Alimentarse bien no sólo es comer bien
Somos muchos los que nos preocupamos por lo que nos llevamos a la boca y procuramos escoger con cuidado los alimentos que incluimos en nuestra dieta para que sean lo más sanos y puros, es decir que tengan una buena cantidad de “prana” o energía. Los alimentos que llevan meses enlatados, los congelados, y todos los procesados han perdido toda la vitalidad que tenían cuando estaban frescos, así como las frutas y verduras que hace meses fueron recolectadas. Sabemos que lo que comemos formará nuestros tejidos corporales y que, según la calidad de los alimentos, así será la formación de aquellos.
Pero, alimentarse bien ¿es sólo eso?
Según el ayurveda, nos alimentamos con todo lo que recibimos por los cinco sentidos. Lo que vemos, lo que oímos, lo que olemos, lo que tocamos también forma parte de nuestra nutrición que no sólo debe ser física, si no también espiritual. Una comida sana bien dispuesta, agradable a la vista, con un olor y una temperatura agradables, y tomada en un ambiente tranquilo sin ruidos ni conversaciones que alteren ese momento nos sentará mejor, nutrirá no sólo nuestro cuerpo, si no también nuestra mente y nuestro espíritu, dejándonos una sensación agradable al final de ésta.
Y si cuidamos tanto lo que comemos ¿porqué no cuidamos lo que nos llega por los otros sentidos?
Cada vez que veo un avance de una película, casi siempre americana, llena de violencia, sangre y catástrofes pienso: ¿qué impacto tendrá esa película en quienes vayan a verla? Desde luego creo que ninguno positivo...
La música es otro de los grandes distorsionadores, bien probado en los experimentos del Dr. Emoto con el agua. Creada originalmente por el hombre para agradar a cuerpo y alma, hay miles de ejemplos de canciones que parecen hechas para perturbarlos y no para lo contrario.
Aunque el olfato es muy particular, estamos casi todos de acuerdo en cuales son agradables y cuales no. Recuerdo una vez, hace ya años, en que se pusieron de moda los ambientadores en todos los locales, incluidos los restaurantes, y en uno al que quería ir a cenar con unos amigos olía a una mezcla de desinfectante y perfume barato artificial que llenaba todo el local de un olor irrespirable. No nos quedamos a cenar allí porque no hubiéramos podido degustar la cena. Perfumar nuestra casa con incienso, sándalo, aceites esenciales en un quemador, debería ser un gesto habitual.
Aunque en nuestra cultura lo hemos perdido, en muchas culturas se come con las manos, así que el tacto también forma parte de sus comidas. En la nuestra sólo nos queda el suave tacto del pan (y el de las servilletas de tela).
Procurar que por los cinco sentidos, que son ventanas abiertas al mundo, entren, en la medida de lo posible, sólo sensaciones agradables desterrando las que nos perjudican nos ayudará a reducir el estrés calmando nuestra mente y elevando nuestro espíritu. Pero si no podemos evitarlo a lo largo del día, al menos en las comidas deberíamos procurar que así fuera.
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