Disfrutar de la montaña con niños
Víctor Riverola y Jekaterina Nikitina tienen más que comprobado que las salidas a la montaña, incluso las que incluyen días de ruta, son plenamente compatibles con los niños.
Son los autores de Montañismo con niños (Ediciones Desnivel) un exaustivo manual con toda la información necesaria para que las salidas a la montaña con niños sean todo un éxito.
Jekaterina Nikitina y Víctor Riverola comparten una pasión, la montaña, y han podido comprobar que el hecho de tener niños no es ningún impedimento para seguir disfrutando de ella. La clave está en saber adaptarse al ritmo y las posibilidades de los pequeños sin perder de vista tres máximas: la montaña nunca es fácil, hay que respetarla; la montaña no se moverá, podemos volver en otra ocasión; a la montaña se va a disfrutar y aquí disfrutamos todos.
Para compartir su experiencia con otras personas interesadas en disfrutar de la montaña con niños, han publicado un completísimo manual, Montañismo con niños, y la guía Pirineos con niños.
Vuestra primera experiencia como padres en la montaña fue cuando Artur, vuestro hijo mayor, tenía solo tres semanas. ¿Cómo recordáis aquel momento?
Fue un viaje a Gombrén y el Santurario de Montgrony a principios de septiembre de 2007, en el Pirineo de Girona. Como el embarazo no había dado problemas (de siete meses Jekaterina seguía viajando por media Europa) nuestro ginecólogo no observó ningún inconveniente para que a las tres semanas de nacer nuestro primer retoño, volviéramos a calzarnos unas botas de montaña. Decidimos subir hasta Ripoll en tren y tomar un taxi hasta Gombrén que nos costó menos de veinte euros. Llevábamos una pequeña mochila delantera y nos fuimos directos a la Fonda Xesc, donde hace años que nos conocen. Artur durmió muy bien y sobre las 09:30 salimos subiendo a buen ritmo. Realizamos un par de paradas para ver cómo evolucionaba el pequeño y le cambiamos el pañal. Estaba medio dormido, muy tranquilo. En un par de horas llegamos al Santuari de Montgrony, con un sol espléndido donde pasamos medio día. Luego regresamos por el mismo camino. Observamos muy contentos que podíamos seguir saliendo a la montaña sin problemas y que Jekaterina y Artur se encontraban muy bien.
Dormir en un refugio les enseñará a compartir, a ser respetuosos, a descubrir lo maravilloso que puede ser un atardecer o amanecer a más de dos mil metros y a valerse un poco por sí mismos
Para las familias que no tienen experiencia en salidas a la montaña, ¿por dónde les recomendáis empezar?
Por zonas de media montaña cercanas a su lugar de residencia. Lo ideal es salir unas horas el fin de semana. Subir a una ermita, meterse en un bosque o buscar un paisaje de gran belleza a pocas horas del coche. Poco a poco ampliaremos no la dificultad pero sí la distancia o duración del itinerario. Planificar unas vacaciones en zonas de montaña nos ayudará a pasar más de un día con los niños en el monte y, a partir de la primera salida “larga”, observaremos cómo se adaptan y cómo nos adaptamos nosotros a ellos y a la montaña en general. La montaña con niños nos obligará a ser progresivos y muy razonables. Subir una cumbre con una mochila a la espalda puede resultar muy pesado y peligroso sin experiencia previa. A medida que vamos ganando confianza, subiremos a refugios y nos atreveremos con alguna que otra travesía y con rutas de mayor duración y dificultad.
En el caso que los niños nunca hayan dormido en refugios de montaña, albergues o ni siquiera en campings, quizás se les puede hacer un poco raro este tipo de alojamiento. ¿Qué consejos daríais para que se les haga más llevadero?
Magia y fantasía. Los refugios no son refugios, son el tesoro que tenemos que encontrar, la meta de una carrera fantástica, la morada de un Hobbit o la casa de Gru, mi villano favorito. En general, y por nuestra experiencia como monitores de campamentos (hace años), los niños suelen motivarse muchísimo a la hora de dormir en un refugio o en una tienda de campaña o al raso. Si tienen miedo será porque lo desconocido les sorprende, o porque alguien les habrá explicado algo negativo sobre el tema. Ante todo, positivar siempre la experiencia y darle un cierto aire mágico a la noche. Dormir en un refugio les enseñará a compartir, a ser respetuosos, a descubrir lo maravilloso que puede ser un atardecer o amanecer a más de dos mil metros y a valerse un poco por sí mismos.
El exceso de comodidades y tecnología de nuestra sociedad convierte a los niños en tecno-dependientes y, en ocasiones, resulta muy útil estar alejados unos días de la TV, el IPad, la Play o incluso el móvil. Hablar, dialogar en casa y durante la excursión nos ayudará a motivarles para llegar al refugio o al punto donde acamparemos. Ante todo, tenemos que ofrecerles mucha diversión, aventura y ganas de positivar experiencias. Muchos padres se convierten en auténticos guionistas de cine infantil y juvenil cuando salen con sus hijos o con niños a la montaña. Ver en casa Los Goonies, un filme de Indiana Jones o Patoaventuras ayuda, no es broma.
