Barbanegra
Estaba viejo y mutilado Barbanegra cuando decidió enterrar su tesoro. Escogió aquel pueblo extraviado, pobre, de cuatro gentes campesinas, diez gallinas y unas ovejas pastando.
Pasaron muchos años, el olvido hizo el resto, y el pueblo siguió siendo propiciamente pobre.
Y tanto tiempo pasó que se fosilizaron allí abajo aquellas riquezas, hasta que allá por el siglo XXI un empresario reunió a los pobladores. Les pedimos que desalojen sus casas, abandonen sus huertos y campos, exilien a sus ganados, solo por unos meses, para poder localizar el cofre del pirata. Les prometemos un porcentaje.
Y dijeron que no, que ‘mejor vivos que fósiles’.
Era una decisión histórica, pues en una hora capitalista no se debe acabar con siglos de historia natural.
Y es que el fracking, penúltima de las demencias, no sabe convivir con la vida.
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