Guerra sucia contra las renovables
Los escépticos del clima cargan ahora contra las renovables.
Financiados por los mismos y oscuros intereses, los escépticos del clima han vuelto a la carga, esta vez para disparar contra las energías renovables. Lo revela Suzanne Goldenberg en The Guardian, aunque lo llevábamos sospechando desde hacía tiempo.
Detrás de los nuevos grupúsculos para desacreditar las turbinas eólicas y las placas solares vuelven a estar los inefables hermanos Charles y David Koch, que hacen el número 7 y 8 en la lista de los más ricos del mundo de Forbes (con una fortuna combinada de 62.000 millones de dólares). Su fuente de riqueza es principalmente el petróleo y sus derivados. Su fortuna ha crecido más del 50% desde la debacle financiera del 2008. Y aún quieren más…
El buque insignia de la guerra sucia contra las renovables tiene ahora otro de esos nombres engañosos que tanto abundan en la geografía norteamericana: Centro Franklin para el Gobierno y la Integridad Pública. Su misión, dicen, es ayudar a los ciudadanos a tomar “decisiones informadas sobre sus Gobiernos”. O sea, a boicotear por todos los medios posibles el avance de las renovables, estado a estado.
El “hachazo” a la eólica y a la solar en España se vuelve a mirar en las aguas turbulentas del Atlántico. Hace apenas tres años, no lo olvidemos, el economista Gabriel Calzada (protegido de Aznar) emprendió una cruzada por la América de Obama hablando del “catastrófico modelo español” y culpando a las renovables del estallido de la burbuja. Con la complicidad de la Fox y otros grandes medios conservadores, Calzada logró su propósito: hundir la imagen de España y dinamitar los intereses de las empresas líderes en renovables (Acciona, Iberdrola, Abengoa, Gamesa) en la “tierra prometida”.
Como buen escéptico del cambio climático, Calzada tendió las redes con el American Enterprise Institute, el Heartland Institute y Americans for Prosperity, la “avanzadilla” de los negacionistas, íntimamente ligados al Tea Party de los republicanos. Según The Guardian, los hermanos Koch y otros millonarios coservadores han desviado a estos grupúsculos un total de 118 millones de dólares a través de dos misteriosos patronatos: el Donors Trust y el Donors Capital Fund.
Las leyes norteamericanas protegen el anonimato de los donantes, de modo que cada vez es más difícil saber quién está con los hermanos Koch en esta guerra sucia, dirigida contra todos y cada uno de los intentos del presidente Obama por emprender una mínima acción ante el cambio climático.
Pero estábamos con el Centro Franklin, la última rencarnación del negacionismo. Conseguido con creces su objetivo (lograr que el cambio climático se caiga de los titulares y de la agenda política), los hermanos Koch y compañía están financiando iniciativas para torpedear las renovables desde lo local, con la ayuda de supuestos “ciudadanos periodistas” cuyo objetivo es crear la duda y la confusión.
Según el Pew Research Centre, la labor del Centro Franklin tiene muy poco de “periodística” y mucho de “ideológica”. En Carolina del Norte, por ejemplo, ha financiado la creación de grupos para boicotear proyectos de parques eólicos y ha presionado para eliminar las referencias al “aumento del nivel del mar” en la legislación local. En Nueva Jersey, se ha presionado al estado para eliminar los límites de emisiones regionales de CO2.
La madeja crece. Los escépticos del clima y los detractores de las renovables (vinculados casi siempre con las energías “sucias”) se dan la mano en otros grupos como el orwelliano Comité Para una Mañana Constructivo (Cfact). Con tres millones de dólares recibidos del Donors Trust, los nuevos “guerrilleros” conservadores han creado incluso una brigada de respuesta rápida en la red: Climate Depot. Su última acción ha sido desacreditar punto por punto las menciones al cambio climático en el discurso sobre el estado de la Unión de Obama…
Y Al Gore, entre tanto, se vuelve a apuntar a la guerra con El Futuro, donde denuncia que casi todas las noticias y los comentarios políticos de televisión “están patrocinados por la industria del petróleo, del carbón o del gas para reasegurarnos que todo va bien, que el medio ambiente no está amenazado y que las compañías que emiten CO2 están trabajando diligentemente para desarrollar fuentes de energía renovables”.
Lo que no dice Gore es que el primero en lucrarse de la industria del petróleo es él mismo. Coincidiendo con la publicación del libro se ha confirmado la venta de su canal de televisión, Current TV, a la cadena Al Jazeera, financiada (con todos los respetos) por los petrodólares de Qatar. Se estima que Al Gore sacará una tajada de 100 millones de dólares. Otra prueba (también con todos los respetos) de la hipocresía que ha terminado por desacreditar al “mensajero” del cambio climático.