Una casa para no sufrir alergias
Los alergenos que se encuentran en el interior de la casa están asociados con el desarrollo y la persistencia de enfermedades como el asma, la rinitis, la conjuntivitis y, en menor medida, el eccema.
El hogar es el refugio de los alérgicos cuando llega la primavera. Unas cuantas medidas pueden aumentar el bienestar no sólo de las personas que reaccionan al polen, sino de las que sufren alergia al polvo o les irritan ciertos agentes contaminantes presentes en los ambientes interiores. Una casa libre de alergenos resulta siempre acogedora para la familia y los amigos que sufren este problema de salud, cada vez más extendido entre la población.
Los ácaros
Los ácaros del polvo son insectos de tamaño microscópico que pertenecen a la familia de los arácnidos. Poseen ocho patas, son ciegos y completamente inofensivos, ya que ni pican ni transmiten enfermedades.
Su dieta son escamas de la piel que se desprenden del cuerpo humano, crin vegetal, polvo doméstico, esporas fungosas, granos de polen y escamas de insectos.
Un hogar normal está repleto de ácaros: en un gramo de polvo se cuentan unos mil ácaros. Están en las fibras de la ropa de cama, las moquetas, las cortinas, las alfombras y los muebles tapizados de tela. La cama es el lugar donde se encuentran en mayor concentración, pues es donde hay más alimento.
Sólo representan un problema cuando se padece alergia a las proteínas contenidas en sus desechos fecales, que se encuentran en suspensión en el aire que respiramos y entran así en contacto con las mucosas de la nariz, los ojos y los pulmones.
La cantidad de ácaros no depende tanto de la limpieza como de la humedad y la temperatura. El ambiente ideal para los ácaros es de aproximadamente 25 grados con una humedad por encima del 55%.
Por tanto, el remedio es que la temperatura y la humedad de la casa se sitúen por debajo de esas cifras. No desaparecerán, pero su número se reducirá (en climas de alta montaña los ácaros no pueden sobrevivir debido a las bajas temperaturas y la sequedad del aire).
Las cucarachas
Son otro problema habitual para los alérgicos. En Europa, entre un 5 y el 10 por ciento de la población es sensible a las cucarachas.
La fuente del alergeno de las cucarachas no se encuentra tan definida como la de los ácaros, pero es probable que los responsables sean las proteínas presentes en sus partículas fecales o en sus propias escamas. Algunos estudios han sugerido que la causa tal vez sean las proteínas de sus feromonas sexuales.
Las cucarachas representan un problema más allá de su relación con las alergias, pues transmiten infecciones humanas y bacterias responsables de algunas intoxicaciones alimentarias.
Suelen interesarse por los lugares donde hay alimentos o humedad, ya sea en zonas de almacenamiento de comida o alrededor de los cubos de basura, los fregaderos y los escurreplatos, detrás de los zócalos, las tuberías y los marcos de las ventanas y las puertas. La principal estrategia para evitarlas consiste en asegurarse de que no encuentren agua ni restos orgánicos fácilmente.
Animales domésticos
La presencia de gatos y perros puede provocar asma, rinitis y conjuntivitis. Las reacciones alérgicas también se asocian a los pájaros, ratones, ratas, cobayas, conejos y hámsters.
Los agentes que producen la alergia se ecuentran en las escamas de la piel, el pelo, la saliva y la orina, y se extienden rápidamente por la casa en la que vivan los animales.
Debido a su naturaleza pegajosa, estos alergenos se transportan en la ropa y pasan así de una habitación a otra e incluso a otros edificios. Los gatos son los principales causantes de reacciones alérgicas: hasta un 40% de quienes padecen asma presentan algun grado de sensibilidad.
El principal alergeno del gato se halla en la saliva y las glándulas sebáceas y lacrimales. Cuando el gato se acicala, el alergeno se transfiere a la piel y una vez seco pasa al aire donde puede mantenerse en suspensión durante horas. Se pega con facilidad a alfombras, moquetas, muebles y paredes y resulta difícil de erradicar: se siguen detectando en el polvo incluso meses después de que el gato se haya ido.
