media de 575 kilos de residuos por persona, una cifra algo superior a los 524 kilos calculados en el conjunto de la Unión. El 57% de esa cantidad va al vertedero, mientras que en la UE sólo lo hace el 40%.
Dicho en otras palabras: España está en la zona de los países que producen mucha basura, reciclan poco y recuperan menos. El concepto de consumo colaborativo es prácticamente desconocido en nuestro país, aunque sí existen iniciativas contrarias al usar y tirar. Existen espacios trueque como los mercados de segunda mano, los almacenes de Emaús y diferentes iniciativas en internet.
Lo que podemos hacer:
La basura de unos es el tesoro de otros. Podemos crear lazos materiales entre la comunidad virtual o real de forma que desprendernos de algo que no nos es útil pueda serle útil a otra persona. Esto es algo muy gratificante. Para los niños es un hábito que puede ser un juego con el que aprender a reusar, compartir y apreciar el valor de las cosas.
9. Compartir un coche compartir viajes
Los programas de coche compartido (carsharing) o coche para compartir viajes (carpooling) llevan varios lustros funcionando. Internet además lo ha facilitado y han aparecido numerosas webs que permiten visualizar el recorrido que uno que tiene vehículo y va solo y debe realizar y que puede compartirlo con otra persona. Un estudio de la Universidad de California del Centro de Transporte sugiere que cada coche compartido sustituye 15 vehículos privados, y aproximadamente el 80 por ciento de los más de 6.000 hogares encuestados en América del Norte que utilizan el coche compartido se deshizo de sus coches después de unirse a un servicio para compartir. En 2009, el coche compartido en EUA contribuyó con un ahorro de 482.000 toneladas en la reducción de emisiones de carbono.
Lo que podemos hacer:
En EUA en julio de 2011 había 26 iniciativas de coche compartido que agrupaban a más de 560.000 personas que comparten unos 10.000 vehículos. Incluso si uno no quiere deshacerse de su propio coche, con un coche compartido cuando se viaja en una ciudad puede reducir enormemente los desafíos de encontrar aparcamiento. El carsharing tiene sus puntos de recogida en párquings municipales. Pero también puedes ser más radical: comprar una bicicleta, y pedalear por la calidad del aire de nuestras ciudades. Es verdad que a veces faltan carriles y parquings bici y más seguridad contra los robos. Sin embargo, es más seguro ir en bici que en moto y la apariencia de fragilidad frente al tráfico motorizado de la bici es una percepción falsa.
10. Planta un huerto
Puede que tengamos una terraza comunitaria o incluso que tengamos un jardín. Podemos aprovechar estos espacios para cultivar una parte de nuestras propias verduras de manera simple o obtener alimentos frescos, saludables y nutritivos. La FAO y el Programa de Naciones para el Desarrolla (PNUMA) estiman que más de 200 millones de habitantes de las ciudades de todo el mundo ya están produciendo y vendiendo sus propios alimentos y que esto permite una alimentación fresca y saludable a más de 800 millones de sus vecinos. Cultivar un huerto urbano no toma demasiado espacio. Podemos adquirir bandejas de cultivo manufacturadas o prepararnos nuestro recipiente con materiales reciclados. A la luz de los precios de los alimentos y los últimos sustos en seguridad alimentaria, incluso una pequeña parcela puede tener un gran impacto en su dieta y en nuestra economía doméstica.
Lo que podemos hacer:
Cultiva plantas comestibles en tu terraza o jardín. Disponemos de semillas ecológicas de lechuga, berenjenas, pero también de plantas saludables como las que propone la Asociación de la Dulce Revolución. Una buena ensalada con productos caseros es posible y fácil.
11. Compost
Y qué mejor manera de fertilizar su jardín que usar la propia basura orgánica como abono. Podemos utilizar el vermicompostaje o el compostaje tradicional si disponemos de un jardín. Algún día cercano existirán las “compostadoras” caseras para convertir los restos de comida en fertilidad y será uno de los electrodomésticos más populares del siglo XXI. A parte de reducir la cantidad de basuras, ahorraríamos fertilizantes orgánicos producidos con combustibles fósiles.
Lo que podemos hacer:
Busca en tu ciudad las posibilidades sobre la recogida selectiva de los restos orgánicos. Por Ley todos los municipios de más de cinco mil habitantes deben recoger la fracción orgánica para ser compostada y disponer de puntos verdes.
12. Reducir el consumo de carne y de pescado
La producción ganadera produce alrededor del 18 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero y consume alrededor del 23 por ciento de toda el agua utilizada en la agricultura mundial. A pesar de que sería más eficiente una dieta mayoritariamente basada en vegetales la producción mundial de carne sigue incrementándose con una tasa de crecimiento del 20 por ciento desde el año 2000.
Las pesquerías mundiales están esquilmando los bancos de peces en todos los mares. Tanto es así que actualmente la única forma de abastecer la demanda de pescado es a través de la acuicultura que suministra un 45 % del pescado mundial. Pero estas granjas de pescados destruyen ecosistemas marinos importantes como los manglares y contaminan las aguas donde están asentadas las granjas de peces y mariscos.
Lo que podemos hacer:
Convertirse en vegetariano o vegano no es una obligación pero si que lo debería ser reducir el consumo de carne y pescado que se consume semanalmente. Considera la posibilidad de optar algún día a la semana por platos vegetarianos. Existen numerosas recetas vegetarianas que son saludables, ricas y fáciles de preparar.
Podemos pensar en buenos deseos para el 2012, pero sobretodo debemos comprometernos más y más personas para luchar contra el hambre, la pobreza y el cambio climático. Aunque no son la solución existen prácticas simples como las descritas que pueden tener un gran impacto extendidas de forma mayoritaria. Nuestro compromiso personal no nos exime de reclamar y luchar también para que los gobiernos dejen de destruir el medio ambiente en nombre de la democracia y los recortes presupuestarios. Tenemos la posibilidad de hacer del 2012 un año más sano y más feliz para todos.
Via: Fundación Terra
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