EL SIGLO DE LA MUJER
Dicen que ésta es la era de Acuario, el momento del despertar de la conciencia colectiva, que éste es el siglo donde las mujeres finalmente se sacudirán los complejos de rol y se colocarán un paso por delante del hombre a tirar del carro de la humanidad. Sin embargo, me inquieta el tipo de mujer que en la actualidad va accediendo a la cúpula de la política, al cuadro de mandos del sistema, a lo más alto de la cadena del poder.
Aquellas que se hacen socialmente visibles ocupando cargos de dirección en gobiernos y corporaciones (ya conocéis sus apellidos) pecan de la misma arrogancia, desconexión emocional e ignorancia psicoespiritual que el dormido hombre de antaño que desde la noche de los tiempos ha dominado el mundo. Ese hombre orgulloso que con sus idiomas, sus banderas, sus escudos, sus himnos, sus fronteras, sus vallas, sus alambradas, sus muros, ha gestado diferencias, fragmentación, separación y mucho sufrimiento. Ese hombre inepto que nos ha metido en una historia de constante lucha entre religiones, de conquistas y masacres bélicas, de usurpaciones y aniquilaciones culturales, de abusos de clase y de desigualdades sociales.
Este mundo desgastado por la territorialidad de la testosterona, este planeta erosionado por políticas masculinas tan cortoplacistas e insostenibles anhela la irrupción en escena de una mujer femenina y sin complejos que no repita los mismos patrones erróneos que el hombre cometió al guiar la (des)humanidad desde la impulsividad infantil de su testiculina. Para la conservación del planeta, es necesario que esta nueva mujer tenga la valentía de tirar de los recursos propios de su psicobiología de género, como la conexión visceral, la empatía, la compasión, la colaboración, y el derribo de fronteras tanto físicas como emocionales para engendrar vida, en lugar de destruirla. De su sutil modo de sentir y percibir la vida depende la conciliación y la sostenibilidad de este planeta partido, el futuro pacífico de nuestra especie descansa en la sensibilidad terapéutica de su vientre de madre.
Sergi Rufi
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