Moda y naturaleza: una relación “incómoda”

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Cuero vegetal elaborado con los desechos de la uva durante la producción del vino, bolsos realizados con micelio d hongo... 

“Fashioned by Nature” es la primera exposición en el Reino Unido que explora la compleja relación entre la moda y la naturaleza desde el año 1600 hasta la actualidad.

La moda ha buscado siempre inspiración en la naturaleza. Más de 400 años dura esa relación simbiótica, que ha alcanzado tal vez su máxima expresión en las creaciones de Alexander McQueen, Jean Paul Gaultier o Christian Dior. Algo ha cambiado sin embargo en las últimas décadas, cuando hemos despertado al brutal impacto ecológico de la segunda industria más contaminante del planeta.

La moda es el reflejo inconfundible de cada época, por eso va siendo hora de cambiar de patrón y devolver a la naturaleza lo que es de la naturaleza…

“Todo lo que llevamos puesto procede de una manera o de otra de la Tierra”, advierte Edwina Ehrman, comisaria de “Fashioned by Nature”, la exposición en el museo de Victoria & Albert de Londres, que se asoma por primera vez al futuro de la moda sostenible. “Todos, incluidos los consumidores, formamos parte de los ciclos de la moda, que suelen seguir los ciclos de la naturaleza”.

 “Pero esa una relación es cada vez más desigual”, advierte Ehrman. “Es mucho más lo que moda toma de la naturaleza que lo que devuelve a cambio. El gran reto es reducir tremendamente el impacto sin quitarle alas a la imaginación y a la creatividad. Estamos quizás a las puertas de la auténtica “fashion revolution” que vaticinaba Vivienne Westwood”.

Cuero vegetal elaborado con los desechos de la uva durante la producción del vino. Bufandas eleboradas con fibras obtenidas a partir de las cáscaras de las naranjas. Bolsos elaborados con micelio, la parte vegetativa y subterránea de los hongos. Nuevos tejidos creados en el laboratorio a partir del ADN de las telarañas…

“Fashioned by Nature” culmina con un inquietante viaje al 2030, con las grandes promesas de la innovación en todos los procesos, desde las nuevas materias primas al teñido que minimiza el uso del agua, pasando por las posibilidades del reuso y el reciclaje. En el otro lado de la balanza está sin embargo la presión insostenible de la industria: el consumo de ropa se duplicó del 2000 al 2014 por efecto del “fast fashion”, que tiene un elevadísimo coste ambiental, social y humano (las “fábricas del sudor” del sureste de Asia).

“Hay que rediseñar por completo el mundo de la moda”, sostiene Stella McCartney, que ha cedido varias piezas al V&A y se anticipó a la exposición con la presentación del informe “Una nueva economía textil”. “Solo el 1% de la ropa es reciclada, y ese dato lo dice todo. Ha llegado el momento de un cambio radical en nuestra industria: la pasión por la belleza y el respeto a la naturaleza son totalmente compatibles”.

“La naturaleza es la fuente original de la moda”, recalca Stella McCartney. “De ella vienen los colores, las formas, los cambios de estación. Todos los tejidos emulan de una manera u otra a la naturaleza. La moda no tendría sentido sin ella”.

“Como tantos otros diseñadores, yo me lancé la mundo de la moda con ligereza”, admite la diseñadora británica. “Por el camino he ido descubriendo el tremendo impacto que tenemos en el mundo natural. Por eso he querido llevar mi última campaña publicataria a un vertedero… Pero no quiero crear el pánico. Prefieron comunicar un mensaje de cambio positivo: la moda puede mantener su esencia y ser sostenible”.

Stella McCartney está en buena compañía en la “pasarela” del V&A. Los diseños post-punk de Vivienne Westwood, los impermeables de Sarah Ratty para Conscious Earthware, la colección “Clean Up or Die” de Katharine Hammet, los “vintage” puestos al día por Katie Jones o los vestidos con raíces trenzadas de gramíneas de Diana Scherer se abren como un abanico de posibilidades.

"Hay que luchar contra el tópico de que la moda sostenible es moda 'aburrida', y poco a poco lo vamos logrando con la complicidad de los diseñadores más reconocidos y de las nuevas generaciones que aspiran a reflejar los valores del siglo XXI", ha advertido la comisaria Edwina Ehrman, que nos remite al vestido-estrella de la exposición.

Lo diseñaron Calvin Klein y Eco-Age para Emma Watson en la alfombra 'verde' de la Met Gala del 2016. El corpiño blanco, el pantalón y la falda larga y negra fueron confeccionados con tejidos a partir de botellas de plástico recicladas. Hasta los detalles más pequeños, como las cremalleras, eran de segunda mano. Los forros eran de algodón y seda orgánicos y sin aditivos químicos. El diseño es modular y se presta a diferentes variaciones.

La propia Emma Watson ejerce de joven madrina de la exposición del V&A y se desmarca con una declaración de principios en el catálogo: "Podemos vestir de una manera más consciente y sostenible. Es muy importante y urgente cambiar nuestro modo de consumir y de llevar la ropa. Tenemos que cambiar de hecho el concepto de lo que 'está de moda'. Las cosas verdaderamente hermosas deberían ser usadas y otra vez".

Del inmenso ropero de 300 piezas exhibidas en el V&A, y para ilustrar todo lo que han cambiado los tiempos (y la moda), nos quedamos con el traje de cortesana fechado entre 1760 y 1765 y elaborado en Italia, Francia e Inglaterra con seda procedente de España y de Oriente Medio, tintes de origen suramericanos, metales de Bolivia y pieles de armiño de Norteamérica y Rusia. La moda, hasta entonces de consumo exclusivo para las élites, empezaba a hacerse "global".

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