La importancia de la ventilación
Muchos alergenos se encuentran en suspensión en el aire: las escamas de piel de animales, excrementos de ácaros, esporas de moho y compustos orgánicos volátiles. Además el aire contiene otros contaminantes, como el dióxido de azúfre emitido por los combustibles, que no causan alergias por sí mismos pero que empeoran los síntomas de las afecciones alérgicas.
Está demostrado que el aire de los espacios cerrados a menudo está más contaminado que el del exterior por culpa de una ventilación escasa. Es necesario abrir las ventanas durante el tiempo suficiente e instalar extractores en la cocina y el baño (han de encenderse antes de abrir el grifo del agua caliente o empezar a cocinar).
Una de las principales funciones de la ventilación es reducir la humedad, es decir el vapor de agua del aire, algo que los seres humanos producen en cantidades sorprendentes: 4 personas pueden producir 2 litros de agua en 8 horas.
Para reducirla resulta muy conveniente que las ventanas de la casa sean de cristal doble. Además de aislar del ruido exterior y ahorrar energía, reducen drásticamente la condensación del vapor de agua.
Otros efectos de una buena ventilación son la supresión de contaminantes del aire interior, la aportación del oxígeno necesario para respirar y la eliminación del dióxido de carbono expulsado con la respiración.
Para ventilar la casa de forma natural, basta con abrir las ventanas durante 15 minutos diarios. Es muy recomendable dormir con las ventanas algo abiertas, teniendo en cuenta que si se padece alergia al polen deben estar cerradas a primera hora de la mañana y de la tarde.
Otras medidas para mejorar la ventilación son la incorporación de respiraderos en todas las ventanas (una pequeña rejilla empotrada en el marco) o instalar un sistema de ventilación mecánica en toda la casa o en parte de ella. Las personas con alergia a los ácaros o al polen pueden pensar seriamente en esta posibilidad.
Este sistema es costoso pero garantiza la renovación continua del aire interior viciado. Puede incorporar filtros muy eficaces, como los que se etiquetan con las siglas HEPA (High Efficiency Particulated Air, que son capaces de eliminar más del 90% de las partículas en suspensión). Existen aparatos portátiles con filtros HEPA que pueden depurar el aire de una habitación. También existen aspiradoras que llevan este tipo de filtro. Las aspiradoras convencionales no eliminan los ácaros, pues atraviesan sus filtros y vuelven a ser dispersados en el aire.
La calefacción
Las ventajas de los sistemas de calefacción se pagan, porque el ambiente que crean resulta ideal para el ácaro del polvo doméstico. La casa caldeada, con humedad, alfombras, moquetas y un mobiliario tapizado en tela favorece la expansión de la población de ácaros.
Los burletes y los aislamientos para conservar el calor reducen drásticamente la ventilación, aumentando los niveles de gases contaminantes en los espacios cerrados.
Estos gases pueden proceder de los sistemas de calefacción y provocan estornudos, rinitis, tos e incluso ataques de asma. Unos niveles elevados de óxido de nitrógeno favorecen el desarrollo de infecciones respiratorias de los niños.
Las estufas portátiles de gas propano, queroseno o butano no tienen cabida en un hogar sin alergenos, porque al carecer de tubo hacia el exterior emiten residuos de combustión directamente al interior.
Los aparatos de aire acondicionado mueven demasiado el aire y por tanto levantan el polvo. Además son ruidosos y pueden desarrollarse mohos en los filtros y los canales de circulación del aire.
En cambio, los radiadores convencionales y la calefacción por suelo radiante son los sistemas más recomendables, si es posible alimentados por una fuente de energía renovable y limpia (acumuladores solares que calientan el agua o paneles fotovoltaicos que producen electricidad).
Habitación por habitación
Dormitorio. El calor y la humedad generados al dormir y las abundantes escamas de piel que desprende nuestro cuerpo convierten la cama en un lugar idóneo para el desarrollo de los ácaros del polvo. Cada vez que nos movemos, los desechos de los ácaros se remueven y los respiramos, de modo que, si se es alérgico, los síntomas pueden empeorar durante la noche. Sin embargo, antes de tomar medidas contra los ácaros, conviene que un médico compruebe si realmente se es sensible a su presencia.