Si vamos a estar varios días fuera, ¿recomendáis implicar a los niños en la preparación del viaje? ¿Conviene explicarles el recorrido, dónde nos vamos a alojar… o es preferible utilizar el factor sorpresa?
El factor sorpresa puede ser divertido cuando son muy pequeños, pero a partir de 4 o 5 años recomendamos planificar muy bien el viaje con ellos. Tener mapas en casa, mostrarles fotos y escoger el peluche que nos llevamos nos ayudará a tenerlos más controlados. Siempre hay que implicar a los niños. Es más, los niños que planifican el viaje con sus padres se sentirán más motivados, importantes y, sobre todo, útiles. No hay nada peor que un niño que viaja sin tener ni idea del porqué lo hace ni a dónde va.
¿Cómo podemos actuar si hemos planeado una excursión hasta algún lugar concreto y los niños, al poco de empezar el recorrido, ya están cansados o prefieren quedarse en un sitio recogiendo florecillas o tirando piedras a un río? ¿Anulamos nuestros planes?
Proponer un reto, una especie de competición haciendo equipos. Nunca les gritaremos, pues por un lado los asustamos y, por otro, les cansamos psicológicamente. Nosotros nunca hemos anulado planes, pero conocemos padres que se han puesto muy nerviosos cuando los niños se plantan o se distraen en exceso. No debemos olvidar que son NIÑOS, y los niños son impredecibles. Más vale maña que fuerza y, en estos casos, de un modo muy adorable, les explicaremos dónde vamos, qué encontraremos y la recompensa que nos espera al llegar. Tendremos en la mochila un juguete, peluche, dinosaurio de juguete o lo que sea que podamos utilizar como premio al llegar al camping, cumbre, lago o refugio hacia donde nos dirigimos. Hablar, hablar y hablar…contar, explicar, narrar. Abrirle al imaginación ayuda a superar el cansancio físico y psicológico.
A algunos padres experimentados en la montaña y acostumbrados a largos recorridos sin niños, quizás les resulte un poco complicado tener que renunciar a alguna excursión a medio camino porque su hijo se cansa y ya no quiera andar más. ¿Cómo explicaríais a estos padres que vale la pena tener paciencia o mano izquierda para que el niño no acabe aborreciendo la montaña?
El egoísmo (voluntario o involuntario) suele ser algo natural en el montañero y aflora por lo menos en una ocasión a lo largo de la vida. La emoción, las ganas de llegar, la adrenalina, etc., influyen a la hora de querer llegar, de subir a una cumbre o de compartir comida. Con niños dicho egoísmo recibe la mayor cura de humildad que un montañero pueda recibir. Nunca hay que forzar la máquina familiar. La montaña no se moverá de su sitio, pero es nuestro trabajo saber organizar una salida a la montaña acorde con la edad del niño o niños. Cansarles en exceso siempre será contraproducente. Subiremos poco a poco, adaptándonos a su ritmo, no ellos al nuestro. Y lo más importante: si decidimos tener hijos, tenemos que pensar que igual nos salen surfistas. El mar también puede ser muy hermoso.
Si hacemos una excursión de varias horas hasta un lugar concreto, ¿recomendáis planificar las paradas que vamos a hacer? ¿Las hacéis sobre la marcha en función de lo que pidan los niños o las programáis?
En nuestro caso, casi nunca planificamos las paradas, a menos que pasemos por un hostal, refugio o lago precioso marcado en el mapa, que coincida en medio de un itinerario. Los niños suelen pedir muchas paradas y nosotros nos adaptaremos a su ritmo, pero marcando un horario para no llegar tarde. Si cargamos los niños en mochilas no hay tantos problemas, pero si empezamos a caminar con ellos, a partir de los 4 años, las cosas cambian. Comemos siempre a las 12:30-13:00 y cenamos a las 18:30. El horario europeo es mil veces mejor que el español y desde hace años que trabajamos y vivimos según dicho horario. Los niños lo agradecen.
¿Qué cosas básicas lleváis en la mochila para una salida con niños de un día? ¿Algún truco para planificar las mochilas de varios días, para no tener que cargar con trastos que no nos van a servir para nada?
Crema solar, gafas de sol, llevar la camiseta que mas le gusta ayudará, pero tenemos que tener muy claro que manda la meteo y la temperatura. Mejor pantalones largos que cortos (para evitar rascaduras, picaduras u ortigas), gorra, guantes por si vamos a los Alpes y encontramos neveros. Si podemos conseguir camisetas térmicas mucho mejor, pesan poco y dan calor en caso de frío. Para una salida de un día, no podemos olvidar las gafas, el gorro o gorra, una muda de recambio y mucha agua o leche (o el pecho).
