Naturismos sobre la PAZ
La ecología es inseparable del pacifismo
Si ha quedado mínimamente comprendido, todo lo que llamamos pensamiento ecológico resulta inseparable del pacifismo. Del más estricto pacifismo pacífico, es decir del que no solo quiere erradicar toda guerra sino también casi toda violencia sea contra quien sea. Como todas las vidas, no vegetales, se alimentan de otras vidas resulta evidente que siempre nos acompaña una dosis de violencia hacia algunas criaturas vivientes. De ahí que lo más pacífico sea el vegetarianismo, en cualquiera de sus variantes.
También conviene recordar que la defensa de la continuidad de la vida nos vincula con la no violencia religiosa y filosófica de todos los tiempos con la apreciable ampliación que supone incluir a los aires y las aguas, a los paisajes y la tierra, a las culturas y a la Natura en su conjunto. Confío en que estos pensamientos se sumen al empeño por un modelo de relaciones, con todos y con el todo, cada día menos violento.
Naturismos
En los últimos 5.500 años se han producido casi 15.000 guerras con casi 1.500.000 millones de muertos, es decir la humanidad solo ha disfrutado de 292 años de paz en todo ese tiempo. El valor de lo escaso se multiplica. Nada debería tener, pues, más admiradores que la paz.
Doblemente desarmados, es decir sin violencia y sin supremacismo, nos enfrentamos a esta civilización guerrera con la esperanza de llegar, algún día, a desarmarla.
Si comparamos con los resultados de otras, nuestra indignación por la demolición de la Natura, es la más serena de la historia: nos imponemos respuestas no violentas a la extrema agresión que sufre la vivacidad.
Si es militar no puede ser solución.
Sabemos poco, muy poco, pero lo suficiente como para intentar ser pacíficos en la totalidad de nuestras acciones.
Considero a Gandhi el humano más formidable que ha existido. Su vida y su obra deberían ser una asignatura de todos los sistemas educativos.
La no violencia es la lógica secuela de amar realmente a la Vida y a todo lo que la hace posible y heredera.
Toda la violencia mana de alguna de los múltiples rostros de la desigualdad.
¿A qué llamarán progreso si no progresa la paz?
No solo con nosotros y para nosotros…La paz más pendiente es la que necesitamos firmar con la totalidad del resto de lo viviente.
Los pacíficos siempre comenzamos por no despreciar nada ni a nadie.
El poder se basa siempre en el temor. El pacifismo en la confianza.
¿Cómo es posible que no exista un ministerio de la PAZ en todos los estados?
Ojo con la violencia indirecta que mata tanto o más que las armas. Me refiero a la comodidad, la prisa, la acumulación y, sobre todo, las contaminaciones.
Poco o nada supera en agresividad al cambio climático. No menos en cuanto al número de víctimas.
Cuando vivir sea dejar vivir entenderemos mucho mejor que la única guerra legítma es la que debemos emprender contra las guerras.
No hay paz sin declaraciones de dependencia mutua. Sabernos de los otros, sabernos de la Natura, sabernos algo más sabios por más pacíficos.
No es pequeña la porción de PAZ que se logra callando.
Tampoco desdeñes la PAZ que te regala la soledad.
La violencia siempre es, en no poca medida, fraticidio y parricidio. Incluso cuando no va dirigida a seres humanos.
Demasiadas veces no es legítima la legítima defensa.
No solo pacifistas, también pacíficos, es decir no solo no usar armas, tampoco fabricarlas. No poder tenerlas.
La declaración universal de los derechos humanos lleva mucho tiempo esperando a la abolición universal de los ejércitos.
No recuerdo escena más bochornosa que una parte de un parlamento aplaudiendo una declaración de guerra.
¿No es una tragedia esa alegría, ese entusiasmo, con el que a veces, demasiadas veces se ha ida a la guerra?
Ciertamente existe una fascinación por la violencia que se convierte en protagonista miles de veces más que la PAZ, por mucho que esta cuente también con sus héroes, muchos y magnífcos, con fascinantes historias.
Todo gasto militar ofende a la totalidad de la vida.
La violencia sale carísima, siempre, absolutamente a todos. Los pacíficos deberíamos ser considerados benefactores también económicos.
¡Qué torpe violencia mana del cinismo de considerar tontos a los buenos!
La autoestima de los no violentos resulta crucial, sentirnos orgullosos de la serena convivencia sin ejercicio del poder. El heroísmo de no querer ser héroes. El heroísmo de ser atalantadores.