• La primera medida que se puede tomar es utilizar fundas antiácaros para el colchón y la ropa de cama (conviene sustituir la mantas por un edredón que pueda enfundarse).
• La ropa de cama debe ser de algodón 100%, si es posible sin blanquear y no tratado, porque provoca menos sudor e irritación en la piel. La ropa de algodón que se vende como “de fácil cuidado”, “no necesita planchado” o “resitente a las arrugas”, ha sido tratada muy probablemente con el cancerígeno formaldehído. La ropa de cama se lava semanalmente con un programa de temperatura elevado (60ºC). Si no se puede lavar a esta temperatura, la alternativa es congelarla durante unas horas antes de lavarla. Puede hacerse lo mismo con los peluches y las mantitas de los niños. Las almohadas, edredones o mantas se lavan cada seis meses. En ningún caso es recomendable el uso de naftalina o aerosoles antipolillas en los armarios, porque desprenden sustancias químicas irritantes.
• Las ventanas deben permanecer cerradas a primera hora de la mañana y de la tarde, los momentos en que mayor concentración de polen hay en el aire.
• Hay que evitar los cabeceros de cama acolchados, porque en ellos pueden acumularse los ácaros.
• Las persianas o estores enrollables son preferibles a las cortinas porque acumulan menos polvo.
• Los suelos duros (madera maciza o laminada, cerámica) son más adecuados que los blandos de moqueta. Si se desea tener una alfombra ha de ser de algodón, que se pueda lavar a alta temperatura.
• El mobiliario ha de ser mínimo, de líneas rectas y sencillas, con pocos detalles. Así la limpieza resultará más fácil y eficaz. También conviene que los muebles se puedan mover con facilidad para limpiar detrás y debajo.
• Las mascotas no deben entrar en esta habitación.
• Hay que pasar diariamente la aspiradora por el suelo y limpiar el polvo de los muebles con un paño húmedo.
La sala de estar. Los principales factores que se deben tener en cuenta son: el tipo de suelo, las tapicerías de sofás o sillones, así como las cortinas. También tiene importancia que los animales domésticos entren o no, que la colocación de los elementos permita la limpieza regular y el tipo de materiales empleados en la construcción de los armarios o las estanterias.
• Los muebles y estanterías debieran ser de madera maciza. Los armarios conviene que lleguen hasta el techo y las librerías debieran cubrirse con puertas de cristal. Es recomendable minimizar las superficies horizontales (mesas y mesitas, taburetes...).
• Las sillas, sofás y sillones se pueden cubrir con fundas de algodón que se lavan cada semana. Otro material adecuado para el tapizado es la piel: basta con pasar un paño húmedo cada semana para limpiar el polvo.
• Hay que minimizar el número de cojines de tela y de adornos: acumulan polvo y dificultan la limpieza. Las paredes deben ser lisas, sin estucados.
• Para tamizar la luz el medio más adecuado son las persianas venecianas con láminas verticales. Otra opción son las persianas o estores enrollables, más fáciles de limpiar que las cortinas clásicas.
La cocina. Es un punto clave porque puede haber humedad, gases de combustión y restos de alimentos.
• El tipo de cocina influye en el nivel de contaminación de la casa. Desde el punto de vista de las alergias, cocinar con electricidad es mucho mejor que hacerlo con gas, cuya combustión genera dióxido de carbono, dióxido de nitrógeno, dióxido de azufre y monóxido de carbono.
• Para reducir la humedad que favorece el crecimiento de ácaros, moho y cucarachas, conviene cocinar tapando las ollas y encendiendo la campana. Es mejor que las ventanas estén abiertas para mejorar el intercambio de aire y reducir la condensación. Mientras se trabaja en la cocina, la puerta debe estar cerrada. También se deben secar los platos inmediatamente y mantener secos los alrededores del fregadero.
• Todos los alimentos han de guardarse en recipientes herméticos, preferiblemente de vidrio, y en armarios de acero inoxidable, madera maciza o madera recubierta de láminas de plástico. Las encimeras deben estar limpias y libres de restos.