El viejo truco de lavar la ropa en la bañera de los hoteles o en los refugios puede resultar útil en caso de necesidad, pero lo ideal es llevar ropa de recambio doble y ser lógicos. Nosotros llevamos ropa para la mitad de los días de viaje y repetimos vestuario por lo menos dos días. Cargar la mochila o la maleta con ropa para cada día nos obligará a ir excesivamente cargados y no hace falta. Es importante ir aseado, pero no estamos en la ciudad y tenemos que ser conscientes de las dificultades que comporta lavar ropa en zonas de montaña. La montaña no entiende de modas, por mucho que nos quieran vender lo contrario. Lo más importante es la comidad y la seguridad.
¿Qué le diríais a la gente que tiene miedo a pasar las vacaciones con los pequeños en la montaña (pernoctando en refugios o un poco “lejos de la civilización”) porque temen que los niños se pongan enfermos?
Los niños pueden ponerse enfermos en la playa, en casa, en la montaña o en casa de los abuelos. Alberto Iglesias, un buen amigo y veterano escalador y alpinista, siempre comenta que se marchó a los Alpes de vacaciones con los niños para mostrarles la belleza del Mont Blanc desde muy temprana edad. Los críos, que ahora tienen casi 40 años, en ocasiones se resfriaban en Chamonix debido a los cambios de temperatura, pero con una visita a la farmacia o al médico local, los resfriados pasaban y los niños seguían en el camping o en un refugio. Con nuestros hijos aplicamos la misma idea. ¿Que pueden ponerse enfermos en un refugio? Por supuesto, por tal motivo en nuestro manual de Montañismo con niños dedicamos todo un capítulo a la seguridad y a la prevención de riesgos. Llevar un pequeño botiquín siempre ayuda pero, sobre todo, y a menos que tengan un accidente o una dolencia grave, nunca hay que ponerse nerviosos en exceso. Mucha gente sufre el efecto “seguridad del hogar”. Cuando salen de casa piensan que los niños están desprotegidos y creemos poder afirmar que respirarán mejor aire y estarán mejor en la montaña que en una ciudad. Mientras tengamos a mano medicamentos básicos para niños, les abriguemos bien, seamos lógicos y llevemos siempre ropa de recambio, no tenemos porque tener miedo a viajar a la montaña con niños.
¿Cuál es la excursión o viaje en familia del que guardáis mejor recuerdo?
Son dos. Un viaje a Zermatt (Suiza) durmiendo en refugios, hoteles y hostelerías de montaña a más de 2.500 m. Recuerdo domir en Gornergrat, a 3.100m, con la luna llena y los niños alucinando al ver todo el Monte Rosa literalmente iluminado. La luna se refleja en la nieve por la noche y crea un espectáculo impresionante. Dormir en el Schonbielhütte a casi 2.700 m es otra experiencia. Rodeados de marmotas y rebecos. Luego tenemos un viaje a Irlanda dando la vuelta a toda la isla, con trekkings a pie y en BTT bastante largos que los niños aguantaron muy bien.
¿Qué destinos de montaña recomendaríais para las familias con niños? ¿Alguno en concreto en España y alguno en Europa?
Los Picos de Europa, la Pedriza, Guadarrama, Sierra Nevada, los Pirineos. Uff son tantos…España es un país perfecto para salir a la montaña. Recomendamos los Picos de Europa y varios valles del Pirineo: Núria-Ulldeter, el Cadí-Pedraforca, Aigüestortes-Vall d´Aran, Ordesa y todo el área de influencia de Gavarnie. Jaca, el valle del Gállego, La selva de Oza, Ansó, Hecho, Belagua, el Aizcorri. No acabaríamo. En Europa, destacamos Zermat, Interlaken, Crans-Montana y Leukerbad, paraísos para niños en Suiza, el Tyrol en Austria, toda Baviera en Alemania, Karlovy Vary en la República Checa… Sin olvidar Escandinavia, Noruega es impresionante.
¿Recomendarías a las familias que disfrutan saliendo a la montaña que se hagan socios de un club excursionista?
Si, pero siempre que realmente tengan ganas de compartir actividades. Muchas familias se apuntan a entidades de montaña y no pisan nunca la sede del club. Si no tenemos tiempo o si realmente preferimos salir solos con los niños, no vale la pena apuntarse a un club de montaña. Un club es el lugar ideal para relacionarse con otras familias y para compartir experiencias. Cuando los niños crecen, muchos chavales se apuntan a salidas de cierta dificultad, se lanzan a escalar o a las carreras por montaña, que ahora se han convertido en todo un fenómeno mediático en el mundo de los deportes de montaña. En ocasiones, muchos niños que forman parte de un club, cuando clumplen 13 o 14 años, empiezan a salir con sus amigos al cine, a la discoteca o a la playa, y la montaña queda aparcada. No tenemos que preocuparnos en exceso. La vida se abre camino y, si realmente les gusta la montaña, siempre encontrarán un hueco para salir. En esto tenemos que ser muy flexibles y comprensivos.