Fracking, un negocio envenenado
Sin que apenas nos hayamos dado cuenta, el fracking, la fractura hidráulica está en nuestra casa y amenaza con cambiar radicalmente nuestro paisaje y nuestra vida.
Se trata de perforar pozos de miles de metros de profundidad, inyectar en cada uno millones de litros de agua mezclados con un cóctel explosivo de productos químicos altamente tóxicos y recoger el gas que se desprende de la roca, para abandonar en muy poco tiempo estas explotaciones y empezar en otro lugar.
Parte de esta agua contaminada vuelve a la superficie y otra parte quedará contaminando el subsuelo por generaciones incontables.
Mientras la Asamblea General de Naciones Unidas ha declarado el año que entra, 2013 como “Año internacional de la cooperación en la esfera del agua” con el fin de concienciar sobre la necesidad de gestionar uno de los patrimonios más preciosos y escasos de este planeta, mientras se hacen costosas campañas para evitar que se derroche o contamine el agua en los hogares, los mercaderes han empezado a envenenar masivamente el agua y la tierra, con la connivencia de políticos y administraciones y el silencio casi absoluto de los grandes medios.
De nuevo se está sobrepasando todas las líneas rojas, con una estrategia muy hábil que consiste en plantear un gran número de explotaciones, para llevar a cabo las perforaciones donde menos resistencia encuentren.
Nunca antes los paisanos y sus descendientes estuvieron tan indefensos frente a una agresión y secuestro del futuro tan atroces y vergonzosos. Y nunca antes la información fue tan escasa y manipulada.
Ciertamente las compañías obtienen todos los certificados, informes, estudios… que pueden comprar y la ocultación de información o la información sesgada es otra de las argucias.
Pero incluso sin conocer todos los detalles, tenemos datos contrastados y objetivos a través del informe del Parlamento Europeo del que extracto algunas de las conclusiones más inquietantes:
(...) Cerca de los pozos de gas se ha registrado contaminación de aguas subterráneas con metano, que en casos extremos pueden provocar la explosión de edificios residenciales, así como con cloruro de potasio, que provoca la salinización del agua potable. (…)
Las emisiones de metano procedente de procesos de fracturación hidráulica pueden tener enormes consecuencias para el balance de gases de efecto invernadero. Una de las repercusiones inevitables es la ocupación de enormes superficies e importantes cambios a los paisajes, ya que la densidad de los pozos debe ser muy alta para fracturar las rocas madre a gran escala para acceder al gas que almacenan. Las distintas plataformas de los pozos –en los Estados Unidos se registran hasta seis plataformas por km² o incluso más– deben prepararse, construirse y conectarse mediante carreteras a las que puedan acceder vehículos pesados de transporte. Los pozos de producción deben conectarse entre sí por medio de tuberías de recolección con un bajo caudal, pero también con unidades de purga para separar las aguas residuales y sustancias químicas, metales pesados o ingredientes radiactivos del gas producido antes de bombearlo a la red de distribución de gas.
Entre los riesgos que entraña una manipulación incorrecta se encuentran los accidentes, por ejemplo, la erupciones con vertidos de agua de fracturación, las fugas de aguas residuales o de las balsas o tuberías de fluidos de fracturación, la contaminación de aguas subterráneas…
Una vez más, los ciudadanos somos víctimas de tecnócratas y especuladores sin escrúpulos que parecen venir de otro planeta a juzgar por lo poco que les importa este. Francia y Austria han prohibido ya el fracking y en otros países se están aplicando moratorias. Pero mucho nos tememos que nuestro país se ponga una vez más a la cabeza del “progreso” y se siga la política de Fukushima: ¡Todo está bajo control!
Más información sobre el fracking, en la web No a la fractura hidráulica en Cantabria.
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