• El recubrimiento más indicado para las paredes y el suelo es el de baldosas. Cualquier grieta y hendidura puede rellenarse con polvo de ácido bórico para controlar las cucarachas.
• Hay que mantener los serpentines de enfríamiento del frigorífico libres de polvo y grasa. El interior del frigorífico debe estar siempre limpio, sobre todo la parte inferior y las gomas de la puertas.
El baño. Muchas personas consideran el baño como un espacio para la relajación y el disfrute. Pero además también debiera ser un espacio saludable. Y en la mayoría de las casas es así porque suele haber pocos elementos y las superficies son fáciles de limpiar (cristales, baldosas, lozas...).
• El principal problema es la humedad. Para evitar que se extienda por la casa, hay que mantener siempre la puerta cerrada cuando se utilice. También conviene abrir una ventana o conectar el extractor.
• Después de utilizarlo se deben secar bien todas las superficies, incluida la bañera o ducha, para evitar la aparición de moho y cucarachas. Para limpiar, en lugar de detergentes convencionales, se pueden utilizar productos ecológicos, champú suave o una mezcla de vinagre o zumo de limón y bórax a partes iguales.
• No conviene recurrir a los ambientadores porque pueden resultar irritantes. Como alternativa se puede disponer una taza de vinagre sobre un armario para desodorizar eficazmente la habitación.
El despacho. Cada vez más personas trabajan en casa o disponen de un espacio para el estudio. En esta habitación pueden concentrarse los elementos contaminantes.
• Debe reinar el mayor orden posible. Si se acumulan los papeles y los objetos, lo hará también el polvo. Las paredes y los muebles deben ser lisos, sin recovecos. Es recomendable dejar un espacio detrás de los muebles y archivadores para que circule el aire.
• No conviene que se convierta en un almacén de aparatos eléctricos: algunos pueden emitir el perjudicial ozono, que empeora los síntomas alérgicos y es dañino por sí mismo. El fax, la fotocopiadora y la impresora láser debieran estar alejados del lugar donde se pasan más horas.
Plantas de interior y jardín
Las plantas se pueden utilizar en general para mejorar el ambiente interior de las casas. Proporcionan oxígeno, su presencia vital y muchas de ellas absorben cantidades importantes de COVs como el formaldehído. Sin embargo, sobre todo en primavera, pueden representar un problema para las personas alérgicas. La solución son las plantas que no producen polen o que florecen durante un periodo largo de tiempo.
Las personas alérgicas al polen a menudo tienen que renunciar a tener flores en sus casas. Sin embargo, con una buena elección pueden continuar disfrutando de ellas. En una flor el polen se encuentra en los estambres situados en su parte central, por lo que no deben presentarse problemas si se eliminan los estambres antes de que el polen madure y se disperse por el aire. Algunas flores tienen estambres demasiado pequeños y numerosos como para realizar esta operación, pero otras, como los lirios, cuentan con estambres escasos y prominentes, que una persona no alérgica puede retirar, limpiar y sacar de casa en cuestión de segundos una vez abiertas las flores.
La presencia del ficus benjamina, una planta decorativa muy habitual, puede ocasionar asma y otras reacciones alérgicas por la existencia de una sensibilidad cruzada entre esta planta y el látex (Hevea brasiliensis). Debida a esa sensibilidad, estas personas también pueden reaccionar ante alimentos tan comunes como el plátano, el aguacate, la papaya, el melocotón, la nectarina y la castaña.
Los helechos tampoco son convenientes porque sus esporas producen reacciones en algunas personas sensibles. En cambio, las plantas en maceta recomendables son las siguientes: boj, melisa, tomillo, salvia, violetas, lavanda, romero, menta...
Los principales árboles que deben evitarse en primavera son abedul, aliso, roble, sauce, avellano y castaño, cedro, fresno, nogal, olivo, álamo y olmo. En cuanto al césped, puede sustituirse por una planta baja como la Vinca minor. Para los setos, en lugar del ligustro o el ciprés, que puede provocar dermatitis, se puede recurrir a la madreselva.
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