La respuesta es la soberanía alimentaria
El derroche alimentario se incrementa en la misma medida en que aumenta la concentración en el sector de la distribución alimentaria, actualmente en manos de unos pocos mayoristas y pocas cadenas de grandes superficies.
Ellos deciden qué comprar a los agricultores y qué ofrecer a la población. Por eso los agricultores acaban tirando producciones: "que si no es homogénea, que si he encontrado precios más competitivos..." Por ello, embobados antes sus ofertas "maxiahorro", compramos más de lo que podemos consumir.
Para recuperar el sentido común, es preciso que los agricultores y los consumidores recuperen el derecho a decidir a quién vender y a quién comprar, y un primer paso muy efectivo sería una legislación que rompa estos monopolios, favoreciendo la multiplicación del pequeño comercio de barrio, los mercados de agricultores o las cooperativas de consumo.
–Media libra de garbanzos, por favor.
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