Por un EcoJardín sin plagas y en paz
Los plaguicidas tóxicos no son necesarios.
Se pueden prevenir y tratar las plagas con productos que no representan un riesgo.
La solución convencional es la guerra preventiva: fumigar para que en el jardín, el pequeño huerto o incluso las macetas no sean invadidos por insectos o las llamadas malas hierbas, es decir, las que no satisfacen el gusto de los propietarios. Pero cualquier persona medianamente conocedora de los efectos de los plaguicidas sobre las personas y los ecosistemas, incluso en dosis pequeñas y por debajo de los límites legales, no se puede permitir utilizarlos a las puertas de su casa. Es una cuestión de salud y de filosofía: ¿en lugar de eliminar al enemigo, no podemos plantearnos vivir en paz con los seres que nos rodean, aunque sea haciendo algunas concesiones? Un jardín sano y bonito tolera ciertos niveles de visitantes no esperados.
Los métodos básicos para el control natural de las plagas son bien conocidos por los agricultores ecológicos: utilizar plantas resistentes -obtenidas mediante hibridación natural- y adaptadas al clima y las condiciones del entorno, rotar los cultivos y cuidarlos. Conviene que el riego se realice a ras de tierra, ya sea a mano o mediante sistemas de goteo, para evitar que se mojen las hojas y de paso gastar menos agua. Si se utiliza un sistema que moja toda la planta, conviene regar a primera hora de la mañana para que tenga tiempo de secarse. Finalmente rodear las plantas con un mantillo orgánico -que incluya compost, paja limpia, hojas y maderas troceadas- ayuda a conservar la humedad, regula la temperatura del suelo y previene la aparicies de “malas hierbas”.
De vez en cuando hay que inspeccionar las plantas, fijándose especialmente en el envés de las hojas. Detectar cuaquier problema a tiempo es fundamental para evitar las medidas drásticas. Ciertos productos pueden utilizarse preventivamente o en caso de plaga:
• Bacillus thuringiensis (BT). Esta bacteria controla las larvas de mariposas y polillas.
• Productos con cobre. Tienen actividad fungicida e insecticida.
• Tierra de diatomeas: Tratamiento básico para las babosas.
• Aceite de neem. Posee una eficaz actividad contra los hongos y los insectos.
• Formulas líquidas de polisulfatos de calcio: contra los insectos y los hongos.
Además, cada “visitante” tiene remedios naturales específicos:
• Hormigas: colocar hojas de laurel desmenuzadas en las puertas y ventanas. Lavar las superficies de trabajo en la cocina, el baño con una mezcla de vinagre y agua ayuda a mantenerlas alejadas.
• Orugas: preparar una pasta con 125 ml de resina (como la que utilizan los atletas), 250 ml de aceite de linaza y una cucharada de glicerina líquida. Esta pasta se aplica en las bases de troncos y tallos de plantas y árboles.
• Larvas de polilla: aplicar una mezcla de melaza y harina de maíz cerca de la base de cada planta.
• Pulgones: hervir 1,5 kg de hojas de saúco durante media hora en tres litros de agua. Después se cuela, se deja enfriar y se añaden 30 g de jabón natural por cada litro de agua. La solución obtenida se pulveriza sobre la planta.
La naturaleza es el modelo
En los ecosistemas naturales, los seres vivos se organizan de manera que ninguno prevalezca. Su ejemplo puede seguirse en el jardín o el huerto, utilizando unas especies para controlar otras.
Las plantas aromáticas, además de ser valiosas en sí mismas, son enemigas naturales de ciertas plagas. Lavanda, romero, salvia, ruda, manzanilla y orégano pueden utilizarse para levantar cercos vivos en torno de plantas vulnerables. Dentro de los surcos del huerto puede recurrirse a la menta, la albahaca, el estragón, el tomillo y la ortiga.
Otra forma de control natural de las plagas es la que ejercen insectos que se consideran benéficos debido a que se alimentan de las plagas. Dentro de estos predadores se encuentran los coccinélidos (como las simpáticas mariquitas, voraces devoradoras de pulgones).