Cooperativas energéticas, sí se puede
Som Energia, con más de 3.700 socios, es la primera cooperativa que comercializa y produce electricidad 100% renovable.
Las cooperativas energéticas son viables y, en general, venden a sus socios electricidad más limpia y barata que las compañías convencionales.
Las cooperativas energéticas nacieron en Europa en las primeras décadas del siglo XX, sobre todo, en Dinamarca, Alemania y el Reino Unido. Se trataba entonces de llevar la luz a zonas descuidadas por las nacientes compañías eléctricas, esto es, zonas rurales o ciudades medianas alejadas de las grandes urbes. Desde los años 90, se está produciendo un resurgir de este tipo de iniciativas, esta vez para obtener energía más limpia y más barata.
En Som Energia, solo hay que rellenar un formulario por internet y aportar 100 euros para ser socio y obtener energía cien por cien renovable
España también se ha subido a este carro de futuro. En 2010 se constituyó la primera cooperativa de energía 100% renovable, Som Energia, a partir de una convocatoria vía email del profesor de la Unversidad de Girona Gijsbert Huijink y de un centenar de alumnos y exalumnos. El 21 de octubre han cumplido dos años y ahora son 3.776 los socios que se han unido a la iniciativa. Som Energia compra electricidad a productores renovables para ofrecerla a sus socios y, con los beneficios que obtienen, invierten en sus propias plantas de biogás, molinos de viento, placas solares y tecnología de ahorro.
Los socios pueden disfrutar de energía doméstica procedente exclusivamente de tecnologías renovables, pero no solo de Girona o de provincias próximas. “Tenemos socios de Madrid, Galicia, País Vasco, Valencia y otras comunidades –explica Marc Garfella, socio y miembro del consejo rector–, solo hay que rellenar un formulario por Internet y aportar 100 euros al capital social”. A partir de esa magra aportación, el socio tiene derecho a comprar la energía producida con instalaciones verdes y a precios normalmente inferiores a los del mercado y, además, podrá invertir en los proyectos de producción a pequeña escala. Además, recibirá asesoría para ahorrar energía, por ejemplo, y podrá participar en compras conjuntas de material relacionado con la producción energética, que siempre salen más baratas que comprando cada uno por su cuenta. “Somos comercializadora de energía, pero queremos que el máximo de producción sea propia”.
Una historia que viene de largo
Todo esto de las cooperativas energéticas (fundamentalmente, eléctricas) puede parecer algo muy moderno y lo es, pero tiene su historia. En España hubo más de 2.000 cooperativas eléctricas antes de la Guerra Civil, todas ellas nacidas para resolver la falta de suministro en muchas ciudades apartadas de las primeras grandes redes (a los pueblos tardaría mucho más en llegar la electricidad).
En el proceso de comercialización, consiguen importantes ahorros que trasladan a sus socios, ya que no precisan tanto marketing ni burocracia inútil
Aquella explosión de cooperativismo fue cediendo terreno para darle todo el pastel del gran negocio eléctrico a Iberduero, Unión Eléctrica y demás compañías que, con otro nombre y parecidos consejos de administración, siguen hoy manejando este negocio. De aquellas pioneras resistieron solo 20 en toda España, y de ellas, 15 en la Comunidad Valenciana: San Francisco de Asís, en Crevillente, Algimia de Alfara, Catral, Biar, Callosa de Segura, Castellar, Guadassuar, Alginet, Chera, Sot de Chera, Vinalesa, Meliana, Museros, Almenara y El Serrallo de Castellón.
Estas cooperativas –algunas con alto porcentaje de renovables– son hoy un ejemplo de buena gestión, ya que no solo han sabido aguantar las continuas trabas de la Administración y las compañías eléctricas, sino que venden más barata la electricidad que las compañías convencionales. Y cada vez más tienden a invertir en instalaciones renovables o de cogeneración.
Además de producir electricidad, estas entidades adquieren la electricidad en el mercado general, como el resto de distribuidoras, pero, en el proceso de comercialización, consiguen importantes ahorros que trasladan a sus socios, ya que no precisan tanto marketing ni burocracia inútil como Iberdrola, Endesa y compañía. Desgraciadamente, son muy pocas las entidades de este tipo que no han cerrado o fueron absorbidas por las grandes eléctricas, pero si nuestros abuelos fueron capaces de alumbrar iniciativas complejas para tener luz en casa, ¿por qué no vamos a crear nosotros cientos de nuevas cooperativas para alumbrar una energía limpia y renovable?