Construir un deshidratador solar
Con un deshidratador casero, podremos aprovechar las virtudes de los alimentos durante todo el año.
Cada día concedemos más importancia a la naturalidad y la calidad de los alimentos. A veces, las últimas tecnologías consiguen resultados excelentes en este sentido, pero los medios artesanales todavía tienen mucho que decir. Por ejemplo, el secado al sol de frutas y verduras. Ningún otro método confiere más sabor a un tomate, un albaricoque o un higo. Es posible confeccionar un secador casero que permite aprovechar las excelencias de los productos de temporada durante todo el año. Es una idea mucho mejor que importar alimentos desde la otra punta del planeta, con el consiguiente impacto ambiental.
El desecado solar es algo más que un entretenimiento de fin de semana. Es una aplicación ideal de la energía solar. Los rayos pasan a través de láminas de cristal que cubren las bandejas construidas con madera sin tratar donde se han dispuesto, sobre rejillas metálicas, los alimentos. Los modelos más sofisticados pueden disponer de entradas y salidas de aire, chimeneas y acumuladores de calor, de manera que se producen corrientes de aire que aceleran y favorecen el proceso de secado.
Un método eficiente
Los métodos naturales de conservación son la clave para extender en el tiempo el disfrute de los abundantes alimentos que produce la cosecha de verano. Son un excelente medio para dar salida a un exceso de producción en el huerto o para sacar partido de los precios más bajos de la temporada. El desecado, que al eliminar el agua impide la proliferación de bacterias y mohos, es más sencillo, requiere menos trabajo y mantiene mejor los nutrientes que las confituras y otras conservas. Además, los alimentos desecados no solo no pierden nutrientes o sabor, sino que los multiplican.
Por fortuna, todo el territorio español está expuesto durante los suficientes días y horas al intenso sol del verano, como para no preocuparse. De hecho, dos días son suficientes para desecar varios kilos de frutas y hortalizas.
Características básicas
Un buen deshidratador posee las siguientes cualidades:
• Deseca rápidamente, tanto como uno eléctrico.
• Posee controles de aireación para controlar la temperatura.
• Es fácil de cargar y descargar.
• Se puede desmontar y guardar. Es resistente, pero también ligero y se puede transportar.
• Resiste las condiciones meteorológicas y protege los alimentos.
• Se limpia fácilmente. No tiene rincones donde se acumule la suciedad.
• Las bandejas son antiadherentes, de materiales aptos para alimentos.
Piezas y montaje
Existen muchísimas posibilidades distintas para prepararse uno mismo un deshidratador solar. A continuación, te ofrecemos unas inscrucciones, que puedes modificar en función de tus preferencias o del material del que dispongas:
• Los materiales deben ser robustos. No valen las cajas de cartón. Es recomendable utilizar maderas macizas recicladas, siempre que estén limpias. Además, necesitaremos tornillos y cola de carpintero para unir las piezas.
• Resulta cómodo que el desecador esté elevado para introducir y sacar fácilmente las bandejas. Como base, podemos utilizar un taburete en desuso con un asiento de 50 x 60 cm aproximadamente. Si no tenemos uno, podemos confeccionarlo con los peldaños de una escalera o con cualquier listón suficientemente robusto.
• Necesitamos una ventana de madera, si es posible con cristal, de 50 x 60 cm. Se puede confeccionar con listones y un cristal.
• Los lados los obtendremos de una plancha de madera, donde recortaremos dos piezas con dos lados paralelos de 50 y 30 cm, uno de 45,5 cm y otro de 50.
• Para la parte trasera, necesitamos una tabla de 45,5 x 60 cm.
• El lado superior mide 60 x 30 cm.
• El fondo mide 50 x 60 cm. Por el lado interior, colocaremos una plancha de metal con las mismas dimensiones. Su función es acumular calor. El lateral de una caja de ordenador, que puede conseguirse en una planta de reciclaje, es válido para este fin. Debemos pintarlo de negro.
• Necesitamos una malla metálica rígida, de 30 x 60 cm. No debe tener restos de óxido o suciedad, pues deberá permanecer en contacto con los alimentos. La colacaremos sobre unos soportes atornillados en los laterales.
• Unos 10 cm por debajo de la malla, fijamos otros soportes para sostener una pantalla de tela, que actuará como absorbente de la humedad. Esta pantalla se puede confeccionar con cuatro listones de madera donde grapar un trozo de tela de algodón.
• Unimos la parte trasera al lado superior mediante dos bisagras. Así, podremos levantarla y podremos meter y sacar la bandeja de malla metálica y la pantalla absorbente. Podemos dotar esta tapa posterior de un cordel o un gancho para sostenerla abierta.
• Además, en la parte más baja, recortaremos un rectángulo de 5 x 10 cm y colocaremos un trozo de tela mosquitera y rejillas de ventilación.
• En la parte superior, haremos otro hueco. Colocaremos tela mosquitera y, con una bisagra pequeña, fijaremos el trozo de madera que acabamos de recortar y que funcionará como una ventana para controlar la temperatura.
• Un termómetro apto para hornos. Lo podemos dejar sobre la pantalla de tela absorbente, de manera que se pueda ver a través del cristal.
Listos para empezar
• El desecado se produce cuando la temperatura interior se sitúa entre los 38 y los 60 ºC. Por debajo, pueden proliferar las bacterias. Por encima, los alimentos se cocinan. Es necesario controlar la temperatura abriendo y cerrando la pequeña ventana instalada en la madera posterior.
• Cada alimento posee una temperatura óptima para su desecado.
•Una vez desecado, hay que guardar los alimentos en recipientes herméticos –si es posible, al vacío– y en un lugar oscuro y seco.
¿Cómo se usa el deshidratador?
EN UN DÍA
No hace falta ser un mago solar para operar con el deshidratador. Sólo hace falta orientarlo hacia el sur e introducir los alimentos. Si es posible, se puede girar cada cierto tiempo para conseguir la máxima exposición. La mayoría de alimentos tienen suficiente con un día para quedar perfectamente desecados. Los más ricos en agua, como los tomates o las peras, pueden necesitar una segunda jornada.
BIEN MADUROS
Debemos elegir frutas y hortalizas que se hallen en estado óptimo de madurez, recién cosechados, si es posible. Los cortamos con el grosor deseado –cuanto más pequeños y finos, más rápido se deshidratarán–, los colocamos en la bandeja y la introducimos en el desecador. No hace falta ningún tratamiento previo.
SIN ADITIVOS
Los alimentos desecados en casa están libres de sulfitos, aditivos que se utilizan en los productos comerciales y que cubren los orejones o las pasas con una característica pátina brillante y pegajosa. Los sulfitos pueden desencadenar reacciones alérgicas y asma en personas sensibles.
CASI TODO EL AÑO
No tenemos por qué esperar al mes de agosto. Desde la primavera, se disfruta de suficiente energía solar que puede servir para secar guisantes, fresas o albaricoques. En verano, esperan su turno las ciruelas, los melocotones, los calabacines, los pimientos o los tomates (el sabor de los tomates desecados al sol es realmente sensacional). Desde el final del verano y durante el otoño, también podemos desecar uvas y setas, por ejemplo.