Aceite esencial de orégano, potente antibacteriano

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Combate las infecciones, mejora las defensas y es fungicida.

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El aceite de orégano es uno de los más potentes y efectivos antisépticos naturales. Elimina bacterias, hongos, parásitos y virus con tan solo unas pocas gotas. Además, no ocasiona efectos secundarios ni potencia mutaciones que dan lugar a cepas patológicas resistentes, como ocurre con los antibióticos farmacológicos.

El principio activo que le confiere estas propiedades es el carvacrol, un fenol que se encuentra en la planta en concentraciones que oscilan del 30 al 87 por ciento. Un alto porcentaje de carvacrol obtenido por destilación no implica mayor efectividad terapéutica, pues esta procede de la delicada sinergia creada por la naturaleza y en la que intervienen otros componentes del orégano. El carvacrol puro es la mitad de efectivo que el aceite de orégano natural no adulterado.

Amplio espectro

El aceite de orégano elimina la candidiasis, las infecciones de la piel, las verrugas y el pie de atleta. También es estimulante del sistema inmunitario, posee propiedades antiinflamatorias y anestésicas, de modo que acelera la curación de las heridas y reduce el dolor de golpes, esguinces, tendinitis y artritis.

Actúa contra la inflamación de las encías, previene la aparición de ampollas y es ideal para superar resfriados, gripes y herpes. Otra propiedad es su actividad antioxidante, por lo que también protege a las células de los daños causados por los radicales libres.

Es importante saber que al eliminar elementos patógenos del organismo aumentan las toxinas en el torrente sanguíneo, las cuales provocan sensación de fatiga, irritaciones de la piel, etc. Es señal de que el cuerpo se está desintoxificando. Beber de 8 a 12 vasos de agua mineral al día ayuda a eliminarlas más rápidamente. Si los síntomas mencionados son muy molestos, es conveniente reducir el consumo de aceite de orégano, beber agua y, una vez hayan desaparecido, volver a aumentar la dosis.

Dosis y aplicaciones

El aceite de orégano se comercializa mezclado con aceite extra virgen de oliva en la cantidad de 40% de orégano y 60% de aceite de oliva. Esta combinación es necesaria, ya que el aceite de orégano es demasiado fuerte para consumirlo oralmente y puede causar quemaduras en la piel si se aplica tópicamente.

La dosis varía en función de la patología. De 1 a 3 gotas de la mezcla, tres veces al día, es suficiente para prevenir infecciones, mantenerse libre de parásitos y preservar un buen estado de salud.

A la primera señal de un ataque viral, se tomarán inmediatamente de 3 a 6 gotas cada hora durante 10 horas y luego se bajará a la dosis de mantenimiento.

En caso de herpes, además de tomar el aceite de orégano, es recomendable aplicarlo directamente sobre el lugar del brote dos o tres veces al día. Las verrugas serán tratadas con un trozo de algodón empapado, que deberá dejarse pegado a la verruga el mayor tiempo posible sujetándolo con un esparadrapo.

Las personas de piel sensible es mejor que diluyan una gota de aceite de orégano, aunque éste ya venga previamente diluido, con 3 a 5 gotas de aceite de chía, almendra u oliva, para rebajar aún más su posible efecto irritativo. Se evitará siempre el contacto directo con ojos y membranas mucosas.

Cómo se elabora en casa

Se mezclan unas cuantas ramas de orégano silvestre con aceite de oliva común extraído en frío, de forma que las flores de la planta queden cubiertas. Se guarda en un frasco de vidrio cerrado que colocaremos en un lugar donde reciba por lo menos cuatro horas de sol diarias. Lo dejaremos macerar 3-4 semanas, agitándolo a diario. Pasado este tiempo, filtraremos el aceite y lo conservaremos en un frasco de vidrio oscuro que incorpore un gotero para una dosificación más cómoda.

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