Geotermia, aprovechar la energía de la tierra
Con esta tecnología limpia, renovable y sostenible, se usa una pequeñísima parte de la energía que se haya contenida en el terreno en forma de calor. También sirve para enfriar el hogar en verano y para calentar agua. Y la inversión se recupera en pocos años.
A unos pocos metros por debajo de la superficie de la tierra, la temperatura se mantiene constante, entre 10 y 18ºC, y esa característica es la que aprovechan las instalaciones geotérmicas para mantener la casa fresca en verano y caliente en invierno. La temperatura del subsuelo varía según la latitud; en España es de unos 15ºC.
La geotermia doméstica es una fuente de energía renovable, con la que se puede ahorrar más del 70% en calefacción, climatización y agua caliente en comparación con otras fuentes energía. Eso sí, la inversión inicial es algo costosa, aunque amortizable en pocos años. También es la ideal para ambientes y lugares históricos, como la instalada en la antigua Fábrica de Tabaco en Sevilla, porque no tiene ningún impacto visual. Los países donde más más se ha introducido a gran escala son Suecia, Alemania, Austria y Suiza.
Cómo funciona
Hay diferentes posibilidades en función de la superficie de terreno de que se dispone.
Perforación a poca profundidad. Es la más habitual para una casa porque se necesita una cierta cantidad de terreno. Consiste en excavar zanjas en la tierra a una profundidad de entre 2 y 5 metros y se coloca una instalación de tubos en el interior (intercambiadores de calor horizontales). Es más rápida, económica, sencilla y la más usada en viviendas unifamiliares que normalmente disponen de un jardín amplio. No requiere permisos especiales ni prácticamente mantenimiento, y se puede edificar una vez acabada la instalación.
Perforación a mucha profundidad. La apropiada para un edificio de varias viviendas y con poco espacio exterior. Con este sistema, la necesidad de terreno es menor y tampoco se remueve mucha tierra. Consiste en perforar un agujero que llega hasta los 50 y 150 metros de profundidad. Una vez realizado, se introducen los tubos o intercambiadores en vertical. Este sistema es el que más rendimiento saca del calor de la tierra.
Con agua subterránea. En estos casos se usan intercambiadores en bucle abierto, un sistema muy eficiente y económico. Cuando hay mucha masa de agua bajo el terreno, los intercambiadores se sumergen, consiguiendo así una eficiencia muy alta.
Bomba de calor. Además de los tubos o intercambiadores, se necesita de una bomba de calor geotérmica que sea reversible, para obtener calor en invierno y frío en verano. Esta bomba funciona con la electricidad normal del hogar y es la que calienta o enfría el agua o líquido que circula por las tuberías y que llega a la temperatura estable de la tierra, esos 15 grados.
A cuánta profundidad se debe perforar. Depende de las características del terreno (su conductividad) y del area total de la vivienda. También influyen las características de la casa: si está bien aislada, si cuenta con muchas ventanas, los materiales de la construcción y eficiencia energética total de la edificación. La empresa instaladora realiza siempre un estudio para determinar las necesidades de perforación.
Una inversión subvencionada
Para una casa de unos 200 metros cuadrados, "el sistema de producción (de climatización y agua caliente sanitaria -ACS-) puede estar entre 20.000 y 30.000 € en función de la zona climática, el aislamiento de la vivienda y las condiciones para perforar en el terreno", explica Margarita de Gregorio, coordinadora de la Plataforma Tecnológica Española de Geotermia. "Esta inversión inicial en la instalación en la mayoría de las comunidades autónomas está subvencionada en un porcentaje variable, que en algunos casos llega a alcanzar el 30%".
Ventajas de la geotermia
Energía gratuita e inagotable. Somos amos y señores de nuestra energía para calentar y refrescar la casa, no dependemos de ninguna otro combustible ni de los vaivenes en los precios. La energía de la tierra es gratis e inagotable aunque, eso sí, hay que tener en cuenta los costes del mantenimiento, además de la inversión inicial en la instalación.
Renovable y limpia. Es una excelente opción medioambiental, ya que es una fuente de energía limpia, que no emite CO2 ni contribuye al cambio climático: no funciona con combustión y solo la bomba geotérmica usa electricidad. Tampoco hay que preocuparse por gases tóxicos como el monóxido de carbono ni por posibles incendios.
Ahorro. Una instalación geotérmica supone un ahorro del 75% en calefacción y aproximadamente un 80% en refrigeración. Al partir de una temperatura estable de 15º, enfriar o calentar el agua es más económico. Pero hay que contar con el gasto eléctrico de la bomba geotérmica.
Rápida amortización. Al no tener que pagar combustible, la inversión se recupera en pocos años, y más si tenemos en cuenta que obtenemos calefacción, climatización en verano y también agua caliente. Según Margariat de Gregorio, "desde el primer mes se comienza a ahorrar sustancialmente en la factura energética, y los periodos de retorno de la inversión varían de manera importante en función de la demanda energética de la vivienda (calefacción, aire acondicionado y ACS) y el sistema de climatización convencional con el que se compare. Frente a propano/gasoil + refrigeración Split, el periodo de recuperación estaría en unos 4 años. Si se mantiene esta refrigeración con gas natural como combustible, el periodo de recuperación se iría hasta 6 años".
Sin impactos ambientales: no produce molestos ruidos ni impacto visual en el paisaje, ya que toda la instalación queda enterrada. Y se puede edificar encima.
Duración. Una bomba geotérmica dura hasta dos veces más que una caldera térmica convencional y gasta poca electricidad.
Adaptable. Aunque es más eficiente si se combina con suelo radiante, no es necesario instalar este sistema para gozar de calor en casa. Es posible usar los radiadores previamente instalados. Tras un estudio de las necesidades de cada hogar, la emrpesa especializada puede aconsejar la instalación extra de algún radiador más.